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martes, 21 de agosto de 2018

 

         Un típico ejemplo de cómo se arma un cuento sin base y se lo eleva a la categoría de verdad nacional es el caso Frei. El ex presidente se operó a fines de 1981 de una obstrucción en el esófago con el médico Augusto Larraín. Un error en la operación generó una infección y una peritonitis, la que dio lugar a otra operación. A ésta el ex presidente no pudo sobrevivir.

         Nadie entonces dijo nada de “envenenamiento” ni de intervención de terceros ni menos de “asesinato”, porque Frei vivió sus últimos días protegido y rodeado de sus más próximos, especialmente de sus médicos más amigos y ex ministros, Patricio Rojas y Patricio Silva, y del ex senador doctor Osvaldo Olguín, a quien le oí personalmente el relato de los errores cometidos en la operación final, pues ambos éramos directores de Banmédica en esos años.

         El doctor de la primera operación de Frei, Augusto Larraín, sufrió el consiguiente desprestigio a raíz del mal resultado, pero durante más de veinte años jamás dijo nada sobre una intervención de terceros en el desenlace. Al contrario, cuando poco después de la muerte del ex presidente tuvo una hija y recibió un ramo de flores de la viuda, señora María Ruiz-Tagle de Frei, se preocupó de mandar una carta a “El Mercurio” haciendo público ese gesto que lo reivindicaba y destacando la nobleza de la señora Maruja al manifestar así su ningún resentimiento por el fatal resultado de la operación de su marido.

         Sólo cerca de quince años después del fallecimiento de Frei Montalva la hija de éste, Carmen, empezó a vocear sospechas de que hubiera habido intervención de terceros en la muerte de su padre. Ya se había puesto de moda culpar de todo al régimen de Pinochet sin pruebas. Y ya los totalitarios se habían transformado en “demócratas”, los agresores en  “agredidos” y los victimarios que preparaban el autogolpe de 1973, denunciado por Aylwin en octubre de ese año, se habían transformado en “víctimas”, declaradas e indemnizadas como tales por el mismo Aylwin.

         Pero nadie tomaba en serio las sospechas de Carmen Frei, tanto que el entonces director de “El Mercurio”, Juan Pablo Illanes, nos refirió en una reunión de redactores que, tras preguntarle al presidente Frei Ruiz-Tagle por la denuncia de su hermana, le había replicado: “Son cosas de la Carmen”. Nunca su gobierno se hizo parte de ellas ni investigó nada, porque no había nada. Pero en Chile, si usted consigue el apoyo de la izquierda, puede fabricar un caso a partir de nada. Sobre todo si eso hace posible formular alguna acusación contra el Emmanuel Goldstein de esta nación orwelliana (“1984”) creada bajo la “dictadura del “No” que ya dura 28 años: Augusto Pinochet.

         A todo esto, en 1997 el doctor Augusto Larraín también operó a la actual senadora Isabel Allende de lo mismo que había afectado a Frei y cuando ella, al igual que éste, estaba a las puertas de la muerte con una infección generalizada, acudió al doctor Arturo Jirón, ex médico de La Moneda bajo Allende, quien procedió a operarla correctamente, limpió y esterilizó y, en parte también gracias a la menor edad de la paciente, la salvó. Isabel Allende no había tenido inconveniente en declarar de manera pública que ella no creía en el “asesinato de Frei” porque había tenido la experiencia con el doctor Augusto Larraín y sabía que sus procedimientos la habían dejado al borde de la muerte. Pero hace pocos días vi en un tuit suyo, en “La Tercera”, que ha cambiado de posición, pues ahora manifestó su apoyo a la familia Frei en su tesis del “magnicidio”. Yo tuitée entonces: “¡Oh, la política!”. Demás está decir que a la misma tesis se había incorporado con entusiasmo Eduardo Frei Ruiz-Tagle, que ya no dice “son cosas de la Carmen” sino que lanza tonantes acusaciones contra Pinochet por el “magnicidio” de su padre.

         A todo esto, “el que se sube a todas las micros”, Sebastián Piñera, ya en su primera presidencia se trepó al carro de los Frei y les prometió ayuda para conseguir un pronunciamiento pericial norteamericano que acreditara el envenenamiento, pero el perito de allá no encontró rastros de veneno.

