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Fabiola Torres,
Directora para Chile de Fundación Salvar el Uno


La Juventud Femenina del Movimiento Schoenstatt de Viña del Mar organizó el foro “Hablemos sobre Feminismo”, donde una de las expositoras era una psicóloga de la Universidad Católica, capacitada en género y diversidad sexual y la otra, una licenciada en Derecho.

Presentaron la ley del aborto aprobada en 2017 al mismo nivel de la extensión del pre natal como conquista del feminismo y, como discriminación a la mujer el hecho de que en una pareja de lesbianas con un embarazo por fertilización asistida, sólo la que parió quede inscrita como madre en el registro civil, "siendo que ambas mujeres son las madres de ese hijo" (sic).

Al ser contactado para evitar la realización del foro feminista, el padre Juan Pablo Rovegno, director del Movimiento de Schoenstatt en Chile, señaló que cancelar el evento “sería un signo de autoritarismo” y enfatizó la importancia de “la capacidad de discernir entre nuestros ideales y lo que nos muestran las ideologías que nos circundan, para poder confirmar y optar por los primeros”.  Lamentablemente, esto no fue lo que ocurrió en el foro que llevó el sello de aprobación de Shoenstatt, simplemente, se mostró sin contrapeso una visión positiva del feminismo actual.  Faltó una crítica formativa de los valores que adornan a una mujer católica.  Jóvenes con un genuino interés por lo que la Iglesia tiene para ofrecerles, reciben en cambio, un sucedáneo venenoso.

La llamada al “diálogo” del padre Rovegno, choca con el silencio ensordecedor de una postura propositiva de la belleza del ideal Católico para nuestros jóvenes:  No hay que ser un gran conocedor de la realidad de la Iglesia para saber que la feligresía en general y la juventud en particular están en la más completa oscuridad respecto a temas doctrinales y morales

¿Podemos culpar exclusivamente a las organizaciones? Ciertamente que no, pero sería iluso pretender que ha sido inocua la falta de contenidos realmente Católicos de parte del clero y las instituciones cuando hay ya varias generaciones de jóvenes que, después de hasta 17 años en instituciones “católicas” (considerando la escolaridad completa y la universidad) declaren abandonar una Fe, a la que en verdad, nunca conocieron. Si bien la primera formación debe ser dada por la familia, no podemos tener congregaciones, parroquias y colegios "católicos" no sólo silentes frente a una abrumadora propaganda marxista, si no que cómplices, promoviendo contenido anti vida, anti familia y, a fin de cuentas, anti católico.

Esconder la cabeza como el avestruz no es la solución: estos contenidos inevitablemente llegarán a nuestros hijos, están en todas partes, pero estamos en deuda respecto de la formación de las conciencias, particularmente de niños y jóvenes para tener una mirada crítica, no complaciente de todas las mentiras con las que el demonio nos quiere engañar, porque seamos claros, el feminismo y la apología que se hizo en un movimiento supuestamente Mariano fue un acto del enemigo, es una burla a nuestra Madre, de la que Shoenstatt dice tener particular devoción.

El pretender poner la verdad al mismo nivel del error es un mal que ya el papa Gregorio XVI condenó, señalando el indiferentismo como una:

“opinión perversa, según la cual es posible obtener la salvación eterna del alma por la profesión de cualquier tipo de religión, siempre que se mantenga la moral. (...) Esta fuente vergonzosa de indiferencia da origen a esa proposición absurda y errónea que afirma que la libertad de conciencia debe mantenerse para todos. (Encíclica Mirari Vos Arbitramur, 15 de agosto de 1832).

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