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Gonzalo Ibáñez Santamaría


Es la que ha comenzado a librarse en estos días, cuando en el horizonte del país aparece en toda su dimensión el peligro de sucumbir bajo un régimen marxista como aquel depuesto en 1973. Hoy, ha quedado en evidencia que el impulso que el país tomó bajo el gobierno militar se ha agotado. Es como si no hubiéramos aprendido nada de nuestra experiencia.

Podríamos elaborar mil teorías acerca de por qué ha sucedido este olvido, pero hoy no hay tiempo. Ya dispondremos de él para analizar con frialdad los hechos del pasado y sacar nuestras propias conclusiones. Tampoco podemos quedarnos sentados esperando que sean nuestras FF.AA. y de Orden las que vuelvan a rescatar a Chile. Ellas ya lo hicieron una vez y punto. Hoy es la hora de los civiles.

El primer paso es el de recuperar la verdad acerca de nuestra historia. Desde luego, poner en evidencia cuán nefasto fue el régimen de Salvador Allende y cómo en él se glorificó y practicó la violencia para hacer sucumbir el país. Cómo fue engañada nuestra clase más popular y cómo sufrió para subsistir en medio del desabastecimiento, del racionamiento y de las amenazas de las bandas marxistas.

Asimismo, debemos rescatar y mostrar con orgullo las bases sobre las cuales el gobierno militar devolvió la libertad a Chile y a los chilenos y, junto con ella, nos puso a todos en el camino de un progreso que nunca antes habíamos conocido en nuestra historia. Esto es tanto más necesario cuanto que esos elementos deben tener una figuración muy destacada en la nueva constitución. Hoy, la batalla es por las ideas. Cómo derrotar la tremenda demagogia que se abate sobre Chile y que apunta a que nos enfrentemos unos contra otros como si fuéramos enemigos para, por el contrario, destacar aquellas ideas que nos lleven de nuevo al progreso, a la solidaridad y a la hermandad de todos aquellos que habitamos en nuestra patria.

Esos fueron los rasgos de estos últimos cuarenta años. Que ellos vuelvan a serlo de las décadas que están por venir. Y que se expresen, por ejemplo, en el fomento de la iniciativa de las personas como el motor de una economía exitosa; en la unidad de la patria sin perjuicio de reconocer la existencia en nuestra población de diferentes orígenes étnicos; o en el reconocimiento de las familias formadas por la unión perdurable de un varón y de una mujer como el lugar más apropiado para la llegada y la formación de nuevos miembros de nuestra especie humana. En fin, en la afirmación de que la vida de ellos debe ser protegida desde el momento mismo en que son tales, esto es, desde el momento mismo de su concepción.

Es la tarea que tenemos por delante. Sumémonos.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm

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