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Cristián Labbé Galilea


Termino estas líneas sin saber quiénes integrarán el Gabinete del próximo y novel Presidente; sin embargo, cuando ellas se lean, ya habremos despejado las dudas. Así son los tiempos actuales… ¡vertiginosos!... ¡sorprendentes!... ¡nada que hacer! Poderosa advertencia para concentrarnos en desentrañar el cuadro político que se está configurando, y no distraernos discutiendo “quién ganó y quién perdió en la repartija ministerial”.

En el ánimo de evitar descalificar “a priori” a los actores que han ido apareciendo, estas líneas buscan descifrar, lo más objetivamente posible, algunas certezas políticas. La primera es… lo que buscan “los elegidos” es producir un cambio político radical, como nunca en nuestra vida republicana, intención que no logran disfrazar con discursos en apariencia moderados… Todos sabemos que en el ADN de las futuras autoridades está cambiarlo todo: lo institucional, lo político, lo económico, lo social… ¡Todo!

La segunda certeza es que, quienes están liderando la tarea de “llevar a puerto” dichos cambios, son una generación progresista que “quieren todo y lo quieren ahora”, ya que no están en sus “registros” conceptos como: el esfuerzo, el sacrificio, el mérito… Además, presentan notables inseguridades, no por ser inmaduros, ignorantes e incapaces, sino porque nunca se han relacionado adecuadamente con la vida real…

Ambas certezas, el cambio institucional y el cambio generacional que están en ciernes, debieran tener suficientemente preocupados a los centros de pensamiento, dirigentes gremiales, académicos, analistas, y principalmente a los actores políticos de la generación que, con sus luces y sombras, sacó el país adelante y lo transformó en un referente internacional.

Con mucho acierto alguien definió a estos juveniles protagonistas -que algunos llaman “millennials”- como la “Generación Peter Pan”. Hijos de la bonanza y del bienestar, creen al igual que Peter Pan que nunca van a crecer, y se olvidan que: la juventud es un estado transitorio; todo toma su tiempo; no se puede desconocer el pasado, la historia y la idiosincrasia de una sociedad, y; una sólida institucionalidad se construye sobre pilares donde la democracia, la libertad, el orden, el bienestar, la justicia justa, la tolerancia, entre otros, son la base de una sana convivencia.

Más allá de lo dicho, surge una tercera y más grave certeza: predominan en las futuras autoridades características que no se condicen con: la historia, la cultura, el carácter y la idiosincrasia nacional.

¿Qué duda cabe…? Mínima propensión a los temas religiosos o valóricos; liberales sin límites; progresistas que defienden el animalismo y aprueban el aborto; indiferentes frente al matrimonio y la familia, la historia y los símbolos patrios, renuentes a cualquier formalismo, intolerantes… y muchos otros etcéteras.

Concluyamos que, gobernados por la “Generación Peter Pan”, entraremos en un vertiginoso espiral que nos convertirá en un país del “Nunca Jamás”, esa exótica realidad donde los jóvenes viven sin ninguna regla ni responsabilidad y donde, monitoreados por los Comunistas, con nuestro “Peter Pan criollo” a la cabeza, “los Niños Perdidos” nos llevarán a una realidad que… “Nunca Jamás” nos habíamos imaginado.

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