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Cristián Labbé Galilea


Cada día aumenta la intranquilidad por la situación que vive el país, especialmente en lo referido a la política y la economía. A pesar que la situación económica podría definirse como “normal” y de “pocas privaciones” y que, en lo político, el tema gira en torno a las campañas presidenciales, algo en el ambiente pareciera advertir que nada bueno se avecina.

Poco a poco, mis contertulios se han ido informando y sorprendiendo con los hechos que involucran a la Convención Constitucional: unos “de Ripley” como el aumento de las asignaciones, la colación de la Machi Lonconao o la farsa de Rojas Vade y, otros no tan “originales” pero preocupantes por lo que pueden significar con el tiempo.

Por lo mismo, han ido en aumento las aprensiones sobre la Convención. Tanto los incautos que votaron por el Apruebo, como prestigiados intelectuales de izquierda y renombrados analistas políticos, han expresado públicamente su preocupación por el curso que están siguiendo los acontecimientos políticos nacionales y por sus proyecciones económicas (y no les cuento lo que comentan en privado… ¡de miedo!).

Que la “imagen país” sea la Loncon presidiendo la Convención con todos sus atuendos mapuches (que sólo se pone para las asambleas) … ¡Soportable! Pero que un medio internacional la catalogue como una de las principales lideres mundiales, “eso dijo fuera” … ¡Ese no es Chile, nuestro país es harto más que eso! (Con todo respeto).

Es cierto, lo dicho puede ser considerado como algo formal; pero lo que no es formal, sino de fondo es que el Pleno de la Convención haya “simplemente” violado la ley que la rige, acordando, entre otras cosas, que las normas y los reglamentos que ella defina serán aprobadas por “simple mayoría” y no por un quórum de 2/3 como establece la ley, con lo cual podrán hacer lo que se les venga en gana.

El tema es complejo, y es probable que no todos los contertulios visualicen la gravedad de las transgresiones en las que ha incurrido la Convención, pero no cabe duda que perciben que “algo huele mal…” (Hamlet, Shakespeare), y que lo ocurrido es una burla a la institucionalidad política del país, a la que hay que ponerle atajo ¡YA!... ¡Luego será tarde!

El camino es claro: los Constituyentes que no están por el desmantelamiento institucional deben, dentro de las normas que rigen la Convención, impedir que el país quede a la deriva; la Clase Política, que “para salvar su pellejo” dio vida a esta espuria Convención, debe reaccionar enérgicamente, y; por último, la Sociedad Civil no se puede desentender. Todos ellos tienen la responsabilidad de ponerle coto a este “guirigay político”.

En fin, lo cierto es que poco a poco, la ciudadanía se ha ido dando cuenta que, por todos lados, “la mano no viene buena”, y que es necesario una reacción decidida, especialmente después de escuchar a la Presidente de la Convención, “la Doctora Loncon” (sic), incitando a sus huestes a seguir “saltándose los torniquetes”.

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