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20 de marzo de 2021 

 

 

 

 

 

Pablo Errázuriz Montes


Joaquín Lavín fue designado alcalde por acto de sucesión directa, como delfín del ex de Las Condes De la Maza sin que la soberanía popular tuviese arte ni parte. Resolvió en su gobierno, sin preguntarle a sus tímidos habitantes, transformar Las Condes desde una comuna de hombre libres en una de hombres obedientes e igualitarios.

Aprovechándose de los impuestos de sus bobos y pasivos habitantes, Joaco ha desarrollado su gobierno local de la comuna más rica de Chile, lo que debería ser un reflejo de su pretendido gobierno nacional (que desafortunadamente no es tan rico). Su premisa ha sido la misma del líder de la novela 1984: exhibir su rostro sonriente de escolar bien portado, en todas las pantallas visibles, a toda hora y hasta en los servicios higiénicos municipales. Se exhibe él en videos moviendo sus manos dando ideas simples pero empáticas, como mojar las calles para que no haya smog[1]. La preferencia de Joaquín es cuidar de sus súbditos desde la cuna hasta la tumba, señalándoles imperativamente por donde deben circular, en que vehículos deben circular -bicicletas o nada es su lema-, a qué horas deben circular, en que sentidos lo deben hacer y cuanto deben demorarse desde un punto a otro de la comuna. Drones y cámaras deben hacer un seguimiento de los ciudadanos para que el municipio los controle por su bien. Para proteger su salud les ha prohibido terminantemente fumar en cualquier espacio público recreativo de la comuna. Comisarios del municipio fiscalizan el comportamiento ciudadano multando a los desobedientes. Su prurito es la igualdad. Él ha hecho un descubrimiento sorprendente: la libertad de las personas para elegir un barrio donde viva gente de sus mismas costumbres, es algo que debe combatirse en aras de la igualdad. Él con dinero de los mismos bobos habitantes de Las Condes, construirá condominios transversales donde él escogerá a dedo nuevos habitantes, “de distinto perfil” de los que viven en la comuna, para nivelar a todo el mundo y convencerlos que ellos no deben escoger donde vivir por cuanto eso en definitiva no los hace felices. Su idea ya había sido ejecutada en el gobierno de Salvador Allende que hizo la población San Luis al estilo de la fenecida República democrática alemana, para meterle a los barrios momios (así se motejaba a los hombres libres de entonces) gente de costumbres distintas para nivelarlos a las costumbres de los recién llegados. Desafortunadamente vino “la dictadura” y echó todo a perder: indujo el desarrollo económico que construyó el barrio comercial más espectacular de Latinoamérica dando al traste con la población igualitaria del antecesor en la idea de Lavín. Los restos de esa obra de arte allendista (cubos de hormigón mal compactado) se conservan por decisión de quienes retiraron el monumento de Baquedano, como si se tratara de la columna de Trajano en Roma.

Pero la propuesta socialista de Lavín es mucho más ambiciosa que la del finado Allende; nada de dictaduras del proletariado. Este es un socialismo de nuevo cuño: transformar a la población, al espacio urbano y al país, en un gigantesco jardín infantil de adultos niños, obedientes y alegres. Las calles y veredas son pintadas de distintos colores, las veredas te indican imperativamente por donde debes circular y en qué sentido, en la gráfica municipal de la campaña del coronavirus aparecen unos virusitos que se comen a los desobedientes que no se vacunan. Donde van bicicletas dibujitos de bicicletas; si eres gay, para que no te sientas discriminado, los semáforos te darán luces que reflejan a otro gay como tú. Si eres un imbécil que anda leyendo el celular y vas a cruzar la calle enfrentando luz roja sin advertirlo, no te preocupes, Joaco vela por los imbéciles y te muestra la luz roja en el piso. Es un líder que te protege y no discrimina. Su lema: “Seremos más pobres, pero más felices”; Cantaremos; la colación/ que rica está/ la comeremos hasta el final/ hay que crecer/ hay que engordar/ el cuerpo sano/ debes lograr.

¿Pero no es este Lavín el que escribió el libro la Revolución Silenciosa donde habla de los valores de una sociedad de hombres libres, de la responsabilidad personal, de ser gestor de tu propia vida y responsable de la consecuencia de tus actos? Es verdad, pero eso sucedió “en dictadura” cuando los muestreos de opinión le indicaban que la mayoría amaba la libertad. Ahora sus antenitas de vinil le indican que los tiros van por la demanda de seguridad socialista y no libertad. Hay que darse una vuelta de carnero entonces, y promover el socialismo si quieres seguir flotando como un corcho.

Pero la verdad es harto distinta y tus antenitas de vinil te han traicionado Joaco: Los habitantes de Las Condes son los mismos “fachos” que aman la libertad y los que votan a la derecha en todo el país igual. Lo que pasa es que tu secuestraste los impuestos de Las Condes para armar un tongo marketero donde el único ganancioso eres tú, que pretende saltar desde el trampolín de Las Condes a la primera magistratura de la nación. Confiésalo: tu obsesión.

No obstante que con tus amigos e hijos armaste la empresa de encuestaje que te muestra falsamente en el primer lugar de las preferencias presidenciales y falsamente en el segundo a tu contendor ideal, el comunista de recoleta - el mismo suscriptor del contrato de luminarias por secretaría que todos saben por qué – los tongos Joaco, no pueden mantenerse ad eternum. Tu sueño obsesivo de verse terciado con la tricolor no podrá materializarse; menos después del numerito que se ha mandado tu amigo Sebas. No todo es marketing Joaco. La libertad existe. Y tú república socialista de drones, caritas felices y bobos obedientes, nunca llegará a materializarse.


[1] Se gastan cientos de millones de pesos de los contribuyentes en algo que no sirve para nada, pero los vecinos te ven haciendo cosas y eso apunta en las encuestas


Fuente: https://pabloerrazurizmontes.blogspot.com/2021/03/lavin-el-socialdemocrata.html

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