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Tomas Bradanovic


 

Encontré en el sitio de Memoria Chilena el original de "El Ladrillo: Bases de la Política Económica del Gobierno Militar Chileno", el libro tiene un prólogo de Sergio de Castro, donde narra brevemente la historia de este libraco que muy pocos deben haber leído, porque, según tengo entendido, nunca llegó a publicarse. Bueno, en el prólogo de Castro cuenta la historia de como fue elaborado por un grupo de economistas y empresarios para la campaña presidencial de Jorge Alessandri en 1970.

Cuando Alessandri pierde la elección el libro queda olvidado, pero a fines de 1972, Emilio Sanfuentes pidió a los autores originales que lo actualizaran, adelantándose a la posibilidad que un nuevo gobierno necesitaría tener un plan económico coherente. Cuando los militares llegan al poder en 1973 el Ladrillo encontró buena acogida en la Armada, donde se manejaba el diseño de la reconstrucción económica. Y así fue como en la primera exposición de hacienda pública, dada por el contraalmirante Lorenzo Gottuzzo, primer ministro de hacienda del Gobierno Militar, se expuso el plan de recuperación económica del gobierno basado en el Ladrillo.

¿Por qué el Gobierno Militar no sucumbió a las tentaciones de los desarrollistas, como comentaba Wilson? Yo creo que eso tiene que ver con el pensamiento militar, muy diferente del de los civiles. Todo oficial superior tiene una formación muy sólida en planificación estratégica y conocen perfectamente que las estrategias no deben ser reactivas, ni menos cambiar de acuerdo a los sucesos que ocurren, esa es la negación del pensamiento estratégico.

En eso hay una diferencia fundamental con cualquier gobierno político en democracia, que está obligado a ser reactivo y cambiar de dirección permanentemente para mantenerse en el poder. Esa es una de las mayores miserias de la democracia, que impide desarrollar estrategias de largo plazo. El caso es que La Junta de Gobierno primero y después el general Pinochet, se mantuvieron firmes en la misma dirección, siguiendo el programa de El Ladrillo a todo evento.

No hay que olvidarse que en 1982 Chile tuvo la segunda peor crisis económica de su historia. Entonces el general Pinochet vaciló y cayó en la tentación del desarrollismo, nombrando en 1984 al político Luis Escobar Cerda como ministro de hacienda. Escobar aumentó en gasto público y subió los aranceles al 35%, es decir, empezó a aplicar la receta cepaliana otra vez.

Pero le duró poco, en algo más de un año el general Pinochet despertó de esa ilusión y se dio cuenta que por ese camino Chile volvería a la mediocridad por buscar popularidad "aliviando la situación de la gente". Y por esos vuelcos milagrosos de la historia, colocó a Hernán Buchi como el nuevo ministro de Hacienda, desde entonces se sentaron las bases para el despegue y Escobar quedó solo como un mal recuerdo.

Creo que la historia de cómo reaccionó el gobierno tras la crisis de 1982 es una lección maravillosa del valor de mantenerse firme en las decisiones estratégicas, sin importar lo que pase en la coyuntura táctica del día a día. El Ladrillo ya había demostrado su potencia hasta 1982, con el enorme impulso que tuvieron las exportaciones no tradicionales. Pero la implementación tenía debilidades regulatorias, especialmente en la Ley de Bancos. Había que corregir las debilidades manteniendo la estrategia y eso fue lo que hizo Buchi.

El resto es conocido, en esos años se hicieron las leyes de José Piñera, que resultaron ser las más importantes de nuestra historia: Ley del Trabajo, Ley Minera, Código de Aguas y AFPs, rediseñaron completamente nuestra economía, y el resultado fue el increíble raid de diez años seguidos de crecimiento a tasas superiores al 7%. Así fue como Chile se enriqueció.

Ah, tenía varias otras ideas dando vuelta en la cabeza pero me alargue demasiado así que este picadillo tendrá solo dos ingredientes, debo aprender a acortar mis latosas entradas.

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/

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