ENSAYOS
23 agosto, 2023
por Jaime Jankelevich
Las huellas de la KGB en la elección de Salvador Allende en 1970, y posteriormente en su gobierno, están detalladas en el Archivo Mitrokhin -actualmente en el Centro de Archivos Churchill. Parte del contenido que fue autorizado para su publicación se puede leer en los libros The Sword and the Shield, y The World was Going our Way… The KGB and the Battle for the Third World. Traspaso de información, ayuda económica y un constante monitoreo de lo que ocurría durante la Unidad Popular, es parte del trabajo que la URSS -según estas publicaciones- realizó en Chile, en el escenario de la Guerra Fría.
En plena Guerra Fría, tanto para la Unión Soviética como para Estados Unidos, Latinoamérica era un territorio más en disputa y Chile no estuvo ausente en ese enfrentamiento por la hegemonía mundial. En dicho escenario, los partidos políticos tenían sus preferencias por uno u otro bando, siendo la izquierda partidaria del comunismo de la Unión Soviética y la DC y la derecha, pro libertad.
La izquierda siempre ha querido demostrar que lo ocurrido en Chile fue producto de la intervención de la CIA, Estados Unidos, sin mencionar jamás que la URSS a través del Comité de Seguridad del Estado, comúnmente conocido como KGB, hoy FSB, intervino financiera y abiertamente en política interna de Chile, para ayudar a la elección de Salvador Allende como Presidente y posteriormente, manteniendo estrechas y constantes relaciones con Allende, quien era considerado “el contacto confidencial más importante de la KGB en Latinoamérica”, por lo que hicieron todo lo posible para que tuviera éxito el proyecto de establecer un régimen marxista en Chile.
La información sobre la intervención de la KGB en la política chilena y la voluntaria colaboración de Allende, que se mantuvo durante años, pues fue contactado por primera vez en la década de los 50, forma parte del famoso Archivo Mitrokhin, el archivista Vasili Mitrokhin, de la KGB, quien al supervisar el traslado de todo el archivo de inteligencia exterior desde las oficinas de la Lubyanka, ex cuartel general de la KGB en Moscú, al nuevo cuartel general en Yasenevo, entre 1972 y 1982, sacaba notas y extractos de lo que copiaba de esos archivos y los escondía bajo el piso de su dacha o casa en el campo.
Después de mostrarle a personal del MI6, en un país báltico, la extraordinaria información de la cual disponía, Mithrokhin y su familia fueron extraídos de Moscú el 7 de noviembre de 1992, durante la celebración de los 75 años de la Revolución Bolchevique con todo el archivo, la que fue considerada como la mayor operación de contrainteligencia de post guerra, pues entre otras cosas, contenía los nombres de todos los agentes infiltrados en el mundo por la KGB, que se hacían pasar por ciudadanos de distintos países.
Parte de dicho archivo fue autorizado para su publicación, lo que se transformó en dos libros escritos por Christopher Andrew y Vasili Mitrokhin, siendo el primero The Sword and the Shield, y el segundo The World was Going our Way… The KGB and the Battle for the Third World, en cuyo cuarto capítulo titulado “Progressive Regimes and Socialism with Red Wine” o Regímenes progresistas y Socialismo con Vino Tinto, aparece detalladamente la información que describe la importancia de Allende para el Gobierno Soviético y cómo el Presidente cooperó intensa y secretamente con ellos.
Para los soviéticos y en particular para Yuri Andropov, Secretario General del PC de la URSS, Director de la KGB y posteriormente, tras la muerte de Brezhnev en 1982, Presidente del Presidium del Soviet Supremo de la Unión Soviética, o Jefe de Estado, Latinoamérica era un nuevo campo para la actividad soviética en el extranjero, siendo su estrategia preferida, convertir a líderes y políticos latinoamericanos en “contactos confidenciales”, que deseaban tener reuniones clandestinas con la KGB, que intentaba influenciar sus políticas, particularmente contra EE.UU.
El mayor experto latinoamericano del Centro (Cuartel General de la KGB) Nikolai Leonov, quien fue el primero en identificar el potencial revolucionario de Fidel Castro, manifestaba que todos los esfuerzos del gobierno soviético y de la KGB estaban orientados a causarle el mayor daño posible al dominio norteamericano en Latinoamérica, con lo cual apoyaban políticamente y hasta con armamento o cualquier ayuda, a cualquiera que estuviera contra EE.UU. Pero al mismo tiempo, desconfiaban de movimientos de izquierda radicales que fueran pro-Mao, pues otro desafío que tenía la URSS era derrotar al comunismo chino.
