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Gonzalo Rojas


"Los comunistas han redoblado su afán por potenciar el poder por afuera."


Incómodos, muy incómodos están en el PC. Las señales de moderación que en dos o tres materias viene dando el Presidente Boric los incomodan absolutamente.

Los descoloca también —porque comienza a desplazarlos de su locus, el poder— la preeminencia del trío Tohá-Uriarte-Marcel, protagonismo que se hace notar en la conducción efectiva de las políticas y, sobre todo, en una imagen de hegemonía al interior del Gobierno que la opinión pública comienza a percibir y a valorar positivamente. El histórico complejo de exclusión se vuelve a asomar en el horizonte de los comunistas.

A pesar de las victorias obtenidas por el PC en el tema de los indultos y en su afán por atraer al PS hacia una lista electoral común con Apruebo Dignidad, la incomodidad de los comunistas con el principal equipo del Ejecutivo y con la otra coalición es máxima. El Frente Amplio no les presenta ningún mayor problema hoy (siempre sostuvimos que el PC se “los comería con zapatos”), mientras que el Socialismo Democrático, al que el Presidente Boric parece estar gradualmente entregando la oreja, sí que resulta muy molesto.

¿Cómo se comporta el PC en estas circunstancias?

Su manual estratégico entrega dos instrucciones básicas, las que deben practicarse al unísono. Por una parte, no ceder un gramo en las cuotas de poder formal de que dispone en el aparato del Estado; y, por otra, desplegar todos los esfuerzos para fortalecer una influencia paralela en los centros no estatales de poder: desde la CUT y los colegios profesionales afines, pasando por los vastos ámbitos culturales y los grupos juveniles trabajados por la Jota, hasta el tan amplio mundo de “la calle”.

Y, efectivamente, de modo ostensible el PC ha aplicado estas dos instrucciones en las últimas semanas.

Ha reforzado su presencia en el poder, partiendo por el Ejecutivo, mediante una renovada vocería de la ministra Vallejo, quien no ha trepidado en enmendarle la plana a la jefa del Gabinete, insistiendo en que se trata de “saber concretar los compromisos programáticos”, por encima de ciertas circunstancias, que Tohá parece valorar más. Y en simultáneo, el secretario general del PC y la senadora Pascual plantean —a Marcel va el mensaje— un sueldo mínimo mucho mayor y un congelamiento de ciertas tarifas. En este mismo plano formal, los exconvencionales Sepúlveda y Barraza aprovechan su experiencia e integran la mesa encargada de redactar las bases constitucionales de los partidos de gobierno. Dimensiones del poder formal, bien aprovechadas.

Y, al mismo tiempo, los comunistas han redoblado su afán por potenciar “el poder por afuera”. Cuando Jadue descalifica al Presidente Boric por sus ofertas a los nicaragüenses perseguidos; cuando Teillier insiste en la movilización social frente al nuevo proceso constituyente; cuando el propio Barraza respalda sin matices a su presidente, y declara incompatible la subsidiariedad con el Estado Social de Derecho… cuando todo eso se dice, el mensaje es claro: habría fuerzas muy insatisfechas con la moderación creciente de Boric, así como con las bases y procedimientos del nuevo proceso y, como siempre, el PC está dispuesto a liderar todo ese descontento.

En 1973, los comunistas sostenían al deshilachado gobierno unipopulista y, entre otros mil problemas causados por las características del proceso impulsado por las izquierdas marxistas, tenían que lidiar con el poder paralelo que le planteaban a Allende el PS, el MIR, el MAPU y la IC, en los cordones industriales, en los consejos comunales y en los consejos campesinos. Era el poder dual, y los comunistas lo sufrían.

Hoy, aprendida la lección, han decidido trabajar ellos en ese mismo esquema.

Fuente: https://www.elmercurio.com/blogs/2023/03/08/105665/los-comunistas-y-el-poder.aspx

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