Claudio Moran Ibáñez


Esta columna iba a tener un titular parecido, “El complot migratorio”, dedicado a develar la verdad detrás del problema más serio acaso de nuestra Historia. Pero los acontecimientos mediáticos de esta semana, me movieron  a cambiar el rumbo, un poco, porque en definitiva todos los complots que se ejercen y realizan a través de nuestro país, están conectados.

Primero, debo dejar en claro que era y soy absolutamente contrario a una nueva reforma tributaria a menos que ella rebaje significativamente los impuestos y su estructura que dificultan el desarrollo de nuestro país, y por el contrario, estimulan tengamos un Estado elefantiásico y anquilosado, sostenido a precio de oro por los ciudadanos.

Sin embargo, miro con escepticismo lo que tantas personas, la mayoría sin saber ni entender, celebran hoy como una victoria sobre este gobierno de ultra izquierda, por haberse rechazado la idea de legislar sobre tal reforma.

No somos pocos los observadores externos que tenemos reservas. Es que no hay ninguna consecuencia entre lo que se celebra por la mal llamada “derecha”, y lo que esta hace, por cierto, el silencio cómplice o culpable de muchísimas aberraciones diarias que el país sufre y que ellos han ayudado a crear, por acción u omisión. Hoy rechazan la reforma tributaria neocomunista, pero muy posiblemente van a apoyar los aumentos puntuales de impuestos que propondrá ahora el gobierno, pero, sobre todo, se han amarrado a un proceso constituyente pactado, en que se acordó el establecimiento en Chile de un estado asistencialista, bajo la fórmula denominada “Estado social de derecho”, que de por sí, es una presión permanente para un aumento de impuestos hasta el infinito. Por eso, el “Complot tributario” no se entiende sin el “complot migratorio” en ejecución diaria, que multiplicará a diario las urgencias sociales. A ese otro complot me referiré próximamente.

El júbilo de los “vencedores” en el congreso, es difícil de entender en quienes al derrotado gobierno de Boric le tendieron la mano a contar del 5 de septiembre para darle una segunda oportunidad de inaugurar una nueva constitución. En 2019 le entregaron a la extrema izquierda la constitución; ahora le dieron otra posibilidad contra la voluntad popular. Rechazan la reforma tributaria que indirectamente la nueva constitución que pretenden va a imponer. Las alzas de impuestos son paradigma del globalismo, no van a renunciar a ellas ni a seguir agrandando el gasto público.

La alegría del momento es entendible por las consecuencias económicas inmediatas. Sin embargo, considero que la llamada derecha no es capaz de entender el verdadero conflicto que sufrimos. Siguen pegados en la economía y creen que lo económico es lo importante y todo lo demás viene por añadidura. Craso error, y no aprenden. El país sufre los embates del globalismo onunista, y dentro de Chile estamos en un proceso revolucionario que va a durar años. El tiempo corre a favor de los neomarxistas globalistas, ellos han impuesto su hegemonía cultural, el 8M es clara demostración de ello. Están alcanzando sus objetivos que son políticos, pero no democráticos, un país consumido por la inmigración, delincuencia, terrorismo, crimen organizado, tráfico y consumo de drogas. Supongo los economicistas entenderán que en este ambiente es imposible el crecimiento y menos el desarrollo. Es solo cuestión de tiempo, los “imbéciles satisfechos” de los sectores más pudientes, siguen incrementándose, el gobierno sube en las encuestas, pero la nación chilena sigue sin ideas, sin planes ni programa, sin liderazgos, sin organizaciones de verdad, pero, sobre todo, sin valores trascendentes y muy claros. “Es la economía imbécil”, sigue campeando, y eso no nos va a salvar de colapsar como nación y como país, con o sin reforma tributaria. Ellos solo se aprovechan de la economía y la estrujan, pero la economía no va a salvar a Chile del atolladero totalitario en que nos metieron quienes deberían ser guardianes de las libertades, pero también de los valores permanentes de nuestra cultura. La lucha es cultural, no económica, es institucional y jurídica, no tributaria. Este aparente triunfo, es un parto de los montes, no se ha entendido nada.

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