La KGB tuvo mucha influencia en las Juntas Militares de izquierda de Perú y Bolivia, desde donde operaba a través de sus Residencias en conjunto con los servicios de inteligencia locales contra objetivos estadounidenses, llegando incluso a lograr que se expulsara de Perú a una serie de oficiales de la CIA y la contención de las actividades del Cuerpo de Paz y los cursos de inglés patrocinados por EE.UU. También en Centroamérica y particularmente en Costa Rica, la KGB influyó en las elecciones presidenciales, demostrando cuán comprometidos estaban en combatir la influencia norteamericana en la región.
Pero por lejos, el contacto confidencial más importante de la KGB en América Latina era Salvador Allende, cuyo nombre en código de la KGB era LEADER («Líder). Allende atrajo la atención de la KGB por primera vez en los inicios de la década de los 50 cuando, como líder del Partido Socialista, formó una alianza con el Partido Comunista -que aún estaba prohibido- quienes lo apoyaron en su campaña a la presidencia de 1952, en la que sólo obtuvo 6% de los votos. Y aunque no había una Residencia de la KGB en Chile, un oficial de inteligencia soviético, Svyatoslav Fyodorovich Kuznetsov, nombre en código LEONID, haciéndose pasar como corresponsal de la agencia de noticias Novosti, hizo el primer contacto directo con Allende al año siguiente de la elección del ‘52.
Y aunque en la elección de 1958, Allende salió segundo con una diferencia de 35.000 votos, la KGB no perdió interés en él. Y en el archivo de la KGB se describe que el contacto sistemático con Allende comenzó en 1961, después que una misión comercial soviética se estableciera en Chile, lo que le brindó cobertura a la presencia de la KGB. Según el mismo archivo, Allende “habría manifestado su voluntad de cooperar en forma confidencial y proveer cualquier asistencia necesaria, ya que se consideraba un amigo de la Unión Soviética, compartiendo voluntariamente información política. Nunca fue considerado un agente, pero si un “contacto confidencial”, y la KGB se asignó el crédito por la participación de Allende en la campaña que llevó al establecimiento de las relaciones chileno- soviéticas en 1964, y la embajada que se estableció en Santiago, tuvo la primera Residencia legal de la KGB en Chile.
En la elección del 64, si bien perdió más ampliamente que en la del 58, sacó un 39% de los votos, por lo que se mostró confiado que, en la próxima elección, la del 70, si el voto antimarxista se dividía, él podría resultar electo Presidente.
Sin embargo, el Partido Comunista, reconociendo lo ventajoso de una alianza con Allende, le dejó claro a la KGB que lo consideraban un demagogo, como un político débil e inconsistente, con simpatías Maoístas, agregando lo siguiente:
“Sus rasgos característicos son la arrogancia, vanidad, deseos de glorificación y un anhelo de ser siempre el centro de atención a cualquier precio. Es fácilmente influenciado por personalidades más fuertes y determinadas. Es también inconsistente en su actitud con el Partido Comunista. LEADER explicaba su actitud al Partido Comunista refiriéndose a su posición como líder del Partido Socialista, al cual, como miembro del partido, le debía lealtad. Él había visitado China un número de veces y consideraba a Mao al mismo nivel que Marx, Engel y Lenin”.
Allende no era un estereotipo de líder marxista. Durante una visita a La Habana en 1960, había sido privadamente caricaturizado por el entorno de Castro por sus gustos aristocráticos: vinos finos, objetos de arte caros, trajes bien cortados y mujeres elegantemente vestidas.
En 1970 Salvador Allende compitió nuevamente para la presidencia como candidato de la Unidad Popular (UP), coalición compuesta por los partidos Comunista, Socialista, y Radical, más tres pequeños grupos de izquierda: API, MAPU y PSD, y tal como lo predijo, como el voto antimarxista se dividió en las candidaturas de Tomic y Alessandri, sus posibilidades de éxito se fortalecieron.
