Imprimir

 

 

 

 

 

 

 

 

Por Enrique Subercaseaux


La realidad, generalmente, discurre por caminos distintos al del discurso político. O a las percepciones de la gente.

El mundo al completo se enfrenta a una encrucijada que ha sido provocada artificialmente. Por políticas públicas erradas y también por un diseño para obtener unos resultados determinados.

Con la evidencia que tenemos, el diseño consiste, en forma sintética, en acumular poder y ejercer un mayor control sobre las sociedades. Para ello, lo más fácil ha resultado echar mano a las estructuras de Organismos Internacionales, tales como Naciones Unidas, Unión Europea y otros, para tejer un enjambre de acuerdos y reglamentos que ahora quieren forzar a todos los países a aceptar por sobre sus legislaciones nacionales. Una cesión de soberanía inaceptable.

El caso de la Organización Mundial de la Salud, y su actual plan de control total, es un caso específico. Hay muchos otros.

Este esquema resultaba antes, donde pocos se cuestionaban las verdades oficiales y la evidencia para desenmascarar la mentira eran difíciles y trabajosas de conseguir.  Ello ha cambiado gracias a un mundo totalmente interconectado, donde las distintas redes sociales cumplen un rol fundamental para acumular y distribuir la información.  Es cierto, es necesario saber discriminar, pero esto se esta transformando en un hábito.

La prensa abierta esta en retirada: los diarios disminuyen sus tiradas, y sus versiones digitales, cuando están detrás de un muro de pago, son poco leídas.  Hay casos emblemáticos de perdida de influencia de ellos. Y para que hablar de la televisión, abierta o por cable, que encara crecientes problemas, como lo están constatando las mas grandes cadenas de Estados Unidos y otras naciones.

La mentira institucionalizada esta empantanada, y la gente prefiere la información, no siempre completa de las redes sociales.

Por lo anterior, resulta inocente (o cándido) creer que lo que sucede en otras latitudes no afecta a Chile o algún otro país en forma aislada.  Las redes de hegemonía política se han creado para utilizar un plan común e irlo aplicando en los países, uno a uno, hasta poder absorberlos dentro de una trama de poder y corrupción.

El Foro de Sao Paulo (o Grupo de Puebla) es un caso específico.  Su existencia es algo evidente, y su accionar también.  El modus operandi ha sido muy similar en cada uno de los países que han caído en sus garras.  Pieza fundamental del proceso (ya que se trata de procesos políticos) son las asambleas constituyentes para desde ellas impulsar un zarpazo absoluto del Estado.

En el papel sonaba todo muy bonito y fácil. Pero se toparon con el escollo de unas sociedades cada vez mas empoderadas con el flujo libre de la información.  Es decir, la verdad ha sido el arma mas potente para oponer un contra discurso o una resistencia.

Es fácil, con método y paciencia, derribar las mentiras y contradicciones. Con ellas no se puede construir nada duradero. Ciertamente una plataforma electoral que los lleve al poder. Pero de ahí en adelante ¿?

Chile encalló, Colombia también, Perú misma cosa, en Ecuador se pretende volver al poder. La sociedad del Paraguay atesto un duro golpe a los afanes de la izquierda local, propinándole una dura derrota en las recientes elecciones.

Latinoamérica es un caso atípico. El efecto contagio revolucionario ha avanzado rápido. Las clases políticas (gobiernos y oposición) se han doblegado ante la mentira y los pactos fáciles. En otras latitudes no se observan estos fenómenos. Ciertamente no en Asia y África donde abundan los gobiernos patriotas, de distinto signo político, que han plantado cara a la mentira y la manipulación por parte del primer mundo y los Organismos internacionales.  Europa, al día de hoy, batalla por derrotar en las urnas a los gobiernos social demócratas, con algunas victorias sonadas en el ultimo tiempo: Holanda, Suecia, Grecia, por ejemplo.

Me parece necesario ir a la raíz del problema: en nuestra región se pretende implantar Gobiernos dictatoriales y para dictatoriales que se apoyan en los Carteles de la Droga para financiamiento y negocios ilícitos.  Mientras ellos no sean derrotados, seguirá el problema.  Y, ciertamente, una nueva Constitución no arregla nada, sino que empeora las cosas. La persistencia del uso de la mentira, el engaño y triquiñuelas de variada índole, son difíciles de vencer. Hay que enfrentarlas con método, planificación y solidez.

Hasta el momento, en Chile (en otros países también) han existido victorias parciales de la verdad.  Hay que insistir en el mensaje, refinarlo y hacerlo mas eficiente. Los problemas están a la vista: Terrorismo, delincuencia, inseguridad, carestía, cesantía etcétera.  Lo importante es que la gente va perdiendo el miedo.

Una victoria electoral no siempre marca tendencia, a no ser que exista una planificación para ahondar el mensaje, dotarlo de mayor anchura.  Y, simultáneamente realizar una comparativa con otros países: todos enfrentados a problemas similares.

Por lo anterior, el mensaje debe ser simple, claro y contundente. No es posible negociar con quienes no creen en la democracia. Con quienes, a partir del 2019 han persistido en destruir a Chile.

Oportunamente, ya se alzan muchas voces, hay que encontrar y llevar a la práctica, fórmulas para proteger a la democracia de quienes intentan destruirla desde dentro.  Y otras formulas para dar una mayor transparencia al accionar de los Organismos internacionales.  Muchas de las políticas que llevan a cabo han fallado miserablemente: basta ver los problemas derivados de la ultima Pandemia y las políticas públicas que lo acompañaron.

Al final, es la economía, motor global, la que se ha resentido por una variedad de causas. Repararla está saliendo más difícil de lo que se creía.  La panacea de las monedas digitales no es fácil de implementar. Y de que ellas ante tal eventualidad sean exitosas, más difícil aún.

Es la expresión de la libertad la que erige barreras, y la verdad parece una barrera infranqueable.

Paciencia, hemos avanzado mucho y se han logrado importantes éxitos.   Es una lastima tener que añadir esta preocupación a la lista creciente de lo cotidiano. Pero, si el sistema de gobierno y partidos políticos no pueden garantizar lo básico, serán las personas y la sociedad civil los llamados a defender la supervivencia de nuestra cultura, tradiciones, familia y bienestar general.

.