Por Enrique Subercaseaux.


Ya todos conocemos de los graves disturbios que han sacudido Francia. Y también partes de Bélgica y Suiza.

El detonante fue la muerte, en un control policial en una ciudad francesa, de un menor de origen argelino.  Menor de edad que ya tenia un prontuario policial nutrido.

Los desordenes se multiplicaron a la voz de una, y se expandieron aumentando en intensidad y virulencia.  Extrañó la reacción del Gobierno Francés (que ya sabía que algo se estaba preparando, según sus fuentes de inteligencia), que fue lenta y mal enfocada.  Culpando primero a los video juegos y sus contenidos violentos y después al racismo latente en ese país.

A ser exactos, en la Europa clásica si existe el racismo y también el clasismo (este ultimo mejor camuflado para ponerse a tono con los tiempos modernos), por lo que es generalizado y común no puede achacarse como un detonante puntual ante incidentes de este tipo.

Lo que si existe es la imposición de políticas y programas “progresistas” a la fuerza, por parte de las élites políticas europeas, y estas siguen demostrando que fueron mal formuladas, mal diseñadas y han sido atentatorias contra la familia, las tradiciones, la historia y todo el resto que conocemos.

No solo lo anterior, sino que persiguen cambios en la matriz energética y agrícola (por culpa del “cambio climático”), que no solo han trastornado la vida de la gente, sino que la de los gobiernos también.  Esto a consecuencia que cada nueva directriz es mas onerosa de implementar que la anterior.

Las presiones migratorias sobre Europa han sido de larga data. Posiblemente son consecuencia de un pasado, y legado, colonial que estuvo mal resuelto. Y una sucesión de políticas paliativas que fueron tanto torpes como mal implementadas.  Solo ahora, en los últimos años, las naciones africanas han podido encontrar su verdadero norte, existiendo casos notables de desarrollo y buen hacer. Pero aun hace falta bastante más trabajo por hacer.

Las políticas de inmigración de puertas abiertas han fomentado una industria de trafico de personas. Una vez que estas se abren, es muy difícil volver a cerrarlas.  Así, Europa a lo largo de decenios ha ido recibiendo y acogiendo un amplio abanico de nacionalidades y culturas en su seno.

Han sido demasiado grandes los números. Y se ha destruido la cohesión social que había demorado siglos en cristalizar.  No se trata de acoger gente y darles techo y trabajo (o subsidios), se debe trabajar en una efectiva integración cultural.

Y esto es lo que ha fallado.   Hay ciertas culturas que no se asimilan tan fácilmente. Y esta característica se ve agravada en estos tiempos de modernidad cuando se pretende que una elite burocrática internacional venga a cambiar arbitrariamente ciertas definiciones, características o usos y costumbres. Me refiero a los contenidos de la agenda 2030 y el progresismo en general.

Así las cosas, los ataques a los sexos, a la familia, entre otros, no han hecho mas que debilitar a las sociedades occidentales (no se sabe a ciencia cierta si por un solo capricho o respondiendo a un plan delineado con anterioridad).

Es decir, en el caso especifico de Francia, las culpas del origen de todos estos problemas son compartidas. Entre locales y visitas.  La libertad, la nación, los valores en común de la sociedad son todos bienes muy preciosos. Y hay que defenderlos. No solo con voluntad, sino que, más fundamentalmente, con conocimientos, y no con caprichos o modas conceptuales.

El daño está hecho. Es probable que el gobierno de Macron pueda sofocar la actual rebelión, pero la semilla esta germinando y el desosiego seguirá latente.

En tanto la democracia siga su curso, como existe hasta ahora, es probable un cambio de signo político en las próximas elecciones. Respondiendo, por lo demás, al fenómeno que se viene observando en toda Europa que es el crecimiento de los partidos, nacionalistas o patriotas, de derecha.  Basta ver si las costuras institucionales resistirán de buen grado estos cambios, ya que ellos traen aparejados una disolución de los partidos que han utilizado las banderas del progresismo y el populismo para crecer y sobrevivir.

A la postre, es lamentable que la alternancia en el poder que antes era una cosa normal en el juego democrático, hoy deba plantearse en términos mucho mas duros y de radical contra discurso.

Estas cosas pasan cuando se dejan para mañana tareas que se han debido hacer hoy…. o ayer.

Es cada vez mas oneroso defender nuestros valores, nuestra historia, nuestras familias, creencias y tradiciones. Pero este “impuesto” es uno que todo patriota debe estar dispuesto a pagar.

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