Frente a ese escenario, el oficial de la KGB Svyatoslav Kuznetsov, sirviendo entonces en la Residencia de Ciudad de México, fue enviado a Chile a mantener contacto con Allende a través de toda la campaña electoral y coordinar acciones encubiertas diseñadas para asegurar su éxito.
Dada la importancia de esa elección en el contexto de la guerra fría, tanto la CIA, actuando bajo instrucciones desde la Casa Blanca como la KGB gastaron sustanciales cantidades de dinero intentando influenciar el resultado de la elección. Aunque la CIA gastó US$425.000, su dinero fue usado menos efectivamente que el de la KGB, pues se aprobó una campaña de propaganda encubierta “para alertar a los chilenos de los peligros de Allende y de un gobierno marxista”, pero prohibió el apoyo a cualquiera de los candidatos que se oponían a él.
En cambio, el financiamiento de la KGB fue muy precisamente focalizado. Allende personalmente solicitó, probablemente vía Kuznetsov, fondos soviéticos. La asignación original para 1970 fue de US$400.000. Sin embargo, sin duda bajo el consejo de la KGB, el Politburó otorgó fondos adicionales al Partido Comunista para ayudar en su rol en la campaña para la elección. Y también aprobó un subsidio personal de US$50.000 para ser entregado directamente a Allende. El Partido Comunista Chileno le proveyó US$100.000 de sus propios fondos. La KGB también donó US$18.000 a un senador de izquierda para persuadirlo a no presentarse como candidato presidencial y permanecer dentro de la coalición de la Unidad Popular, pues debido a lo estrecho del resultado, incluso los pocos votos que él lograría obtener podrían cambiar el equilibrio contra Allende. Esa al menos, era la visión de la KGB.
El 4 de septiembre de 1970, el líder de la UP ganó la elección presidencial con el 36,3% de los votos. Alessandri y Tomic obtuvieron, respectivamente 35 y 27,8%. En su informe al Comité Central, la KGB se atribuyó parte del crédito de la victoria de Allende. Aunque indudablemente no se puede subestimar la importancia de su rol, la cercanía del resultado sugiere que la KGB realmente tuvo un rol significativo en evitar que fuera derrotado estrechamente llegando segundo.
Como la elección sería definida por el Congreso y aunque el precedente dictaba que Allende sería electo por haber salido primero, Andropov permanecía ansioso sobre el resultado, por lo que reportó el 23 de septiembre al Comité Central del Partido Comunista Soviético lo siguiente:
“Como la cuestión de la elección del Presidente será finalmente decidida por un voto en el Congreso el 24 de octubre, Allende aún enfrenta una determinada lucha con sus oponentes, por lo que aún pueden necesitarse sustanciales recursos para este propósito. Con el objetivo de fortalecer relaciones confidenciales con Allende y crear las condiciones para continuar cooperando con él en el futuro, sería conveniente proporcionarle asistencia material por US$30.000 si surge la necesidad.
Al mismo tiempo, el Comité de la Seguridad del Estado (KGB) llevará a cabo medidas designadas a promover la consolidación de la victoria de Allende y su elección al puesto de Presidente del país. El Departamento Internacional del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (Camarada V.V. Zagladini) soporta esta propuesta”.
La ansiedad de la KGB por la confirmación parlamentaria de la victoria electoral de Allende era comprensible. El resultado de la elección presidencial dejó al Presidente Richard Nixon, de acuerdo con su asesor de Seguridad Nacional Henry Kissinger, “fuera de sí”, con rabia.
Habiendo reprendido a los Demócratas por más de una década por permitir que Cuba fuera Comunista, Nixon ahora enfrentaba la posibilidad de que un Presidente Republicano viera a Chile siguiendo el ejemplo. Había, enojadamente le dijo a Kissinger y al Director de la CIA Richard Helms, “quizás sólo una oportunidad en diez” de evitar que Allende fuera confirmado, pero el intento debía hacerse para “salvar a Chile” del comunismo. La CIA ideó un plan de dos caminos. El primero era encontrar algún método de persuadir al Congreso chileno de no votar por él para asumir el cargo. El segundo camino era ingeniar un golpe militar. Ambos fallaron.
El 24 de octubre fue formalmente elegido Presidente por el voto del Congreso chileno, elección que fue aclamada por un comentarista moscovita como “segunda solo detrás de la victoria de la Revolución Cubana” por la magnitud de su significancia como un golpe revolucionario al sistema imperialista en América Latina.
