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Gonzalo Ibáñez Santamaría


La violencia desatada el pasado 18 de octubre y continuada por varios meses demostró que la dirección de las fuerzas opositoras cambió de antiguos políticos que hicieron su carrera en tiempos de la Concertación a estos nuevos agrupados en el partido comunista y el frente amplio. A los antiguos se les presentó la disyuntiva de subirse a este carro de violencia o quedarse en el andén como simple espectadores de lo que sucede. Aunque con algunos remilgos, la mayoría tomó este último camino, Ricardo Lagos y José Miguel Insulza a la cabeza. Desde ese momento, la estrategia de la oposición ha sido muy clara. Demoler el país, demoler su estructura institucional tanto como su estructura productiva, aunque ello cause los peores daños a toda la comunidad nacional. Es lo que ha sucedido con el plan de recuperación y regeneración de empleo propuesto por el presidente en último discurso a la nación. Tanto más urgente de aplicar cuanto que ese desempleo ya bordea el 20% de la fuerza laboral del país.

Lo deja muy en claro la siguiente carta aparecida hoy en la prensa y que me apresuro en compartir:

“Señor Director:

Indiscutiblemente la recuperación del empleo que genera ingresos permanentes deberá reemplazar los ingresos de emergencia, que por su naturaleza son esporádicos y con fecha de vencimiento, y por realismo, ningún país podría financiarlos en el tiempo…

Y esta determinante y sensible prioridad social y económica la anunció y describió el Presidente en su cuenta anual, comprometiendo la movilización de cuantiosos recursos en inversión pública y subsidios al trabajo por ir en apoyo de la población, acumulando US$ 6.500 millones, en línea con el acuerdo nacional que alcanzamos entre parlamentarios, el ministro de Hacienda y los 16 economistas… hoy desdibujado, por la desorientadora oposición.

Lo que sí llama profundamente la atención es que estos recursos comprometidos, iniciativa que proyecta generar 1 millón 370 mil empleos, es la más significativa política social —sin precedentes— tanto de reactivación como de normalización, que emerge ante el esperanzador alivio de la pandemia, lo que no fue ni aquilatado ni asumido por la oposición. A horas de una vasta y conciliadora alocución del Presidente, solo se oyeron descalificaciones políticas una y otra vez, con la culminación de una “declaración pública” firmada por todos los presidentes de estos heterogéneos partidos políticos con y sin representación parlamentaria, denostando a los empresarios y el quehacer del Gobierno, ambos pilares esenciales.

Triste y preocupante corolario, por cuanto la imprescindible y sensible reactivación no despegará sin la voluntad e iniciativas de todos y el respeto irrestricto de la institucionalidad vigente, que conlleva y compromete el indispensable orden social. Estamos considerando a tres millones de almas dolientes y esperanzadas, que han perdido su trabajo y formas de vida, formal o temporalmente, o que están involuntariamente inactivos, lo que amerita asumir una cruzada nacional. Pero, inexplicablemente, de nuevo predomina la mezquindad política de la oposición, con un inescrutable e inquietante destino ante sus incomprensibles pulsaciones populares por sobre una mínima racionalidad y responsabilidad social”.

Rafael Aldunate Valdés
Economista

https://www.elmercurio.com/blogs/2020/08/08/80947/La-oposicion-ante-el-empleo.aspx

Fuente: https://www.facebook.com/gonzaloibanezsm/?ref=page_internal

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