6 de Octubre de 2022 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Entre recortes que examiné sin motivo, apareció un artículo en "El Mercurio" de diciembre de 1971 de Alone, seudónimo de Hernán Díaz Arrieta, el más famoso crítico literario de entonces, titulado "Salvemos la Palabra". Se refería a un comentario mío del 6 de diciembre de 1971 en Radio Agricultura, según el cual el país estaba siendo destruido por el gobierno marxista. Alone concluía que, mientras eso pudiera denunciarse, todavía quedaba una esperanza. 

Medio siglo después estoy en lo mismo. De nuevo Chile en manos del comunismo y siendo arruinado por éste. La diferencia: hoy está apoyado en su principal propósito (derogar la Constitución) por, prácticamente, todas las fuerzas sociales, de opinión y políticas importantes. Gobierno, partidos de oposición, principales diarios, canales de TV, radios, figuras representativas de todos los colores políticos con un solo propósito. Por poner nombres de actualidad, desde Cayetana Álvarez de Toledo a Daniel Matamala, discrepantes en todo, salvo en lo que más interesa al comunismo: cambiar la Constitución. Imposible no reconocer el triunfo de éste en "la batalla de las batallas", pese a haber perdido estruendosamente, hace un mes, el plebiscito que ratificó la Constitución. Más notable es entonces, como acaba de probar José Antonio Kast, desmintiendo a Matamala, que nunca en 30 años el cambio de ella fue prioridad entre la gente. Pero ¿cuándo la gente ha mandado a los políticos? En Chile sucede al revés. Además, para los rojos la Carta es el gran bastión de la libertad a derribar.

Chile está hoy más indefenso que en 1971, porque está más equivocado. Mejor dicho, engañado. Es casi unánime la versión de que el modelo neoliberal ha generado el malestar. Falso. Lo generó la izquierda con su Transantiago, que privó a la masa de horas de hogar; con la inmigración descontrolada de Bachelet, que hizo caer las remuneraciones de los pobres y resintió los servicios de salud y educación; con las alzas de impuestos de Bachelet-Piñera, que contrajeron el crecimiento y los empleos; con la anulación de Carabineros, que les impidió reprimir saqueos, vandalismo e incendios del metro, iglesias, buses y propiedades. 

Fue, en verdad, un golpe maestro: trastrocar la verdad y culpar al "neoliberalismo". Recorté lo que escribió una empresaria, completamente engañada, el 1ª de noviembre de 2019: "muda, estupefacta, en silencio. Así he estado en estas últimas semanas, con un profundo dolor por la ceguera de no haber visto y no haber empatizado con el malestar generalizado a pesar de todas las señales de evidente descontento y pido perdón por eso". 

Eso no ha parado. El marxismo ha destruido grifos, semáforos, trenes, buses, maquinaria; saqueado comercios, liquidado barrios enteros y devastado comunas como Valparaíso y Santiago. Y la empresaria se autoculpó de haberlo provocado. Ayer Evelyn Matthei se abraza con el subsecretario comunista Cataldo, persecutor de Carabineros, como si fuera un benefactor. Y hoy Richard von Appen, por los industriales, y Marisol Peña, por los juristas, se ofrecen en "El Mercurio" para facilitar la sustitución de la Carta, bajo la cual se salvó el país de la ruina y la guerra civil hace 50 años, y que les dio diez años de vida adicionales y diez centímetros más de estatura a los chilenos. ¡Hay que cambiarla cuánto antes!

Si Neruda pudiera resucitar de felicidad por lo que sus camaradas están logrando a expensas de la ingenuidad de los chilenos, lo haría hoy.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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