Después de su elección, los contactos soviéticos regulares con Allende se mantuvieron no por el embajador soviético, sino que por Kuznetsov, quien recibió instrucciones del Cuartel General de la KGB para “ejercer una influencia favorable en la política del gobierno de Chile”.
De acuerdo con el archivo de la KGB, de una manera cautelosa, se le hizo entender a Allende la necesidad de reorganizar el Ejército chileno y los servicios de inteligencia, reaccionando éste positivamente a esa sugerencia. Adicionalmente, la KGB dedicó tiempo en reforzar las inclinaciones antinorteamericanas de Allende, entregándole información sobre las actividades de la CIA intentando penetrar los líderes del Ejército y los servicios de inteligencia.
La acción encubierta de la CIA contra el Mandatario continuó durante su presidencia. Inmediatamente después de la elección presidencial de septiembre, Nixon dio instrucciones de “hacer gritar la economía chilena”, aunque el mal manejo del régimen de Allende ciertamente hizo más daño que la CIA. La inteligencia provista por Kuznetsov a Allende acerca de las operaciones de la CIA en Chile, incluyeron una cierta cantidad de desinformación, tal como el caso de que Nathaniel Davis, que llegó a Santiago como embajador de EE.UU. en octubre de 1971, era un oficial de la CIA pero no hay evidencia que se diera cuenta de que había sido engañado. En 1971, le regaló a Kuznetsov un reloj Longines como muestra de su aprecio personal.
Kuznetsov coordinó sus reuniones regulares a través de la secretaria personal del Presidente, Miria Contreras Bell, conocida como “la Payita” (código MARTA) por la KGB.
No sólo la inteligencia soviética, sino que también la cubana estableció relaciones cercanas con la familia Allende, al punto que su hija Beatriz se casó con el agente cubano Luis Fernández Oña, padre de la actual Ministra de Defensa, Maya Fernández Allende. Adicionalmente, de acuerdo con el archivo de la KGB, la guardia personal de Allende, el GAP, tenía numerosos cubanos entre sus miembros.
A los pocos meses de instalado el gobierno, en mayo de 1971, desde la KGB en Rusia se le envió a Kuznetsov una larga lista de tópicos, instruyéndolo a obtener la opinión de Allende:
-La evaluación del Presidente sobre la situación política interna en el país, y sus planes para entorpecer las actividades subversivas de la oposición de derecha.
-La evaluación del Presidente sobre la situación económica en el país y las medidas planificadas para fortalecer la economía.
-Las relaciones entre el gobierno y los partidos en la coalición de la UP.
-La actitud del Presidente hacia acciones unilaterales de los partidos al interior del bloque, especialmente el Partido Comunista.
-La posibilidad y las condiciones necesarias para la unificación de los comunistas y socialistas en un solo partido.
-Las decisiones del Presidente para fortalecer el liderazgo de las Fuerzas Armadas chilenas y el gobierno con partidarios de los partidos de izquierda.
-Perspectivas para el desarrollo de relaciones económicas, políticas y militares entre Chile y la URSS, Cuba otros países socialistas y China.
-Relaciones entre Chile y EE.UU. y la política de Chile respecto de los países de Latinoamérica.
Kuznetsov logró obtener respuesta a todas las preguntas y los informes basados en la información de Allende, fueron transmitidos al Politburó, el que en octubre de 1971, dio instrucciones de entregarle al líder socialista US$30.000 con el propósito de solidificar las confiables relaciones con él.
El 7 de diciembre, en un memorándum del Politburó personalmente firmado por Andropov, la KGB propuso darle a Allende otros US$60.000 por lo que eufemísticamente se denominó “su trabajo (i.e. Brivery [sic] soborno en español) con líderes políticos, comandantes militares y parlamentarios”. Allende tenía que ser instado a fortalecer su autoridad estableciendo “contacto no oficial” con jefes de seguridad chilenos y “usando los recursos de amigos (comunistas)” en el Ministerio del Interior. La KGB también propuso darle mensualmente US$70.000 adicionales a un chileno ya subsidiado por la KGB, para “hacerlo más combativo y agudo en su defensa de los intereses de la UP y en su exposición de las intrigas de los reaccionarios locales e imperialistas”, propuesta aprobada por el Politburó.
