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Cristián Labbé Galilea


Cómo pasa el tiempo… Hace un año el país “se prendió” literalmente por todos los costados. Se nos vino encima el mal reputado “estallido”, centenas de estaciones de Metro incendiadas, locales comerciales saqueados…  no es necesario detalles, todos recordamos esos días y lo peor es que lo hemos asumido como una experiencia más de nuestra convulsionada historia política.

Lo que parecía sólido institucionalmente, próspero económicamente y un ejemplo de progreso y oportunidad social, se vino abajo en un dos por tres…; los políticos trataron de sacar pingues dividendos, el gobierno tambaleó y llegó la pandemia salvando la situación… ¡Oh paradoja…!¡Una pandemia nos liberó de una calamidad!

¿Pero qué sentido tiene acordarse de tan malos momentos? Muy simple… porque el momento de aquello que nos parecía lejano se nos vino encima: el aniversario del estallido violentista y el plebiscito constitucional.

Como sucede en la vida de todas las naciones, siempre en estas circunstancias hay impasibles personajes que creen que no ocurrirán grandes imprevistos, tal como dijo un optimista contertulio… “algo de violencia habrá, pero no será más de lo que nos tiene acostumbrado la contingencia, y el plebiscito se realizará sin perturbaciones; luego eventualmente vendrán las elecciones de constituyentes, y así, la vida seguirá su curso sin grandes trastornos; hay que pensar que la economía, a pesar de la pandemia, se ha mantenido en rangos aceptables…”.

Evitando ser alarmista o negativo, busqué la forma de insinuar sobre los riesgos implícitos en la contingencia, explicando que “advertir no es asustar” y, en un silencio que se produjo, señalé: “han logrado inhibir a Carabineros al punto que en estos difíciles momentos se habla de la intervención civil y política de la institución, dando pábulo a que los terroristas actúen con total impunidad…”.

Luego llamé la atención sobre la incertidumbre que debiera generarnos la reacción de los actores políticos cuando se conozcan los resultados del plebiscito, porque lo más probable es que se caiga en un espiral de descalificaciones, lo que, sumado a la debilidad del gobierno, arrastrará al país a una peligrosa inestabilidad institucional.

Percibí escepticismo en los parroquianos, por lo que apoyé mis reflexiones en situaciones políticas recientes. “En España los socialistas intervinieron la Guardia Civil y crearon una Policía Nacional descentralizada, desmilitarizada, sindicalizada y política, encargada del orden público… muy en la línea de lo que se quiere implementar en nuestro país…”  Con relación al plebiscito me fue más fácil… recordé que, en los primeros años de Chávez, Venezuela tenía una solvente economía derivada del petróleo, pero que bastaron pocos años de mal gobierno izquierdista… para dejar la economía en la inopia.

Concluimos que no debemos tenerle miedo al riesgo sino a las consecuencias que este acarrea y que la única manera de despejar toda incertidumbre es apoyándose en el conocimiento, es decir en la historia, porque quien asume riesgos e incertidumbres sin darle importancia al saber… paga caro y eso es lo que tenemos que evitar.

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