22 abril, 2025
por Magdalena Merbilháa
La Corte Suprema del Reino Unido, dictaminó de manera unánime, que la definición de mujer debe basarse en el sexo biológico asignado en el nacimiento. Se desenvainó la espada para afirmar que el pasto era verde, porque es verde.
«Llegará el día en que será preciso desenvainar una espada por afirmar que el pasto es verde». Esta frase de Gilbert Keith Chesterton, quien murió en 1936, manifestaba los cambios de comienzos de siglo XIX que ponían en duda lo evidente. El pasto, de hecho, es verde. Quien quiera decir lo contrario tiene un problema con la realidad en sí. Eso es lo que le ha sucedido a la modernidad y postmodernidad, que ya no aceptan la verdad de la realidad y que intentan ajustarla a sus sentimientos. Esto no sería tan grave si no fuera, porque desde sus sentimientos, han intentado imponer esto a la sociedad y de hecho, han multado y castigado a quienes afirmen la verdad tal cual es.
De hecho, Liam Morrison, estudiante de secundaria de Massachusetts fue expulsado de clase por llevar una camiseta con la frase «Sólo hay dos géneros». Como este caso hay muchos más. Se había instaurado una nueva inquisición para castigar a todo quien no estuviese deconstruido y no viera en el sentimiento la realidad. La verdad era rechazada para imponer por fuerza y ley la ideología que atentaba contra la racionalidad y el sentido común en nombre de la tolerancia y el derecho. Cada quien tiene el derecho de vivir como mejor le plazca, pero no tiene el derecho de imponer sus sentimientos como verdades al resto. No se puede exigir que el Estado y la sociedad reconozcan el sentimiento individual como una verdad.
Hoy, esta realidad de imponer con la espada algo evidente, como que el pasto es verdad, se hizo presente, ya que fue necesario. Había dejado de ser evidente, lo que se aparece a los sentidos, lo que es objetivamente una mujer.
Ante la pregunta, ¿qué es una mujer? El siglo XXI dudaba y cuestionaba la realidad fáctica y la ciencia aceptando que la realidad la hace el sentir y no el ser. Frente a la gran pregunta del siglo XXI, que se planteaba y debatía si: «¿Una mujer nace o se hace?». La Corte Suprema del Reino Unido, dictaminó de manera unánime, que la definición de mujer debe basarse en el sexo biológico asignado en el nacimiento. Con esto, prevaleció la ciencia frente al sentimiento y dejó claro que una mujer nace con una carga genética propia. Las mujeres tienen dos cromosomas X, mientras que los hombres tienen un cromosoma X y un cromosoma Y, lo que es una verdad irrefutable aunque a algunos no les guste. Es decir, fue necesario recurrir a la justicia para afirmar lo que es evidente y científico.
«El concepto de sexo es binario, una persona es mujer o es hombre», no hay otra posibilidad, sentenció el tribunal. Los jueces británicos dictaminaron que los términos «mujer» y «sexo» en la Ley de Igualdad se refieren a una mujer biológica y al sexo biológico. Asimismo, dejaron claro que si un espacio o servicio está designado como exclusivo para mujeres, una persona que nació hombre pero que se identifica como mujer no tiene derecho a utilizarlo. Con lo que aclararon que “el deseo no hace la realidad”. La Corte Suprema argumentó que ésta era la única interpretación consistente y coherente. Esto significa que “las mujeres transgénero” -aunque cuenten con un certificado de reconocimiento de género (CRG)- no entran dentro de la definición legal de mujer, según la Ley de Igualdad del país. No pueden usar los espacios especiales para mujeres, no son mujer.
Este triunfo legal que ha permitido que prime el sentido común por sobre la ideología, lo que no es lo habitual en el mundo de hoy. La postmodernidad ha negado la verdad y a Dios, con lo que ya no hay una verdad objetiva, ni concepto de bien y mal objetivos. Se ha negado la ciencia, con lo que el XX y XY había dejado de tener sentido, ya que para muchos el deseo hace la realidad. Esta impostura arbitraria y falsa, desde hace mucho, ha castigado a quienes ven la realidad y se los ha acusado de “discursos de odio”. Se ha rechazado la verdad y ésta no se desea, se ha permitido que la locura y el desquicio se impongan como si fueran un bien. Quien nace hombre será hombre siempre aunque su deseo sea no serlo, puede vivir como mujer, pero genéticamente seguirá siendo hombre, les guste o no. Lo mismo sucede con una mujer que quiere ser hombre, pueden vivir como quieran pero no pueden pretender que la sociedad y el estado reconozcan su disociación de la realidad como una realidad concreta y válida. Es por eso que el fallo de la Corte Suprema del Reino Unido es tan importante. En un país donde impera el derecho de la costumbre, sentar un precedente que permitiese legalmente imponer el deseo sobre la realidad tenía colaterales que el sistema británico no estaba dispuesto a asumir. Se desenvainó la espada para afirmar que el pasto era verde, porque es verde. Triunfó la razón y el sentido común.
Fuente: https://ellibero.cl/columnas-de-opinion/el-triunfo-del-sentido-comun/
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