En 1972, la llegada de un nuevo embajador a Santiago, Aleksander Vasilyevich Basov, cuya pertenencia al Comité Central indicaba tanto su alto rango dentro de la nomenklatura como la importancia que le daba Moscú a las relaciones con Chile, intentó monopolizar las relaciones con Allende, tratando de impedir que Kuznetsov fuera quien mantuviera contactos sin su presencia y trató de evitar que siguiera relacionándose con su esposa y su hija Beatriz. Sin embargo, en un viaje que ambas hicieron a Rusia, en diciembre de 1972, Kuznetsov fue capaz de reanudar contacto con Hortensia y Beatriz mientras ellas estaban en el Sanatorio Barvikha en la Unión Soviética.
Durante su estadía, seguramente sin informarle a Basov, el Centro hizo, a costo propio, una reserva de dos semanas el sanatorio para Kuznetsov y su esposa Galina. Está claro por el tono de informes posteriores de la KGB, que una vez más, probablemente sin el conocimiento del embajador, Kuznetsov tuvo éxito en establecer un canal secreto para “manejar las materias más confidenciales y delicadas” directamente con Allende.
El tono del reporte de la KGB sobre Chile en 1972 fue algo más cauteloso que durante el año anterior. La visita de Nixon a Moscú en 1972 y la visita de Brezhnev a Washington el año siguiente, representaron un importante punto de un período de détente entre Washington y Moscú, y Andropov no quería tener problemas con Nixon y aconsejó una política cautelosa en Latinoamérica.
Andropov, como los líderes soviéticos en general, estaba ansioso de no provocar a la administración Nixon con un desafío muy ostentoso a la influencia americana en Latinoamérica, especialmente porque EE.UU. parecía tácitamente aceptar que la Unión Soviética era libre de actuar a su arbitrio dentro de su propia esfera de influencia en Europa Central y del Este. Latinoamérica, escribió Andropov, “es una esfera de especial interés para los EE.UU. Los EE.UU. nos han permitido actuar en Polonia y Checoslovaquia. Esto tenemos que recordarlo. Nuestra política en América Latina debe ser cuidadosa”.
No obstante, había una creciente ansiedad en el Centro por la falla de Allende en consolidar su posición trayendo a las Fuerzas Armadas y el sistema de seguridad bajo su control. Andropov decretó que las principales prioridades de la KGB en Latinoamérica en 1972 fuera fortalecer -discretamente- los apoyos soviéticos en Chile y Perú.
Ambos apoyos, había concluido Andropov, eran inseguros:
“Lo principal es mantener nuestro dedo en el pulso de los eventos, y obtener informaciones multifacéticas y objetivas sobre la situación ahí, y la correlación de fuerzas. Es necesario dirigir el curso de los eventos y asegurar que los eventos no nos pillen desprevenidos, de manera de no tener sorpresas, y estar conscientes de los primeros temblores, eventos o cambios que se aproximan, permitiéndonos así informarlos al liderazgo a tiempo”.
Ansioso de reforzar el régimen estableciendo lazos estrechos de la KGB con la inteligencia chilena, Andropov instruyó que cualquier esfuerzo por forzar el paso, sería contra productivo:
“No permitan nada que pueda causar quejas sobre nuestra actividad en Chile y Perú.
No fuercen el establecimiento de enlaces con el servicio de inteligencia chileno. Despierten su interés, pasándoles inteligencia de un tópico natural a través de LEADER (Allende)”.
En el curso de 1972, Moscú degradó sustancialmente su evaluación de las perspectivas del gobierno. En julio, un diario líder soviético seguía sosteniendo, “el record de Chile muestra que un número de países latinoamericanos puede adoptar una forma de construcción socialista. En octubre, sin embargo, la “Huelga de los Camioneros”, presuntamente respaldada por fondos de la CIA, virtualmente paralizó la economía durante tres semanas, proveyendo dramática evidencia de la debilidad de la Unidad Popular y el poder de sus oponentes. En una reunión del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, Chile fue oficialmente declarado como no estar construyendo socialismo, sino que buscando simplemente un desarrollo libre e independiente en democracia y progreso social. La creciente evidencia del mal manejo económico también hizo a Moscú reacio a proveer soporte de gran escala. Allende regresó de una visita a Moscú en diciembre con mucho menos de lo que había esperado.
