Claudio Moran Ibáñez
La salida del gobierno de Giorgio Jackson abre más interrogantes que certezas. Jackson es el gran articulador del Frente Amplio, no Boric, quien es solo un símbolo. ¿Cuál fue el costo de su salida? ¿Le convenía a la cuasi-oposición su salida? ¿Hubo una negociación subterránea, y el costo de la salida podría ser el alza de impuestos, la reforma tributaria, el fin oficial de las Isapres y después las AFP, en fin, los hitos que interesan más que a las fuerzas gobernantes, al globalismo reinante?. No es casualidad la curiosa invitación de Boric a Piñera a acompañarlo al cambio de mando en Paraguay, en política nada es gratis, y el mensaje fue muy claro, por algo Chile Vamos, una empresa Piñera Inc., trata de levantar su propia candidatura que se imponga a la posible de José Antonio Kast, y así se reconstruye a Matthei, que no me cabe duda es adelantada del ex mandatario, con similares expresiones de indefiniciones y confusiones. La política de hoy en realidad, es politiquería, no es lo mismo.
Acaso nunca debió bajarse esa acusación constitucional contra Jackson, fue retroceder frente a la obvia impunidad que así se le garantizo. En poco tiempo este desmemoriado país lo habrá olvidado. Y como parece evidente que la izquierda en el gobierno no podrá “proyectarse” en otro, las “derechas” se soban las manos y a la vez se acuchillan por llegar a hacerse de La Moneda. El poder es un fin en sí mismo, y este manifiesto contubernio gobierno-oposición para “salir” de Jackson por ahora, salvando a Montes y la línea política que en nada cambia, va a llevarnos a seguir en “lo mismo”, en que un gobierno de izquierda le entrega a otro “de derecha” que le devuelve a este aprendiz de algo, llamado Boric.
Porque todo esto ocurre en la superficie, en lo que a la gente se le quiere mostrar. Por debajo, nada detiene el avance de los planes de la agenda 2030, ya sea desde la izquierda, fue la llamada derecha de Piñera la que la puso en marcha, o en el siguiente gobierno “de derecha”. Mientras, a la opinión pública se le mantiene desinformada, los temas simplemente no se tocan, los medios son manipulados para que favorezcan ese nuevo orden que se está construyendo contra la historia y naturaleza humana. El gobierno de Boric se irá, ojalá antes del período completo, pero tengamos claro que la desolación que este movimiento globalista neomarxista con complicidad de la derecha cobarde, ha dejado y sigue causando en nuestro país, continuará profundizándose. Ese porcentaje de apoyo que se ha mantenido en nunca menos del 25% no responde a aprobación o no de un pésimo gobierno, sino a un contingente de fanáticos que siguen promoviendo la destrucción de los sexos y la familia, el aborto libre, la eutanasia, el control del Estado, de la previsión, la salud y el empleo, con crecientes tasas impositivas para alimentar un sistema de castas privilegiadas enquistadas y subordinadas a las políticas globalistas. La desaparición de la soberanía nacional, esto es, la capacidad de decidir realmente en Chile nuestro destino como nación, y la disolución de la nación chilena a través de tales males como el aborto, la inmigración masiva de otras etnias, de criminales, la no reproducción de los chilenos o al mínimo, el rechazo a nuestra cultura y tradiciones, a nuestra propia identidad, reemplazados hasta en la forma de hablar. Solamente pensemos la fisonomía de nuestra Patria de no parar estas lacras, en 10 años más. Ni hablar en 100. Porque de eso se trata todo esto, del globalismo, que desaparezcan las más naciones posibles y el concepto mismo de la Paz de Westfalia, que el mundo sea controlado y gobernado por un supra estado mundial al cual nuestros pueblos, que ya no son oídos por las castas políticas locales, jamás serían siquiera mirados por la casta global. Es la aterradora visión de “matrix” hecha realidad, con los ingredientes de la inteligencia artificial, disminuir una población mundial “manejable”, controlándola orwellianamente con una renta única universal de mera subsistencia. Y a través del control mundial de la salud publica oficial.
No sigamos en esta espiral simplista de pensar que el fracaso previsible de Boric nos “salvó”. Nada de eso, esto seguirá cada vez peor, con signo de una derecha falsa que abandonó toda convicción salvo tener poder. La única manera de superar esta tragedia desarrollada por la revolución globalista, es llevar a cabo una contrarrevolución antiglobalista, identitaria, que nos devuelva más que el orgullo, la conciencia de ser chilenos y la importancia de seguir siéndolo. Mucho me temo que la mayoría de “derecha” ya claudicó.
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