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Gonzalo Ibáñez Santamaría

No de otra manera puede calificarse el propósito de la clase política de precipitar al país en un proceso de cuestionamiento de la propia constitución y eventualmente de dotarse de otra a partir de una "hoja en blanco". Esa clase política parece no advertir que en Chile estamos agobiados por la crisis sanitaria provocada por la pandemia del corona virus y, aun más, por las severísimas consecuencias económicas y sociales que de ella se han derivado y se siguen derivando. ¿En que mundo viven nuestros políticos?

El sentido común más elemental nos dice a gritos que concentremos todos nuestros esfuerzos en solucionar estos gravísimos problemas. Que dediquemos a este propósito todo nuestro tiempo, toda nuestra inteligencia y todos nuestros recursos. Y que, sobre todo, en torno a él, procuremos una férrea unidad nacional.
Dedicarse, por el contrario, al deporte de cambiar la constitución nos va a llevar a enfrentarnos unos contra otros, nos va a obligar a poner nuestra inteligencia, nuestro tiempo y nuestros recursos en la obtención de un fin que no necesitamos, porque la actual constitución opera de manera satisfactoria. No porque algunos de la clase política pretendan darse un gustito podemos poner en grave riesgo el combate que libramos contra los adversarios reales, como la pandemia y la crisis económica, que hoy nos abruman. Especialmente, son los grupos más modestos del país, los que se ven más afectados por esta crisis, los que más requieren esta muestra de sensatez. Y que pongamos punto final a lo que no es sino una pura majadería.
En este sentido, comparto una carta de Axel Kaiser aparecida hoy en la prensa y que resume muy bien este propósito:
"Señor Director:
La columna de Andrés Velasco publicada el pasado sábado refleja de buena manera la crisis integral en la que se encuentra Chile, producto de la espiral populista e irresponsabilidad política en que ha caído. Lo que no se entiende en su caso, y en el de muchos otros en la centroizquierda y centroderecha, es que se resistan a llegar a la conclusión ineludible que se sigue de sus palabras, a saber, que bajo estas condiciones de caos institucional y político es imposible concebir un proceso constituyente razonable.
Esto, que para algunos estuvo claro desde el principio, es hoy tan evidente que solo queda preguntarse qué más tiene que ocurrir en Chile, para que personas sensatas como Velasco rechacen la creación de una nueva Constitución hasta que las condiciones sean las adecuadas".
Axel Kaiser