Andropov estaba ansioso, no obstante, que la KGB debía hacer todo lo que pudiera para prevenir la derrota del régimen ya sea en las urnas o por un golpe militar. El 25 de diciembre de 1972, él envió un memorándum al Politburó dándole una impresión bastante exagerada de la habilidad de la KGB para influenciar la política chilena:
“La KGB mantiene relaciones confidenciales con Allende y un senador de izquierda, y también con prominentes individuos en los partidos Socialista, Radical y Demócrata Cristiano.
Elecciones parlamentarias tendrán lugar en marzo de 1973.
Considerando la situación durante el período pre electoral, está planeado tomar medidas para fortalecer las relaciones con la gente arriba mencionada, y también para hacer nuevos contactos en el gobierno, partidos y círculos parlamentarios, incluyendo ciertos representantes de la oposición de derecha y la organización radical Movimiento de Izquierda Revolucionario MIR.
A través de contactos no oficiales con gente influyente en el país y otras vías, está planeado concentrar los esfuerzos de la KGB en lo siguiente: Ayudar a consolidar las fuerzas que soportan al gobierno de Chile; crear obstáculos para cualquier cooperación entre la Democracia Cristiana y los partidos nacionales dentro del marco de la oposición; ejercer influencia sobre las FF.AA. y de orden para prevenir que sean usados en contra de la Unidad Popular.
La KGB también está planeando usar sus capacidades para realizar una serie de medidas activas en Latinoamérica y otros países con el propósito de exponer la interferencia imperialista en los asuntos internos de Chile y ejercer la necesaria influencia en la opinión pública, induciendo así los elementos antiimperialistas y progresistas para apoyar más activamente a la Unidad Popular.
Con el propósito de financiar esas medidas, además de las operaciones contra figuras gubernamentales y políticas (incluyendo influenciar a algunos de ellos a través de pagos) se requiere la suma de US$100.000. Parte de este dinero es para dárselo a Allende para trabajo con sus propios contactos en círculos militares y políticos”.
La aprobación del pago de los US$100.000 de las reservas del Consejo de Ministros para “medidas especiales” de la KGB en Chile fue otorgado por el Politburó el 7 de febrero de 1973. Una “recompensa adicional” de US$400 fue hecha para Allende por “valiosa información” no especificada que él había provisto.
Otro reporte de Andropov al Politburó en febrero de 1973 proveyó una optimista evaluación de la influencia de la KGB en Allende durante las reuniones con Kuznetsov:
“Allende estableció este canal aparte de los usuales contactos gubernamentales no oficiales y los usó para manejar las materias más confidenciales y delicadas (estableciendo contactos entre las FF.AA. de Chile y la URSS, consultando sobre el uso de materias primas atómicas chilenas, organizando cooperación entre los servicios de seguridad chilenos y soviéticos y otras materias) pasando información y discutiendo temas corrientes de política. La KGB está teniendo éxito en ejercer una definitiva influencia sobre Allende. Esto es, ayudando, en particular, a un mejor entendimiento sobre el entendimiento del Presidente sobre las políticas chinas, así como también una decisión de su parte para fortalecer contacto entre los militares chilenos y peruanos, con el propósito de ejercer una influencia positiva sobre el liderazgo de las FF.AA. chilenas. A su vez, Allende está sistemáticamente informándonos de la situación en el país y en la Unidad Popular, sobre sus propios planes y más.
Las reuniones de nuestro oficial (Kuznetsov) con Allende, durante las cuales discutían asuntos importantes se condujeron en privado, invitándolo el Presidente a visitarlo cuando quisiera -ya sea en su oficina o en su casa- sin avisarle previamente, cada vez que hubiera un asunto urgente que tratar.
El fortalecimiento de la relación entre nuestro oficial y Allende se facilitó por la ayuda material que se le aportó, por la atención personal y por el cumplimiento de todos sus requerimientos personales”.
A fin de hacer más efectivo y beneficioso el contacto con el Presidente, Andropov sugirió ayudarlo a fortalecer su posición y su autoridad tanto en Chile como en Latinoamérica, a través de los canales informales que la KGB tenía disponibles. Adicionalmente recomendó ampliar las habilidades de Allende para evaluar la situación en los países latinoamericanos, considerando que podía enviar sus propios emisarios a varios de ellos.
