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04 enero 2022 

 

 

 

 

 

Tomas Bradanovic


Nunca fue una teoría económica y no se escribieron libros que lo justificaran, sin embargo el pensamiento mercantilista fue predominante hasta el Siglo XVIII más o menos. Adam Smith se dedicó a combatir esas ideas, especialmente en La Riqueza de las Naciones, basado en las ventajas absolutas de algunos países respecto de otros para producir cierto tipo de mercancías, 

Ventajas comparativas
Pero
 fue David Ricardo el que desacreditó completamente las ideas mercantilistas con la Teoría de las Ventajas Comparativas, que hasta el día de hoy es el fundamento del comercio internacional usado por todos los países exitosos.

Es muy sencillo de entender, además de evidente. Las ventajas absolutas se basan en la idea de división del trabajo de Smith y simplemente dice que algunas personas, empresas o países tienen ventaja natural sobre todos los demás que les permite producir un bien a menor costo. Estas ventajas pueden ser localización, clima, capital humano y cosas por el estilo.

Ricardo fue más lejos diciendo que la ventaja comparativa es la capacidad de una persona, empresa o país para producir un bien utilizando relativamente menos recursos que otro. La diferencia es que en el comercio entre dos países no es necesario que un país tenga ventaja sobre todos los demás, basta con que tenga ventajas sobre el país con que va a comerciar. 

Ricardo da un ejemplo estupendo diciendo que en Escocia si quisieran producir vinos habría que armar invernaderos, calefaccionarlos y todo eso para que crezcan las uvas y si en Francia, cuya tierra y clima permite obtener vinos excepcionales, quisieran producir whisky, la cebada no se daría tan bien y estarían malgastando tierras en lugar de ocuparlas para plantar viñas que les producen más valor. La conclusión es que en el comercio entre ambos países, Francia debe exportar vino a los escoceses y Escocia debe exportar whisky a los franceses. Algo obvio, pero que a nadie había explicado antes con tanta claridad. No es necesario que los países produzcan el mejor vino y el mejor whisky del mundo, basta con que sean mejores en relación al país con que están comerciando.

Mercantilismo
Pero 
volvamos al mercantilismo, como era antes, en la casi prehistoria de la economía. El mercantilismo tenía unos pocos principios que parecían muy lógicos y de sentido común, como por ejemplo:

  1. Siempre es mejor producir y vender productos elaborados antes que materias primas, porque los productos elaborados se pueden vender a mayor precio (es la idea del "valor agregado"). Es decir "que todas las materias primas que se encuentren en un país se utilicen en las manufacturas nacionales"
  2. Siempre hay que obstaculizar en todo lo posible la importación de manufacturas extranjeras, aunque sean de menor precio, porque se le estaría "regalando" el valor agregado al país extranjero.
  3. Prohibir las exportaciones de oro y plata, restringir la posesión de oro y plata en manos de particulares, tratar de exportar la mayor cantidad de productos manufacturados en el país, recibiendo siempre el pago en oro y plata

Creo que en esos tres puntos se condensan las ideas principales del mercantilismo ¿Qué tiene de malo? ¿Dónde está el error? El problema fundamental con el mercantilismo es que cuando se usaba, la riqueza del país era la riqueza personal del monarca. Entonces las ideas mercantilistas eran muy provechosas para el monarca aunque resultaban ruinosas para el país.

Eso de la riqueza personal es lo que explica la prohibición de exportar oro y plata ¡porque al final el oro y la plata era la riqueza que llegaba al real bolsillo del monarca! Por lo mismo se restringía la posesión de oro y plata en manos de particulares. Lo que se fomentaba era la circulación entre el pueblo de moneda nacional, es decir fichas o papeles emitidos por el monarca, mientras que el oro y plata se quedaba en los cofres de Su Divina Majestad. Por lo mismo se exigía que las exportaciones fuesen pagadas en oro y plata.

El problema del mercantilismo, es que resultaba ruinoso para el país porque fomentaba un control enorme del estado para beneficiar al monarca, aunque eso implicara una producción ineficiente ignorando las ventajas comparativas. 

Si un país se concentra solamente en agregar valor, ignorando las ventajas y desventajas comparativas que tiene con los países que comercia, queda condenado a la producción ineficiente. En la obligación de dar "valor agregado" a sus materias primas, sus productos resultarán más costosos que los de países que están en ventaja. Esto produce contrabando y mercado negro, tal como ocurre cuando existe fijación de precios.

Las ventajas comparativas son muy sencillas de entender. Es cuestión de mirar la experiencia de los países socialistas o de las políticas cepalianas durante la "década perdida" de América Latina. Cuando un país decide hacer todo lo que necesita, importando lo menos posible y exportando todo lo que pueda sus productos serán caros e ineficientes.

Solo piensen cómo era Chile durante la "sustitución de importaciones" cuando autos y electrónica eran armados en Chile y las importaciones tenían una tasa de hasta un diez mil por ciento ¿Se enriqueció Chile con eso? Todo lo contrario, nos llevó a la mediocridad y finalmente a la ruina porque sin ventajas comparativas y con monopolios protegidos por el estado la producción era mala y cara.

¿Exportábamos? Claro entre nosotros, a Argentina, Paraguay y cosas así. El "Grupo Andino" era el grupo de los mediocres que se exportaban entre si sus productos caros, malos y anticuados. A partir de 1974, la economía chilena se abrió al exterior el país quedó expuesto a la competencia internacional y eso impulsó el mayor despegue económico de nuestra historia. La evidencia está a la vista, solo un ciego no la podría ver.

¿Y por qué diablos todavía existen mercantilistas que promueven los tres absurdos puntos que mencioné más arriba? 

Les diré un secreto del que pocos se han dado cuenta: los políticos actuales del socialismo y la social democracia buscan el gobierno con la misma mentalidad de los antiguos monarcas, convencidos que la riqueza del país se identifica con su riqueza personal y para eso el mercantilismo funciona de manera espléndida. Los lujos extravagantes de Luis XIV "el Rey Sol", fueron financiados por su ministro favorito Jean-Baptiste Colbert, en los 22 años que duró en el cargo. Así construyó sus palacios y otras cositas pocas, mientras Francia caía en la peor crisis económica que fue generando una seguidilla de revoluciones.

Cuando hablan de la licitación del litio, que debe ser de todos los chilenos y que se deben fabricar autos eléctricos en Chile en lugar de exportar las sales de litio, esa tracalada de idiotas no sospecha que menos del 10% de la materia prima de las baterías es litio, el resto son cosas que no existen en nuestro país. ¿Hacer autos eléctricos o baterías en Chile? ¿A más de 10.000 kilómetros de los mercados, con miserable infraestructura piensan competir con las fábricas chinas? Estos se pegaron en la cabeza, es difícil concebir tan grande estupidez.

Aunque tal vez no sean tan estúpidos después de todo, recordemos que el país les importa un comino y lo que les interesa realmente es su patrimonio personal, hacer sus Petit Versalles y acumular millones igual que Luis XIV. Y para eso el mercantilismo si que funciona, recuerden que cuando alguien dice "el litio es de los chilenos" se refieren no a todos los chilenos, sino a ellos mismos y su camarilla de amigotes. Esa es la verdadera razón por la que el mercantilismo ha resultado tan duro de matar.

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

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