Claudio Moran Ibáñez


Vergüenza e indignación, no podría calificar de otra manera los sentimientos que me produjo observar el lanzamiento por los cabecillas del actual gobierno, de la "Estrategia nacional de implementación de la Agenda 2030 de la ONU", es decir, de la vía chilena al globalismo o de la sumisión definitiva de Chile al nuevo orden mundial. No es que espere algo distinto del actual gobierno, que ha sido puesto donde está como fruto de una conspiración globalista que busca experimentalmente establecer nuevas "elites de reemplazo" a través de la colocación de estas generaciones obsecuentes y sumisas al nuevo orden. Este gobierno es precisamente expresión vivida de ese logro globalista, que trabajo en parte con ayuda interna de los llamados "grupos progres" de donde salieron estos iluminados, y en base a sus propias planificaciones mundiales. Todo, absolutamente todo, ha estado planificado, transversalmente, recuérdese que el ex presidente Sebastián Piñera en agosto de 2019 firmó la entrega del país a esa agenda 2030 y ya ese año 2019, al mes de octubre, había 19 agencias ONU establecidas trabajando dentro de ministerios y reparticiones cuando estalló la insurrección revolucionaria. Y de lo acontecido de ahí en adelante, ya es historia conocida, aunque no interpretada, todo está siendo conducido en aras de esa agenda de la ONU.

Desgraciadamente aun pocas personas, aunque cada día aumentan en número, ha entendido lo que esto significa. Se trata de nublar la vista de las mayorías haciéndolas creer que los parámetros políticos en juego en nuestro país son los clásicos de izquierda-derecha con sus matices. Es que, precisamente comprendiendo estos sucesos y su trasfondo, se logra entender la decadencia, cómo y por qué una pandilla de ineptos e incultos, ocupa los principales cargos del país. Como se le impone a la ciudadanía un nuevo proceso constituyente inmediatamente después de rechazado masivamente el anterior, simplemente hay una "orden" de que el país debe tener una nueva constitución que lo supedite al orden global por sobre la soberanía nacional. Así se entiende que el Estado no haga realmente nada contra el terrorismo y contra el crimen organizado, y que las fronteras estén abiertas con apoyo gubernamental a los centenares de nuevos inmigrantes diarios. Sí, nuestro país es cada día menos Chile, una nueva entidad amorfa colocada de rodillas frente al poder del nuevo orden. En su momento, acaso ni el nombre le quede, carcomido por las lacras de esa marea roja mal conocida como "progresismo", cual monstruo de varias cabezas en que están tanto buena parte de las izquierdas como de las derechas, por convicción, miedo, comodidad o simplemente colusión y negocio. El resultado es el mismo.

En pocos días más, el 7 de mayo, tendrá efecto un nuevo acto electoral. No digo "elección", porque ello supondría el derecho a elegir y a ser elegido. En Chile no se elige, solo se vota, que no es lo mismo. Pero esta fecha será la mejor demostración de tal anomalía y de la mentira democrática falsa en que caímos en algún momento, porque la suerte de nuestra nación ya está decidida, nadie nos ha consultado absolutamente nada, ¿a alguien se le ha preguntado si quiere la agenda 2030 de la ONU para nuestro país y su desaparición como Estado soberano? ¿Acaso siquiera este gobierno o el anterior han explicado al país en que consiste y por qué apoyan dicha supuesta agenda que no es sino el eufemismo de la rendición y la sumisión? No, para eso se maneja el caza bobos de la "nueva constitución", el desprecio que estos iluminados globalistas sienten por los pueblos es proverbial, un nuevo despotismo ha surgido, y tampoco “ilustrado”.

Es muy poco lo que los consejeros a elegir podrán hacer para tratar de evitar se constitucionalice el globalismo jurídico en  una nueva carta magna, eso ni se le dice a la gente, que no están eligiendo redactores de algo, sino se trata de una mera competencia de los partidos de ver quien elige más, no mejor. La nueva constitución oficialmente la redactan 24 personas designadas sin votación popular previa. Seria así un mero actuar despótico, pero no, porque el esquema no es decisión nacional sino onunista, la de la agenda 2030, la era de las "constituciones dinámicas”, cada generación debe tener “la propia", total las ordenes a los países ahora se darán desde afuera. Las fotos de Boric y compañía casi físicamente de rodillas ante los nuevos amos, dan náuseas. Pero más náuseas da que cada día que pasa, somos menos los que defendemos a Chile, a la verdad, a la vida y la libertad.

Desgraciadamente, además de tener Chile al enemigo enquistado internamente copando los poderes del Estado mismo de donde se dirige esta revolución que pocos se atreven a llamar como tal, tenemos  en el interior de muchos chilenos un temor cuando no miedo, pero también ya hay generaciones completas deformadas cultural y mentalmente orientados a esa verdadera nueva religión autodenominada “progresismo”. El tiempo corre en su favor.

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