Cristián Labbé Galilea


Entramos en “modo vacaciones”, sensación similar a cuando, en un vuelo, se apaga la luz de “mantener ajustados los cinturones”; es algo así como “chao realidad”. Lo lamentable es que esa maravillosa alucinación dura hasta cuando, ya relajados, miramos (virtualmente) por la ventana y comprobamos que “las condiciones meteorológicas” en nuestro país son “de miedo”.

Literalmente “de miedo…”: por donde se la mire, todos los días y como nunca antes, crimen, violencia y delincuencia dan cuenta de una “tormenta delincuencial”, al punto que ya no se está protegido y menos seguro en ninguna parte; calles, barrios, carreteras, regiones, están en manos de “anarco delincuentes” que aniquilan nuestra tranquilidad y seguridad.

Es paradójico que, siendo ésta la principal preocupación de la ciudadanía, la autoridad pareciera no existir y, si aparece “la modelo” que oficia de vocera, es para amenazar a los antisociales con toda suerte de acciones que, por supuesto, no conducen a nada concreto.

Además de paradójica, la situación resulta… incomprensible porque, mientras la violencia campea a todo nivel, el General Director de Carabineros, responsable principal de combatir la delincuencia, es perseguido judicialmente por haber cumplido con su deber y por haber impedido la caída del gobierno de la época, a raíz de los actos de violencia de octubre de 2019.

Acentúa lo chocante de la situación el que “los verdugos” del General Director son dos conocidos Fiscales que no han perdido oportunidad para denostar a dicha institución policial, al punto que uno de ellos ha señalado que “Carabineros es una cueva de encubridores”. Además, todos los que están hoy en el gobierno, en su momento no ahorraron epítetos para descalificar a las fuerzas de orden… incluido el Presidente.

Aprovechando que el país está en “modo vacaciones”, el General, hoy en calidad de imputado, ha sido notificado que será formalizado el 7 de Mayo por violaciones a los derechos humanos durante los actos vandálicos de octubre de 2019.

Claramente el gobierno, y particularmente el Presidente, se ha metido en “un Gran zapato chino”, ya que, desde que son autoridad, no han ahorrado loas para Carabineros y su General Director, ni han escatimado recursos para ganarse su lealtad mediante la entrega de equipamiento.

Por lo mismo, no tienen cara para pedirse la renuncia al General. Sería una pésima señal política en los momentos de violencia e inseguridad que se viven, pero tampoco tienen piso para responder a quienes como el Partido Comunista y la izquierda más dura exigen “la cabeza del General Director”.

Así las cosas, en última instancia la palabra la tiene el General, quien debiera estar más que claro que no puede fallarles a sus Carabineros; todos ellos pertenecen a una institución donde las lealtades y los liderazgos son la base del orden y la disciplina.

Por último, esta pluma, que hoy escribe con tinta “verde”, recuerda a sus contertulios que “los grandes pilotos se prueban en las tormentas” …. El General Director tiene un solo camino: “no renunciar y mantener firme la caña… a pesar de las turbulencias que se puedan generar”.

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