Claudio Moran Ibáñez


Si la manida cuenta pública presidencial de la semana hubiera sido verdadera y honesta, al terminar de rendir aquella, muy distinta de la fantasía emitida, Boric debió sellar el acto con su solemne renuncia aceptando su fracaso y evitándole al país seguir esta senda de penurias crecientes. Pero, soñar no cuesta nada.

Asimismo, durante la semana se conoció el proyecto de nueva constitución elaborada por la comisión de políticos denominados “expertos”. Para quienes entendemos la revolución que estamos sufriendo, no hubo sorpresa, solo ratificación que el nuevo proyecto o anteproyecto mejor dicho, es el verdadero modelo que el globalismo quiere imponer en nuestro país para después exportar ese “modelo” al resto del tercer mundo. Sí, porque el llamado “mamarracho” era demasiado grosero, aunque sincero en la ideología de los desquiciados que la elaboraron y lideraron, capitaneados por el mismo Boric. Siempre se supo se iba a rechazar y por lo mismo no les importó (“solo un traspié”), acaso pensando que esta “nueva” pero que en esencia es lo mismo, se verá “mejor” por los votantes. Pero no es así.

Cada día más personas se dan cuenta que estamos sufriendo una revolución en todo el sentido de la palabra, impuesta desde fuera como expresión del globalismo o doctrina del nuevo orden mundial a ejecutarse mediante la implantación de la agenda 2030 para lo cual esta “nueva constitución” ayudaría bastante. Pero como el objetivo principal es la revolución, aunque tenga otro nombre o ninguno, ella se realiza por muchos otros medios y mecanismos, día a día. Así que jamás Boric va a renunciar, él vino a hacer la revolución o concretarla mejor dicho, no la constitución, ellos no pierden nunca de vista el objetivo principal, son de otros sectores quienes se pierden en lo accesorio.

Comparto absolutamente los comentarios que prefieren la actual constitución. He revisado el proyecto globalista esperable, y es una supeditación del Estado chileno al globalismo, “multilateralismo” como se le llama, ya que de eso se trata, que los estados-nación como el nuestro, sean dirigidos en lo importante, por entidades y convenciones internacionales que, solo como ejemplo, rijan y establezcan las cuotas de inmigración que debe soportar cada país, sin chistar, para eso está el “estado social de derecho”, de derechos mejor dicho: alguien con un dedo de frente puede creer que con tamaño disparate, un estado de bienestar pero más chanta, más las fronteras abiertas, ¿dejaran de entrar centenares diarios  de inmigrantes indeseados por los chilenos? ¿O que se va a combatir y exterminar la delincuencia cada día mas internacional y violenta, con criminales que aleguen violación de su “dignidad”? ¡Hasta aquí estamos demostrando ser un país de cobardes, no agreguemos ser además un país de imbéciles!

Chile no resistirá los dos años y medio que restan al período boriciano, y no me refiero solo al aspecto económico, seguridad y etc. Cada día que pasa se degeneran más niños y jóvenes en los establecimientos que ya no educan pero si pervierten, porque así se construye el “trans-humanismo neomarxista” cuyos declarados exponentes son Boric y la Karamanos, y que es un paradigma globalista de la agenda. Esa agenda fue oficializada el 1 de agosto de 2019 por el gobierno que entrego a Chile, y cuyos exponentes y parlamentarios son hoy un puntal legislativo del globalismo revolucionario. Es que se transó con ellos que como casta mantendrían el control que ya tienen de nuestro país entregado. Para recuperar Chile, y no transitoriamente por un nuevo gobierno de los mismos que fracasaron y traicionaron, no solo hay que enfrentar al globalismo y rechazar el nuevo mamotreto constitucional “habilitante” de tremendas consecuencias- las normas tiene historia y proyección-, sino es menester recuperar el Estado y a la nación, gravemente dañada por esta infección cultural “progresista”. Hay que construir nuevas elites, equipos y programas realistas y eficaces para que Chile se ponga de pie. No solo es economía, es planes de educación, austeridad, cierre de fronteras, expulsión de invasores, limpieza de la administración, lucha y aniquilamiento de criminales y terroristas, una pacificación de un país al borde de una guerra interna. Esto no lo va a hacer jamás la clase política tradicional, porque ella creo todo esto. Queremos surja el “Proyecto Chile”.

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