30 DE DICIEMBRE DE 2021 

 

 

 

 

 

Hermógenes Pérez de Arce


Voy a volver a leer “1984”, de Orwell, porque el resultado de la elección me ha convencido de que Chile se ha convertido en un país orwelliano: los valores son antivalores, la verdad es mentira, lo que es bueno está mal, vence el peor con el programa peor y la mayoría lo encuentra genial; la justicia comete injusticias, la verdad judicial es mentira, el derecho se ha retorcido hasta distorsionarse por completo y la historia oficial y el profesorado enseñan lo contrario de lo que realmente sucedió. En fin, los totalitarios violentos pasaron a ser "demócratas" y “víctimas”, mientras quienes los vencieron y pacificaron al país hoy son “violadores de DD. HH.” que se secan en la cárcel.

Tan generalizada es la metamorfosis que una columnista de “El Mercurio”, representativa como la que más del establishment (Instituto de Chile, Academia de Ciencias Sociales y ¡Morales!, Academia de la Lengua) admira “a los jóvenes (que) ya no se casan, pasan a vivir juntos como parte natural de una relación”. Y se alegra de la derrota de José Antonio Kast porque, dice, “es un hombre de verdad a la antigua, y la antigua ya no se sostiene”. El “pecado social” de éste es ser casado en únicas nupcias, tener nueve hijos y defender a la familia como núcleo fundamental de la sociedad. Y ha sido derrotado por “el bueno”, un adversario que a los 35 años no se ha casado ni tiene hijos, “un hombre nuevo”, moderno, un mechero contrario a las normas, que pasa bajo los torniquetes y, por tanto, “se sostiene”.

Siendo que un verdadero problema en este país angosto y ajeno es, justamente, que los jóvenes ya no se casen y la falta de matrimonios: hoy día el 75 % nace fuera del mismo y la carencia de padre o madre, y a veces de ambos (destino: Sename), conduce a que no reciban una formación adecuada y terminen en la “primera línea”, atacando a la policía, destruyendo, saqueando, quemando iglesias, descuartizando imágenes de Cristo crucificado, apoyando la revolución marxista y votando por Boric. Pero ¡qué modernos son! ¡Ellos sí que se sostienen!

¡Chile, no te reconozco! ¿También la mayoría está en estado de TOC? Yo creía que el país tenía un contingente mayoritario de gente buena y, por eso, Kast iba a ganar en segunda vuelta. Pero un ofertón de plata, un verdadero cohecho, ha contribuido a que la mayoría elija al cohechador, al candidato peor y con el programa peor. Kast venció sólo entre la gente mayor, “a la antigua”, la que “sabe mejor”, pues ya vivió el gobierno del ídolo de Boric, Salvador Allende, hoy pronto a reeditarse. Y también ganó en las comunas minoritarias donde la gente entiende lo que lee.

Analistas y medios internacionales serios se preguntan cómo ha sido posible que el, alguna vez, mejor país de América Latina, con un progreso, una libertad y una democracia envidiables, elija al peor candidato y con la peor receta, la de Maduro, Castro y Ortega. ¡Cómo podemos estar tan perdidos que afuera sólo nos aplaudan Mazzucatto, Stieglitz y Piketty!

Y entre los de menos años la mayoría ya no es siquiera “gente buena”, sino que representa otra cosa. Por eso escribí en twitter: “Dicen que el 68 por ciento de las mujeres jóvenes votaron por Boric por la oposición de Kast al aborto. Lo sentimos, chicas, sigan con los rojos. Nosotros no matamos para conseguir votos”.

No vamos a cambiar, no vamos a ponernos a sacrificar inocentes ni por un millón de votos. Y ojalá Chile vuelva en sí, para mejor, a más tardar en cuatro años más… o antes, a pedido de la mayoría. Ya una vez sucedió.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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