Juan Pablo Zúñiga


Nos dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española que cretino –en su segunda acepción– es aquel que es necio, estúpido, bobo, tonto. En un lenguaje local, y más apegado a la vieja usanza, cretino es aquel que hace cretinadas, es decir, desmanes o, dicho de manera simple y directa: manos de hacha, lo que toca, lo rompe.

Desde la semana siguiente a los atentados del 7 de octubre de 2023 en Israel que la hostilidad del progresismo nacional hacia dicho Estado ha aumentado a peligrosos niveles que rayan en el delirio. El odio de las izquierdas hacia el Estado de Israel y hacia el pueblo judío no es de ahora, sino desde siempre. ¿Por qué? Porque el Estado de Israel es la antítesis de lo que son las izquierdas: Son una nación democrática, con una economía sólida y con un desarrollo científico y tecnológico de punta que les ha permitido hacer florecer el desierto y ofrecer a sus ciudadanos un estándar de vida de primer mundo en nada menos que 70 años.

Este odio patológico hacia Israel responde a las profundas rabias y resentimientos naturales en las izquierdas por todo aquel que tiene la osadía de ser exitoso. El odio es irracional, por ello usted puede ver que, para demostrar y desatar sus rabias hacia Israel, toman la bandera de la causa árabe, pero sin saber ni siquiera geografía básica de Oriente Medio. Es que esto de tomar banderas y causas ajenas es algo muy propio de aquel que necesita –casi como un adicto– de motivos para darle rienda suelta a las furias internas derivadas de sus fracasadas vidas.

El Sr. Boric pertenece a ese mundo de odiosos y cretinos que, en su irracionalidad, no miden el daño que le hacen a Chile al manifestar su antisemitismo y profundo rencor hacia Israel. La diplomacia es materia que requiere paciencia, negociaciones a largo plazo y símbolos que, aunque parezcan insignificantes, dicen mucho.

Como diputado, el Sr. Boric visitó Gaza y las instalaciones de los ya casi extintos Hamás. El Boric presidente se dio el lujo de cerrarle la puerta en la cara –literalmente– al embajador de Israel. Rechazó los amables regalos enviados por la comunidad judía de Chile por motivo de Rosh Hashanah (año nuevo judío) y no ha escatimado en palabras para llamar a Israel y su embajador de criminales, asesinos, genocidas y quién sabe cuántas barbaridades más. Recientemente le cerró las puertas a Israel para participar en la FIDAE, poniendo en riesgo contratos militares, actualizaciones de sistemas de navegación de la flota de aviones de combate de la Fuerza Aérea de Chile y, de paso, destruyendo aún más las relaciones con Israel, que han sido impecables durante 70 años.

Vienen tiempos de guerra y este muchachón barbudo se da el lujo de poner en vilo las relaciones con dos claves proveedores de tecnología militar, apoyo material y logístico, como los son Israel y Gran Bretaña, en el caso de este último, al cerrarle los puertos chilenos a buques de bandera británica salidos desde las Falklands. Así opera el cretino, no mide las consecuencias del daño que genera y no piensa en perspectiva. En tiempos de guerra, teniendo problemas limítrofes pendientes, destruyendo las relaciones con aliados clave, al tiempo que Argentina cierra exitosos contratos militares con Israel, el horizonte se ve muy negro.

Si bien el antisemitismo les resulta muy natural, hay un motivo superior para la actual escalada anti-Israelí: Venezuela. El régimen de Maduro –junto con el cubano y el boliviano– tienen a Irán por detrás. Si la insurrección de octubre del 2019 tuvo elementos logísticos y materiales provenientes del eje del mal Teherán-Habana-Caracas –lo cual algún día saldrá a la luz– el actual gobierno, que llegó al poder gracias a la destrucción insurreccional, no solo tiene, sino que debe destruir las relaciones con Israel, caso contrario, desde el eje del mal pueden revelar los nombres y acciones de cada una de las personas que estuvieron involucradas en la insurrección y que hoy nos gobiernan.

Mientras tanto Chile se cae a pedazos, se cierra el cerco y el progresismo cada vez se ve más acorralado. Cómo irá a terminar este gobierno, no podemos decirlo, pero muchos elementos apuntan a un fin catastrófico para los señoritos de la moral superior. Ese es el sino del cretino: de tanto destruir, todo termina colapsando sobre ellos

Fuente: https://viva-chile.cl/2024/03/cretinada-tras-cretinada/

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