Otra recomendación de Andropov fue obtener información a través de Allende sobre las políticas chinas, incluyendo el uso de personas de su confianza que él podía enviar a China.
Finalmente, sugirió brindarle ayuda material por su trabajo con los contactos en círculos políticos y militares, especialmente en el período pre-electoral hasta US$50.000, tomados de fondos designados a la KGB por el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética bajo la resolución N° P-78/31, del 13 de febrero de 1973.
Y aunque privadamente en el Cuartel General de la KGB (Centro) estaban cada vez más preocupados sobre las posibilidades de sobrevivencia de Allende, Andropov no lo comentaba en el Politburó, por lo que sus sugerencias, incluyendo los fondos adicionales, se aprobaron.
Sin embargo, en privado, el Centro estaba preocupado por las deficiencias del sistema de seguridad e inteligencia de Allende, lo que hacía aumentar las posibilidades de un golpe militar. El Centro le reportó a Brezhnev en febrero de 1972 que el oficial responsable de la relación con los servicios de seguridad chilenos se reunió secretamente con Allende en una villa en los suburbios de Santiago, donde Allende le expresó algunas de sus visiones respecto de la reorganización de los servicios de seguridad. Le indicó que sería creado un sistema de inteligencia y contrainteligencia eficiente, que le reportaría directamente a él, basado en miembros del Servicio de Investigaciones y personal confiable reclutado de los partidos Socialista y Comunista, y cuyos esfuerzos estarían destinados a descubrir y suprimir cualquier actividad subversiva por parte de los norteamericanos y fuerzas reaccionarias locales, además de organizar actividades de inteligencia al interior de las FF.AA., ya que la posición que asumieran éstas sería un factor decisivo que determinaría el destino del proceso revolucionario chileno.
Y en el reporte a Brezhnev el Centro agregó que Allende contaba decididamente con la asistencia soviética en ese propósito.
Así se llega a las elecciones parlamentarias de marzo donde la Unidad Popular sacó el 44% de los votos y la oposición el 56%. No hay evidencia que la KGB tratara de explicar por qué sus “relaciones confidenciales” con líderes del espectro político chileno habían fallado en producir el triunfo de la UP que esperaba el Politburó; pero en lugar de eso, enfatizaron la voluntad de Allende de proveerles más ayuda en sus operaciones. Andropov entonces, le escribió a Brezhnev solicitándole su aprobación para financiar recolección de inteligencia por Allende en otros países sudamericanos, en nombre de la KGB.
En ese reporte Andropov le dice a Brezhnev que su oficial tuvo una conversación con Allende, sobre la posibilidad de recibir información de Latinoamérica contando con su asistencia y que éste mostró interés en la materia, expresándoles variadas ideas al respecto. En particular, le expresó su voluntad de enviar gente de su propia confianza a países latinoamericanos, donde serían capaces de establecer contactos con sus amigos y partidarios políticos, obteniendo valiosa información de ellos.
Adicionalmente, informó que «en un futuro cercano el Presidente podrá enviar su emisario a Venezuela con el propósito de evaluar la situación en ese país, en la víspera de la elección presidencial de noviembre del mismo año (1973)». Entre sus contactos confiables, Allende nombró a Luis Beltrán Prieto Figueroa, el líder del partido progresista de Venezuela, llamado Movimiento Electoral del Pueblo. «Además, está dispuesto a cooperar en obtener información en Argentina y Ecuador, donde la situación se caracterizaba por contradicciones y complejidades».
Bajo ese reporte, Brezhnev escribió “Aprobado”.
Sin embargo, Andropov estaba cada vez más pesimista sobre las posibilidades de sobrevivencia de Allende, por lo que un día en la primavera de 1973, hizo una visita al Cuartel General en Yasenevo, donde reunió a todos los que tenían algo que ver con Latinoamérica, y de acuerdo con Nikolai Leonov, Andropov les hizo una simple pregunta: ¿Cómo vemos el caso chileno; tiene alguna posibilidad de triunfar? ¿Debemos comprometer todos nuestros recursos, o es demasiado tarde para arriesgarlos? La conclusión a la que llegaron fue que la medida que había estado planeándose para hacer un préstamo de US$10MM sería incapaz de rescatar la situación en Chile. Sería como poner un parche en un neumático desgastado.
