Cristián Labbé Galilea


Esta semana política resultó “infartante” para muchos, incluida esta ya curtida pluma a quien ya nada le sorprende, al enterarse que “los señores diputados” habían aprobado “por unanimidad” (es decir sin ningún voto en contra), una resolución en la que solicitan al Presidente de la Republica medidas para: “la búsqueda de ‘la verdad y la justicia’ en las graves violaciones a los derechos humanos, especialmente en lo referido a los desaparecidos… durante ‘la dictadura militar’”.

Superado el estado de shock inicial, varios buscamos en los diputados que se dicen de derecha el porqué de tamaña barbaridad política, porque no se trataba de una simple burrada, era más que eso, era una estupidez. Las explicaciones no se hicieron esperar: “nos mal interpretaron”, “nuestra intención era otra”, “nunca quisimos decir eso”…

Cada explicación agravaba más lo ocurrido, porque denotaba desprolijidad, ingenuidad, irresponsabilidad, ineptitud… de todos, sin excepción. ¿Cómo ningún diputado pudo advertir que se trataba de “una trampa” o, al menos, “sospechar de la intencionalidad” de la iniciativa si provenía de los socialistas?

Más grave aún, cuando se percataron de cómo estaba siendo interpretada la iniciativa por la opinión pública, muchos diputados prefirieron seguir el camino fácil de guardar silencio bajo la premisa de… “el que explica, se complica”.

Otros, los promotores de votar favorablemente la inédita resolución, salieron a explicar el sentido de lo que quisieron decir, pero fueron pocos y poco claros… menos aún convincentes.

Así las cosas y, después de analizar las circunstancias, esta comprensiva pluma entendió que el tema guardaba relación con los contenedores en el Instituto Médico Legal, al menos 69, que guardan osamentas no identificadas de fallecidos en la época del 73, y que la izquierda sistemáticamente se ha negado a investigar sus identidades.

Lo anterior tiene una explicación muy simple: a la izquierda “se le vendría abajo una veta muy lucrativa” porque, si se hiciera un trabajo serio y sistemático… “aparecerían muchos desaparecidos” y se les acabaría el “jugoso” negocio de los DD.HH.

Si la intención de los diputados era denunciar esa práctica, “les salió el tiro por la culata”, pues la opinión pública quedó convencida que “todos los parlamentarios de derecha votaron a favor de una resolución que acusa de ‘dictadura militar’ al gobierno de Pinochet y que apoya la ‘búsqueda de verdad y justicia’ de las violaciones a los DD.HH. durante la dictadura”.

Por último, cuando uno ve situaciones como la descrita, es fácil entender por qué el ciudadano común siente tanta repulsa por “los señores políticos”, y por qué la derecha, intentando ser “ecléctica”, perdió hace tiempo su rumbo.

Una reflexión final… a la “derecha” le va a ir mejor cuando tenga la valentía y el coraje de hablar y actuar, convencida: que representa los valores y principios de la Sociedad Libre, y que sus silencios y ambigüedades la han alejado de sus adherentes… tal como me lo dijo un parroquiano: “lo que pasa es que, hoy por hoy, ¡la derecha… no es tan derecha!”.

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