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29 de octubre de 2021 

 

 

 

 

 

Pablo Errázuriz Montes


Cuando tenía trece años acompañaba a mi padre rumbo a Constitución. Un tórrido día domingo de verano, paramos a tomar algo líquido en San Javier. Mi padre al ver a un vendedor de diarios me pidió que le comprara El Mercurio. El hombre de extracción muy modesta vestía, no obstante el calor, una raída chaqueta y usaba corbata. Lo interpelé pidiéndole El Mercurio. Me contestó que el solo vendía El Siglo. Me explicó que era militante del partido Comunista y que recorría las calles de San Javier por orden partidaria. Me atreví a preguntarle si vendía todos los ejemplares. Me contestó que no; que lograba vender a un muy bajo precio muy pocos ejemplares, pero que él cooperaba con la futura sociedad socialista de esta forma. Me quedé perplejo. Que tremenda convicción podía tener un hombre para salir a repartir un diario -que además era muy aburrido- con 38º centígrados para vender tan pocos diarios. Así funcionaba el comunismo en el año 1969.

Mucha agua ha pasado bajo los puentes. El socialismo del siglo XXI es otra cosa. Somos testigos de una tendencia dominante en el socialismo latino americano: La cleptocracia. Demagogos que prometen reemplazar el infierno neoliberal llegan al poder en nuestras frágiles democracias latinoamericanas, y como por arte de magia se hacen ricos, con cuentas off shore y sociedades de inversión, veraneos en paraísos capitalistas -como nuestro alcalde de Recoleta- y discursos altisonantes contra el sistema opresor. Los hermanos Castro, los Kichnner, los Lulas, los Correa, los Maduro y algunos de los próceres de la ex concertación; milagrosamente son ricos; sin haber pagado empleados, formularios 29 y todas las ordinarieces a las que estamos sometidos quienes hemos vivido de nuestro trabajo diario.

En el 2013 en Coyhaique, conocí personalmente en una comida, al malogrado ex presidente de Perú Alan García. En el calor de los bajativos que se extendieron hasta las dos de la mañana, contó la anécdota de su asunción a la presidencia del Perú en 1985. Asistía dentro de otros, el ex presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez recordado cleptócrata de la izquierdista Acción Democrática. Ambos progresistas y socialistas. Pérez, sin ambages le señaló “Alan usted cuando ejerce el poder en latino américa, debe disponer lo necesario para proveerse de una fortuna personal, sin la cual después lo pasará muy mal”. Alan García le respondió -lo contó sin ninguna vergüenza- No se preocupe presidente, dispondré de una fortuna de dos millones de dólares. Carlos Andrés Pérez le contestó; “Alan no me ha entendido, debe usted proveerse de una fortuna de al menos cuarenta millones de dólares -hoy más de cien-. Si no lo hace después se arrepentirá”. Parece que García no le hizo suficiente caso. Debió pegarse un tiro acosado por las requisitorias judiciales por delitos de corrupción.

Cuando aparecieron los jóvenes del Frente Amplio y de sus derivaciones; sus discursos altisonantes señalaban que renunciarían a sueldos, donarían sus dietas y por ningún motivo se contaminarían con el satánico neoliberalismo corruptor. La idea era mantenerse impolutos. Gabriel Boric era uno de ellos. Me acorde entonces del disciplinado militante comunista de San Javier.

En el ejercicio del cargo de diputado, alguna vez acusaron a Boric de haberse aprovechado de un barco fiscal para asistir a un paseo a la isla Lenox donde sus antepasados croatas habían hecho patria. La imputación me pareció un pecado menor porque la finalidad, a fin de cuentas, la encontré simbólica y patriota.

Pero al parecer el compañero Gabriel no era el continuador de esa pura moral revolucionaria de nuestro militante de San Javier. En el tráfago de la campaña presidencial se ha develado un obscuro “negocito” que implicaba a su padre, en sociedad con la cónyuge del ex alcalde socialista, y ¡eureka!; Gabriel había participado interponiendo sus buenos oficios para que el “proyecto” corriera aceitado: El Serviu de Punta Arenas le compraba la propiedad en un valor que multiplicaba por 100, el valor en que sus parientes habían tenido la “suerte” de comprar. Partícipe también era una señora o señorita llamada Doris González, la compañera Doris, quien actualmente es parte de su círculo de hierro, y que se hizo famosa por sus discursos emocionados en la asamblea chavista de Venezuela que le valió un cálido abrazo del compañero Nicolás Maduro. Esta inclaudicable anti neoliberal, era artífice del negocito, porque soliviantó a pobladores para que exigieran la compra del predio de Boric papá. Si para desgracia de Chile el compañero Gabriel llega a la presidencia, ya podemos imaginar lo que sucederá. Es muy posible que le hará caso al gran cleptócrata Carlos Andrés Pérez. Todo naturalmente por el bien de la revolución y del socialismo.

Fuente: http://pabloerrazurizmontes.blogspot.com/2021/10/boric-el-socialismo-y-la-cleptocracia.html

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