05 de Enero de 2018
Juan Pablo Alessandri Mönckeberg
El intempestivo viaje a Cuba de la Señora Presidenta de la República pone una vez más de manifiesto la irregular faceta de nuestras relaciones, como es el caso de los Derechos Humanos y el Estado de Guerra en Chile hasta fines de 1973 .
Me sorprende que la Izquierda Chilena, tan seguidora y admiradora de la Revolución Cubana, siempre exija a sus contrincantes el cumplimiento irrestricto de los Derechos Humanos. Se jactan de la resistencia del once de septiembre en La Legua, pero jamás han señalado que ellos no respetaron las convenciones de la guerra, como fue el hecho de atacar la ambulancia que fue a rescatar los heridos del bus de carabineros, que minutos antes había sido destruido con una bazuca. Tampoco condenan que en la Comuna Cerrillos también atacaron otra ambulancia.
Lamentablemente para ellos los integrantes de esa ambulancia eran de izquierda, provocando la muerte a uno de sus propios compañeros. Esto revela el desprecio por las convenciones, ya que atacarlas fue una brutal violación a los códigos internacionales sobre la materia, como el de Ginebra.
Lo que deja perplejo es que Cuba, en los años 40, fue una adalid de los derechos humanos, con la Política internacional cubana liderada por el presidente Grau San Martin (1944 a 1948). Más aún, la Constitución democrática de 1940 prohibía la pena de muerte. Pero, al asumir el poder, los revolucionarios violaron sistemáticamente los derechos humanos, cambiaron la constitución por decreto, para poder fusilar a sus contrincantes con juicios emocionales que no respetaban ninguna garantía y con pruebas insuficientes (simples declaraciones). Esta práctica terminó imponiendo, como lo dice la revista Cuba Posible de Julio 2017 que “todo lo que sonara a derechos humanos parecía cosa de contrarrevolución”.
Aunque parezca increíble y en un doble juego, al producirse el golpe de 1973 el MIR designó de inmediato a uno de sus fundadores, Marcelo Ferrada de Noli, para integrarse al Tribunal Russell en Roma, llamado también Tribunal Internacional sobre Crímenes de Guerra. Era el mismo Ferrada de Noli que en 1964, había viajado a Cuba por intermedio de la embajada Cubana en Santiago, para recibir entrenamiento militar junto a otras tres personas de Concepción.
Esta izquierda marxista del siglo XXI, siempre ha considerado que lo que sucedió en Bahía Cochinos fue una invasión de una potencia extranjera, a sabiendas de que los presos que cayeron en esa acción eran cubanos refugiados. En los actos de solidaridad internacional proclamados por esta izquierda, no solo se entregaron armas y entrenaron a los nativos de cada país, sino que participaron ciudadanos extranjeros y del país promotor como fue en Bolivia, Angola, etc.
En otros casos como el FPMR fueron entrenados en distintos planteles militares de otro país: Cuba, RDA,Praga, URSS, etc. Se graduaron en planteles militares extranjeros, fueron costeados sus estudios por esos países, fueron instruidos en sus políticas de estado y financiadas sus actividades por esos países, tanto en lo que respecta en los costos materiales como personales y familiares de cada uno de sus integrantes. Muchos de ellos pelearon en guerras propiciadas, planificadas y equipadas por estos países, como fueron las de Angola y Nicaragua. También sirvieron militarmente dentro de Cuba como un militar más.
En el gobierno de Aylwin tuvieron que ir representantes del PS y del PPD a negociar el término del apoyo político, económico y logístico con Cuba para terminar con parte importante del FPMR, a los cuales se les entregó pasaportes falsos para salir del país, con el fin que Cuba nunca tuviera que reconocer su entrada a la Habana. Es decir, los actos ejecutados constituyeron Políticas de Estado de Gobiernos extranjeros. Pero, fíeles a la consigna de que “no hay más verdad que la de la Revolución “, la izquierda negará lo anterior, justificará todos sus actos continuará persiguiendo y encarcelando militares y obligará a sus adversarios actuar con una nobleza y pulcritud, que no exigen a sus mentores.
Seguirá la izquierda negando el autogolpe preventivo planificado en 1972, que se intentó materializar con el arribo al puerto de Valparaíso del buque mercante cubano “Playa Larga” el 28 de Agosto de 1973 y que supuestamente transportaba azúcar, siendo que en realidad traía armas para los cordones industriales. Su tripulación no eran marinos mercantes sino marinos de guerra cubana, contraviniendo una vez más todas las convenciones.
La Presidenta de Chile, corriendo a Cuba, emula lo hecho por el presidente Venezolano Maduro, cuando se vio en crisis. Para la social democracia chilena, este viaje es una muy mala señal política.
Fuente: https://www.semanariolocal.cl/archivos/27285
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