Por Raúl Pizarro Rivera
“Con Chile Vamos estamos en contacto permanente, no solo para un acuerdo parlamentario, sino, también, en lo programático". Estas expresiones corresponden a Ximena Rincón, la líder más visible del centrismo político nacional, la carta de Demócratas y Amarillos y de todos los viudos de la antigua DC, que alguna vez hizo historia por su mayoría y protagonismo.
Su aseveración, nada sorpresiva por lo demás, podría considerarse el giro definitivo que las cúpulas de RN y la UDI tomaron para distanciarse de su histórica y fundacional doctrina de derecha.
El giro al centrismo de Chile Vamos es de sus cúpulas, porque se desconoce, en su exacta dimensión, cuáles son el sentimiento y la postura de las bases de ambos partidos y, específicamente, de quienes, por décadas, han simpatizado y adherido a dichas colectividades, precisamente por su firmeza ideológica y su rectitud doctrinal.
Este cambio de orientación ha impactado fuertemente en su candidata Evelyn Matthei, quien, tras meses de encabezar, y con gran ventaja, las encuestas de respaldo ciudadano, hoy está por debajo de José Antonio Kast.
No pocos, al interior de Chile Vamos, atribuyen este estancamiento al temperamento cambiante de su candidata (“ella es así”), pero ocultan reconocer que su variante conducta no es fruto exclusivo de su personalidad, sino de su forzado (¿u obligado?) giro hacia el centro y centroizquierda como consecuencia de las negociaciones reveladas por Rincón. La sangre demócrata cristiana engrosa las arterias de todos sus mundos afines, porque, tras muchos años como vagón de cola y de ninguneo en el hogar común de la Concertación y de la Nueva Mayoría, huele la opción de recuperar un rol hegemónico, como en sus tiempos de gloria.
Isidro Solís, vocero de Amarillos, ratificó estos propósitos: “la idea con Chile Vamos es abarcar desde la centroderecha hasta la centroizquierda”, objetivo que, si se lee bien, pondría en jaque la necesaria mayoría parlamentaria que requiere un Gobierno de derecha a partir del próximo período.
Matthei partió con una ventaja casi inalcanzable, y ello precisamente por su pasado, formación y doctrina de derecha pura. Pero obligada a convocar al centrismo de irrelevancia electoral e incluso a los desencantados del Socialismo Democrático, mancilló su identidad política, originando la decepción de su antigua clientela.
La directora de DataVoz, centro de investigación social avanzada, contó que por primera vez en Chile consultó a ciudadanos por los políticos más mentirosos: los tres primeros fueron Gabriel Boric, Carolina Tohá y Evelyn Matthei. Las contradicciones de ésta, le resultaron fatales.
La ciudadanía está erizada por culpa de este Gobierno, y si bien ello lo saben los políticos, algunos supuestamente opositores, eluden asumirlo por temor al perjuicio personal y partidista en las próximas elecciones.
Si bien parece ser una muletilla que las encuestas son sólo una fotografía del momento, siempre algo muestran, revelan tendencias y, por muy dudosas que sean, no hay que desatenderlas. Sin embargo, para aproximarse lo más posible a la realidad hay que salir de las oficinas y quitarle tiempo a tanta reunión para conocer en vivo lo que piensa y pide la gente: ni siquiera es necesario preguntarle, sino tan sólo escucharla.
La ciudadanía quiere, y, aún más, exige autoridad, jerarquía del mando y coraje para recuperar al país en forma rápida y práctica, y ello sin la necesidad de condicionar acuerdos o tender puentes con la izquierda.
Al menos en este Gobierno, quedó demasiado en claro que los acuerdos, o intentos de éstos, nunca arribaron a buen puerto, porque el marxismo nunca ha estado dispuesto a cederle alguna porción de razón a la derecha. La quiso hundir e intentó hacerla desaparecer con su empeño por tomar por la fuerza el poder el 2019 y, luego, mediante la dictatorial Convención Constitucional, el 2022.
Las cúpulas de Chile Vamos tienen un objetivo correlativo a la fracasada “política de los acuerdos” que promovió el fallecido ex Presidente, el cual, horas antes de su muerte, seguía acercándose como “útil servidor” a Gabriel Boric, ello como abono para su camino a una tercera candidatura presidencial. Sebastián Piñera nunca fue de derecha: fue democratacristiano y después ¡piñerista!: él por sobre todos.
No por pura casualidad ni por una antigua amistad desde sus tiempos de universitarios, su ex ministro y peón de oro Alfredo Moreno fue la cabeza visible de la Comisión por la paz para un conflicto cuya guerra terrorista no terminará y con “compensación por acompañamiento” a las “víctimas de la violencia”, la misma que no se ha combatido. Este personaje fue designado, ¡por un Gobierno marxista!, como director de la estatal CODELCO. ¿Para qué? ¿Para preparar algún camino?
Es este piñerismo el que maneja a Evelyn Matthei, y de ahí que ésta se vea forzada a decir lo que nunca imaginó que tendría que terminar diciendo, y ello con un costo que ya empezó a pagar.
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