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Gonzalo Ibáñez Santamaría


Hace no mucho tiempo, la investidura de un nuevo cardenal chileno hubiera constituido gran noticia hasta el punto de estremecer al país. Hoy, pasa casi desapercibida. Muchos se preguntarán incluso ¿Qué es ser cardenal? Queda así a la vista la pérdida de consideración de la Iglesia Católica por parte de la población chilena. Muchos culparán a los escándalos de índole sexual en que se han visto involucrados varios clérigos y religiosos. Y, sin duda, tienen razón. Pero, se quedan cortos. La razón principal de este desprestigio radica, a mi juicio, en la incapacidad demostrada por buena parte de los obispos chilenos durante las últimas décadas para enseñar a los fieles cuál es el camino que hemos de seguir en nuestra vida de comunidad política.

De hecho, el nombre cristiano ha sido objeto, durante años, de un abuso incalificable por parte de un partido como aquel que se autodenomina Democracia Cristiana. Este lo ha aprovechado para llevar adelante ideas completamente contrarias al pensamiento cristiano como han sido la ley que autoriza el aborto y aquellas otras que han destruido la familia o las que trajeron el socialismo a Chile y destruyeron la economía y la agricultura nacionales, por ejemplo. Y pudo hacerlo sin que de parte del episcopado hubiera ninguna reacción para poner las cosas en su lugar. Hoy día, un exparlamentario de ese partido, Ignacio Walker, ha proclamado que su "catolicidad" le exige dejar de lado sus ideas cristianas si así le parece conveniente a él para entrar en diálogo con grupos no cristianos o anticristianos. Que su conciencia primaría sobre cualquier enseñanza de la Iglesia. La pregunta es obvia: ¿Para qué es católico entonces? Por otra parte, el partido demócrata cristiano insiste en su política de alianzas con el comunismo con los resultados desastrosos que para el país pueden preverse. Pero, hasta ahora no se ha oído ninguna voz de los Obispos que traiga claridad en medio de esta confusión.

¿Para qué entonces un nuevo cardenal? ¿Para que se mantenga en silencio tal como la mayoría de los obispos chilenos durante estas últimas décadas y deje que el nombre cristiano sea aprovechado para sostener las peores ideas? Si Monseñor Aos quiere seguir en esa línea, su nombramiento es perfectamente inútil. No va a ser más que un decorado en una institución que se cae a pedazos.

Si, por el contrario, quiere ejercer su cargo y cumplir con las responsabilidades que le son inherentes, entonces, bienvenido sea su nombramiento. Pero, eso exige un magisterio a fondo y sin ambages ni términos medios. Y, desde luego, para comenzar, un magisterio que enuncie la verdad católica de cara a los errores que ha manifestado Walker. El aborto es un crimen porque significa matar a un niño indefenso tan persona humana como los que ya han nacido. A la familia le corresponde sustentarse sobre la base de un matrimonio entre un varón y una mujer que se unan de por vida. Enseñar lo contrario, como han hecho Walker y la democracia cristiana, constituye un engaño, sobre todo a la juventud. Ya lo vemos: nuestra juventud, carente de familia, es presa fácil de la demagogia y es empleada como carne de cañón en las peores aventuras políticas.

Ardua tarea enfrenta Monseñor Aos. Dios le dé fuerza e inteligencia para asumirla de manera integral. Ni Chile ni la Iglesia pueden esperar ni un día más.

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm/

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