         Antes de eso el país había sido remecido cuando, bajo el gobierno de Bachelet 1.0, el abogado de los Frei anunció que había un informe de la Universidad de Gante, en Bélgica, confirmatorio del envenenamiento. Entonces la inefable presidenta convocó a la prensa nacional e internacional a La Moneda para denunciar el magnicidio de Frei Montalva, ocasión en que su ministra Vivianne Blanlot lanzó una frase que hizo titulares: “El horror no termina”. Lo malo fue que “La Segunda” llamó a la Universidad de Gante y allá le contestaron que no existía tal informe sobre el envenenamiento de Frei. Pero el abogado de la familia replicó: “¡Hay un informe, hay un informe!”. Sin embargo, nunca lo mostró. Finalmente, renunció al patrocinio de la causa.

         Casi un cuarto de siglo después de la malhadada operación el doctor Augusto Larraín, que nunca había dicho nada, apareció en Chilevisión y al día siguiente, 19 de agosto de 2006, en “El Mercurio”, diciendo haber sido citado por el juez Madrid a declarar en la causa abierta a iniciativa de Carmen Frei:

         “Guardé por 25 años el secreto de mis impresiones respecto de las razones que habían complicado la salud del ex presidente Eduardo Frei Montalva”, señaló. Pregunto yo: ¿qué médico al cual le han envenenado a un paciente se queda callado por 25 años y no lo denuncia? Bueno, el doctor Larraín le dijo a “El Mercurio” que había guardado en secreto sus dudas y sólo se las había manifestado a su primo y senador DC, Andrés Zaldívar, que tampoco dijo nada.

         En esa versión de “El Mercurio” del 19 de agosto de 2006 aparece el doctor Larraín añadiendo que el juez Madrid le planteó “si pudo existir alguna contaminación externa”, a lo que Larraín respondió afirmativamente. “También dijo que Madrid le dio a conocer antecedentes que no conocía”. Y sigue diciendo el diario: “Sobre la forma en que se pudo producir esta contaminación externa, Larraín admitió que pudo no haber intencionalidad, ya que se podría haber causado por una mala esterilización”.

         Hoy el caso Frei cobra actualidad porque la DC ha cerrado filas tras su “familia insignia” en la dudosa cruzada que ésta ha emprendido, pretendiendo que el gobierno de Sebastián Piñera se haga parte, pues es conocido por ceder a todas las presiones y se caracteriza, tal como su primera presidencia, por que los columnistas y opinólogos le cambian los ministros. Ahora la DC le exige pedir la renuncia a su subsecretario de Redes Asistenciales, doctor Luis Castillo, que desempeñó igual cargo durante su primera administración, pero entonces la familia Frei no se había dado cuenta de que había tenido bajo su cargo en la UC las muestras de anatomía patológica de Frei Montalva. Ahora al saberlo decidió acusarlo de haberlas ocultado y, por tanto, de ser “encubridor” del magnicidio, todo lo cual es falso, porque esas muestras se tomaron a petición del equipo médico del ex presidente (existe documento), los resultados fueron entregados a dicho equipo médico (existe documento) y hasta octubre de 2002 (veinte años después de la operación) nadie de la familia ni del equipo médico requirió esa información, según expresó en carta al diario el ex decano de Medicina UC, doctor Gonzalo Grebe. Añadió que cuando la señora Carmen Frei la pidió, se le entregó (“existe documento que puede ser público”, afirma). Es decir, cero encubrimiento y cero culpa del doctor Castillo, pero la DC sigue presionando a Piñera para que lo defenestre, cosa que nadie, conociendo a Piñera, puede desechar.

         A todo esto, uno de los médicos más amigos de Frei Montalva, su ex ministro Patricio Silva Garín, que quiso ayudarlo en la secuela infecciosa de la operación de Augusto Larraín, aparece procesado como autor del “asesinato”; y otro, Patricio Rojas, ex ministro del Interior, que también manifestó no creer en la tesis del “magnicidio”, sufrió tal embate de injurias desde el seno de la DC que don Patricio Aylwin tuvo que salir en defensa de su buen nombre.

         Todo lo cual prueba que usted en Chile, si quiere culpar a Pinochet, puede armar cualquier cuento y transformarlo en proceso judicial en manos de un juez de izquierda, con buenas perspectivas. Pues, según asegura el columnista sabatino de “El Mercurio”, Francisco Covarrubias, “en octubre el juez Madrid probablemente fallará que a Frei Montalva lo mataron”. Ahí tendrá usted la guinda de la torta de la decadencia moral de la “dictadura del ‘No’” que ya cumplió 28 años.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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