11 DE FEBRERO DE 2022 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Chile se está quitando la vida como exmejor país de América Latina, con la colaboración al suicidio de parte de la élite encabezada por el rey del entreguismo político, Sebastián Piñera, que aportó el revólver para ser puesto en la sien del país y que fuera gatillado el 15 de noviembre de 2019.

Ya con una bala en la cabeza Chile intenta sobrevivir. Lo mismo le pasó a la mayor de Carabineros Ingrid Olderock, víctima propiciatoria entre las mujeres uniformadas, de igual forma como el brigadier Miguel Krassnoff lo es entre los varones. La leyenda negra urdida por el marxismo la presenta como la "Bestia", en un film corto, candidato al Óscar, según vi en la primera página de "El Mercurio" de días pasados. La propaganda describe mundialmente a la mayor como "hija de padres nazis" que se dedicaba a amaestrar Dobermans para violar mujeres presas "por pensar distinto". 

Todo falso, porque sus padres llegaron a Chile en 1926, cuando el nazismo estaba en pañales y lejos de gobernar Alemania. Nunca nadie denunció ni probó ante tribunal alguno que Ingrid, de hondos principios cristianos, hubiera utilizado un perro para violar mujeres. Lo único cierto era que en su casa acogía caninos y tenía 15, ninguno Doberman. Sirvió en centros de detención de mujeres delincuentes y guerrilleras antes de que existiera la DINA, pero a las órdenes del general Manuel Contreras. La leyenda negra sólo proviene de versiones de exmiristas presas que siguen el instructivo guerrillero. Tal asesinato de imagen llevó a que alguien  atentara contra la mayor, disparándole dos tiros: uno le atravesó la mandíbula y el otro quedó alojado en su cráneo. Sobrevivió en estado precario y ello condujo a su muerte prematura, a los 58 años, estando ya en condición de retiro.

"Murió en la impunidad", reclama ahora la prensa roja. Otra mentira, pues cualquiera pudo haber accionado contra ella durante el gobierno militar, como sucedió con los detectives del "Comando de Vengadores de Mártires", condenados en los años '70 por aplicar apremios ilegítimos; o con el oficial que aplicó malos tratos a un transportista del FPMR. Bajo el gobierno militar fue la primera vez en Chile que se condenó por torturas, pese a las previas, comprobadas y confesas, practicadas en los gobiernos de Frei Montalva y Allende, en particular por el subdirector de Investigaciones de éste, el comunista Carlos Toro, al dirigente juvenil Juan Luis Ossa, en enero de 1972 y publicadas en detalle en "El Mercurio" de la época, sin que nadie lo desmintiera. Contra la mayor Olderock, en cambio, no había pruebas, ni las hay hasta ahora, de las monstruosidades que se le imputan.

La izquierda espera horrorizar al mundo con el film "La Bestia", sobre todo si obtiene el Óscar; y acentuar la predisposición global contra el régimen que salvó a Chile --sólo transitoriamente, por lo que vemos ahora-- del comunismo.

Entretanto, en la Convención Constituyente totalitaria (la domina la izquierda extrema, heredera de la URSS) se han rechazado iniciativas de norma fundadas en decenas de miles de firmas para garantizar la libertad de pensamiento, de culto y de conciencia. También se rechazó otra, patrocinada por gremios empresariales, destinada a garantizar la libertad económica. Y otra que garantizaba el derecho de propiedad. Los propios convencionales de izquierda se sintieron expuestos y han tenido que presentar textos sustitutivos sobre libertad y propiedad que no han dejado contento a nadie.

Así están alojando en el cráneo del exmejor-país-de-América-Latina un proyectil que quedará ahí para darle muerte lenta, con pérdida de las libertades esenciales. Pues no se ha olvidado al jurista y catedrático de izquierda Enrique Silva Cimma, que declaraba su admiración por la forma en que la Carta de 1980 garantizaba libertades y derechos. Ni se puede olvidar que bajo la actual Constitución de la Libertad se redujo la pobreza de 40 a 8 % ni que el quintil más pobre aumentó su ingreso el doble que el más rico ni que el indicador de desigualdad Gini disminuyó de 57 a 46 ni que éramos el país con mayor permeabilidad socio-económica (facilidad de los más pobres para ascender a más ricos) de toda la OECD. Pero, mientras nos llenamos de inmigrantes que vienen al "capitalismo salvaje" a buscar lo que no encuentran bajo el "socialismo del siglo XXI", el periodismo rojo convenció a una opinión pública dócil a las consignas de que los pobres estaban peor y éramos cada vez más desiguales.

¡Sácate la bala de la cabeza, Chile! ¡Entierra la olla de grillos y recupera tu libertad!