Según la KGB, el error fundamental de Allende fue su renuencia a usar la fuerza contra sus oponentes y sin establecer un total control sobre la maquinaria del Estado, su mantención en el poder no se podía asegurar. Según Leonov, el experimento de Allende tenía todas las simpatías del Centro, pero no creían en su éxito y en los meses siguientes, la Residencia de la KGB en Santiago reportaba “alarmantes signos de aumento de la tensión”.
El 27 de junio de 1973, ocurrió el primer intento de derribar al régimen, hecho por activistas de Patria y Libertad, que tramaron un golpe con oficiales desafectados del Segundo Regimiento Blindado, para raptar a Allende ese día. La Residencia en Santiago informó que habían tenido acceso a esos planes y se le habían advertido. La seguridad de los complotadores era tan mala que se supieron los planes y el intento se postergó. Pero después, el 29, vino el tanquetazo, que también fracasó. Pero de acuerdo con la KGB, el aspecto más significativo del fallido golpe fue la apática respuesta de los trabajadores de Chile, los supuestos más sólidos partidarios. Allende hizo un llamado radial a que fueran al centro de Santiago para defender a su gobierno, pero nadie fue.
Las siguientes 10 semanas fueron un período de crisis política, económica y militar. Desde que Allende fue elegido en 1970, el peso se había devaluado 10.000%. Un famoso periodista, David Holden, jefe de los corresponsales extranjeros del Sunday Times de Londres escribió como titular de un artículo que envió desde Santiago, “Chile: Black Market Road to Socialism” o Chile: Camino del Mercado Negro al Socialismo donde reportó que si alguien tenía paciencia de estar en colas legales para cargar bencina, podría llegar a ser rico, vendiendo su estanque diario en 30 veces el precio oficial.
En su fracasado llamado a los trabajadores para que fueran al centro a defender su gobierno, declaró: “Si llega la hora, la gente tendrá armas”, lo que fue su primera declaración pública que movilizaría a grupos paramilitares de izquierda si enfrentaba una revuelta militar.
Durante agosto, las FF.AA. montaron una intensa búsqueda de armas ilegales, concentrándose predeciblemente en las que mantenía la izquierda. Posteriormente, la KGB se quejó que Allende puso muy poca atención a sus advertencias de un inminente golpe. Y cuando ocurrió el 11 de septiembre, Luis Corvalán y el liderazgo comunista, quien también había sido informado por la KGB, estaban mejor preparados. El diario El Siglo de ese día tituló “Cada cual en su puesto de Combate”, haciendo un llamado a los “trabajadores y campesinos a combatir para repeler el intento de los reaccionarios que están determinados a derrocar el gobierno constitucional”. Mientras Corvalán y el liderazgo comunista se escondió, los gerentes comunistas de las fábricas comenzaron a movilizar a los trabajadores en el cordón industrial.
De acuerdo con la KGB Allende falló en cumplir su promesa de convocar a la gente a las armas para defender su régimen y cuando comenzó el golpe el 11 de septiembre, en lugar de buscar apoyo en las áreas de clases trabajadoras de Santiago, él estableció su base en La Moneda, donde fue defendido por solo 50 a 60 de su Grupo de Amigos Personales entrenados por los cubanos y media docena de oficiales del Servicio de Investigaciones. La falta de preparación de Allende para negociar con el golpe derivaba parcialmente de su preferencia por la improvisación sobre una planificación avanzada.
Después de la caída de la UP, en febrero de 1974, el Politburó realizó lo que pareció ser la primera evaluación de su política en Latinoamérica desde el golpe de Estado en Chile. Definió los tres principales objetivos de la política soviética: “Ampliar constantemente y reforzar la posición de la Unión Soviética en el continente; proveer soporte a los elementos progresistas antinorteamericanos que luchan por su independencia política y económica y proveer una activa oposición a la penetración china”. Y significativamente, no hubo mención alguna sobre fomentar movimientos revolucionarios en Latinoamérica o de cualquier tipo, fuera de Cuba, de un nuevo gobierno marxista basado en el modelo de Allende.
En Chile, la mano firme establecida por el régimen militar pareció excluir cualquier nueva experiencia de “Socialismo con Vino tinto” en un futuro previsible, quedando Cuba como primera prioridad para la KGB.
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