Claudio Moran Ibáñez
“El dinero es el medio de pago de general aceptación” reza un axioma económico. Desgraciadamente, el análisis simplista del chileno medio, tiende siempre a reducir los fenómenos sociales y políticos a meros conceptos económicos simplones. Es el caso de la “fundaciones” descubiertas como mecanismo organizado para extraer fraudulentamente recursos fiscales cuantiosos. La plata aquí obtenida es parte de un medio, no de un fin en sí mismo. Y no estoy diciendo que los partícipes en todo esto no gusten del dinero, les gusta y lo requieren tanto como cualquier ser humano, aquí la tesis de la “superioridad moral” se va a la basura.
No tengo dudas que como lo ha denominado Moschiatti, acá se ha descubierto un mecanismo de defraudación. Pero es parte de un todo, en que el objetivo es otro. Los marxistas incluso en sus nuevas versiones como estos seguidores de la “Escuela de Frankfurt” frenteamplistas, promotores de todas las “nuevas ideologías”: LGBT+, feminismo, indigenismo, ecologismo, DD.HH., y etc., etc., “progres” amalgamados por un Carlos Ruiz formalizado por violencia física contra su mujer, que salvo unos muy pocos no tienen siquiera idea de conceptos dada su incultura básica, son una verdadera religión sin y contra Dios. Son litúrgicos. Por ello adoran el mes de Octubre, el mes de la revolución bolchevique, punto de inflexión en la historia, por eso la revolución chilena en progreso se inicia formalmente también en octubre. En realidad, existe un símil entre todas estas formas revolucionarias, que deben adaptarse a cada tiempo y lugar. Así, acá la revolución no la hace físicamente el “ejército rojo”, pero si el crimen organizado, lo que importa es el resultado.
Saben entonces estos revolucionarios chilenos, que hoy en vez de responder al “internacionalismo proletario” lo hacen y son protegidos por el globalismo del siglo XXI, que para consolidar la revolución, aunque tenga otro nombre o ninguno, en el espectro del nuevo orden mundial, se requiere un cambio efectivo de la clase dirigente de un país como el nuestro, o al menos contar con un contingente comprometido. No se trata de cambiar la supuesta elite del país por otra mejor, simplemente por una fanaticada que controle la burocracia, total, la capacidad y la competencia quedan en el pasado gracias a la agenda 2030, no tiene sentido, si el gobierno es mundial, ¿qué importan los gobiernos locales? Hay que cambiar esos conceptos “opresivos” del pasado, ¡viva la ignorancia!
La revolución soviética se consolidó con Stalin. Asistió a los funerales de todos los bolcheviques, naturales o no, sabía debía crear una nueva casta política, y lo hizo: la Nomenklatura. Sin ella la Unión Soviética habría desparecido en esa generación, incluidos los seguidores de Trotski a quien mandó a matar en México. Y ese es el sentido de estos latrocinios organizados en que nadie ha asumido responsabilidad política alguna: se está creando una nomenklatura chilena, para lo cual se requieren recursos, los del Estado. Sumémoslo a miles de contrataciones políticas, arriendos millonarios de inmuebles y otras formas de financiamiento de la naciente “nueva clase revolucionaria frenteamplista-comunista-onunista”. Sí, están todos metidos, está es la quinta esencia del sentido del actual gobierno, no es gobernar, solo incrementar los cuadros de fanáticos del odio hacia el resto con efectos políticos duraderos.
Y como también lo mostró otra entrevista del mismo Moschiatti, el nuevo Estado que se construye sobre el territorio aun de Chile (no digamos “nuevo Chile”) es penetrado por el crimen organizado, del cual el Tren de Aragua no ha encontrado siquiera competencia. La revolución se hace con el lumpen y el hampa. Al fin en Chile se atreven a hablar de corrupción, claro, el crimen organizado se cimenta en la corrupción, de estamentos, de funcionarios, abajo y arriba, y eso es lo que debemos aprender a ver. ¿O será que ya es tarde? Somos ya un Estado fallido, un narco Estado, de los cuales Colombia y Venezuela compiten como modelos, ¿o será que se complementan? Las mafias terminan mandando. ¿Entendió ya para qué era la inmigración?
Algunos políticos de la vieja guardia de la izquierda, como Fidel Espinoza, tienen claro el esquema que se está construyendo, por ello las denuncias gravísimas que han salido ya casi a diario. Se trata en primer lugar de reemplazarlos a ellos, luego a las derechas entre moribundas y dubitativas. Los países se controlan y manejan por sus elites, en eso están, no roban porque sí.