Marzo 02, 2020

 

 

 

 

Vanessa Vallejo


La mayoría de las veces nos toca votar por unos políticos que parecen asustados, siempre temerosos, midiendo cada palabra y cada actuación para que la izquierda no los vaya a juzgar de radicales.


No cedan ante el mal, y si no son capaces de alzar la cara y con orgullo enfrentar el socialismo, mejor háganse a un lado. (PanAm Post)


A la derecha latinoaméricana le hace falta el carácter que le sobra a la izquierda. En el mundo hispanohablante, por alguna razón, la derecha ni siquiera se identifica como tal, les da miedo. La mayoría de las veces nos toca votar por unos políticos que parecen asustados, siempre temerosos, midiendo cada palabra y cada actuación para que la izquierda no los vaya a juzgar de radicales. Y ese miedo, en la mayoría de los casos, les acompaña a los políticos hasta el final, incluso cuando llegan al poder, el señalamiento de la izquierda les asusta tanto que terminan gobernando en función de agradar no a sus votantes, sino a la siniestra.

También nos llevan una ventaja enorme en estrategias comunicativas, ya quisiéramos nosotros tener líderes que hablen con ese carisma y desparpajo que tiene la siniestra. Pero, además, la izquierda es mucho más culta que la derecha, no saben nada de economía, no entienden cómo funciona el mundo, pero muchos son cercanos a las humanidades, tienen conocimiento de cultura popular y hacen buenos discursos. Hay que aceptar lo evidente, la derecha tiene un gran hueco en el tema cultural.

No me queda duda, porque así la evidencia lo demuestra, que la izquierda no entiende absolutamente nada de economía, y ahí donde logra el poder causa miseria y destrucción. Entre más socialista sea una economía, más miseria habrá. A pesar de eso, de estar tan equivocados y de que sus ideas han matado por lo menos a cien millones de personas, son tan astutos y tienen tanto carácter que siguen atrayendo votantes y, no solo eso, han logrado que buena parte de la sociedad los identifique como los luchadores de las causas justas, los protectores de los más necesitados.

Es el momento de que la derecha entienda cómo actúa la izquierda y empiece a copiar sus estrategias, por supuesto, sin ceder un solo milímetro en valores y principios.

«No hay nada que pase en política que no haya pasado antes en la cultura», repite una y otra vez un amigo brasileño que da en este momento una lucha gigante para que la izquierda de su país no borre la historia para inventarse una fantasía a su conveniencia.

¿Qué está haciendo la derecha en el campo cultural? En el mundo hispano muy poco. Pero si es que al parecer no se han dado cuenta de la importancia del asunto.

Hace unos meses, el líder de la extrema izquierda colombiana, Gustavo Petro, recordó en el Congreso de la República la famosa canción «El baile de los que sobran«. Victimizándose, como siempre hace la izquierda, dijo que él y sus  seguidores son «los que sobran», la gente que la derecha no quiere, los pobres, los oprimidos…

¡Cómo son de astutos! Cómo crean resentimiento y odio en la gente y qué buen uso hacen de la cultura. No hay forma de calcular el daño que esa y otras canciones como «Las  industrias» o «Por  qué no se van» le  han hecho a los jóvenes. Cuántos chicos pasaron sus difíciles años de adolescencia, tiempo en el que buscan pertenecer a un grupo y en el que la rebeldía es casi natural, saltando y gritando unas letras que simplemente son panfletos socialistas. Y, ¿a cuántos hicieron llorar y quedar resentidos después de ver la película «La Noche de Los Lápices»?

Necesitamos artistas de nuestro lado, que entiendan cómo funciona el mundo y la economía. Tenemos que recuperar poco a poco la cultura. La izquierda no habla de números ni de economía porque ahí pierde. En el campo racional pierde, los datos están de nuestro lado. Ellos mueven sentimientos y ofrecen una opción fácil de entender para muchos.

Y, ¿qué pasa con la educación? La derecha sabe que la mayoría de los profesores son de izquierda, que los sindicatos de maestros son camarillas de comunistas. Sin embargo, no parece haber un proyecto serio e importante para enfrentar ese asunto. Las escuelas se han convertido, literalmente, en fábricas de izquierdistas. Y no solo las públicas, también las privadas. En Colombia, por ejemplo, es en la Universidad Pedagógica donde se educa la mayoría de profesores de colegio, sus paredes están llenas por todas partes de pinturas de asesinos como el Che, hacen protestas violentas cada mes, son izquierdistas hasta la médula, ¡y son esos universitarios los que luego educarán a los niños bogotanos!

Hay que trabajar simultáneamente en dos frentes. En primer lugar, necesitamos políticos que tengan empatía, que le hablen a la gente del común, que le hablen a los votantes de sus preocupaciones inmediatas, pero que al tiempo tengan carácter, eso de «ni izquierda ni derecha» es un chiste, alcen la cara y orgullosos digan que defienden la libertad y la propiedad privada, que enfrentan el socialismo y que creen que la izquierda es miseria. Pero si ellos mismos se muestran avergonzados y se ven afectados por lo que dice la izquierda, nadie los va a respetar.

Entiendan, queridos políticos, que para la izquierda ustedes siempre serán extremos, no se acomoden para agradar al enemigo, no caigan en ese juego. Esfuércense para defender bien sus valores y para explicarle a los confundidos por qué el capitalismo es la única forma de mantener una sociedad próspera. No cedan nunca ante el mal, y si no tienen el carácter para, a pesar de las críticas, hacer siempre lo correcto, háganse a un lado; la política se trata de tomar partido.

Pero en segundo lugar hay que hacer una estrategia fuerte en materia cultural. Necesitamos centros de pensamiento, pero no para hacer exclusivamente reuniones en las que nos aplaudamos entre nosotros, o a las que solo vaya gente con dinero a escuchar que el capitalismo es bueno. Hay que entrar a las universidades, trabajar con los jóvenes, hacerlo divertido, que sea cool, crear toda una revolución cultural. Acompañar a los artistas, impulsarlos. Ofrecerle talleres a los jóvenes de derecha, que puedan articular buenos discursos y sean buenos oradores.

En los colegios podemos empezar asesorando a los padres para que se organicen y controlen la educación que se les está dando a sus hijos, que sepan cómo actuar en caso de que en el colegio estén adoctrinado a sus niños en cualquier línea marxista. Y los políticos de derecha, cuando lleguen al poder, deben enfrentar legalmente a esos sindicatos de profesores que no son más que militantes izquierdistas.

Yo quisiera ver a la derecha organizada, regalando libros como el «Manual del perfecto idiota latinoamericano»  y stickers o botones con frases como «el socialismo apesta». Ofreciendo talleres en distintas artes y creando un movimiento cultural de derecha. Encumbrando youtubers y jóvenes líderes, creando sus propios medios de comunicación, aprendiendo de teoría para dar discursos más estructurados. Pero nada de eso pasa, a excepción de lo que ocurre en España con VOX, en el mundo hispanohablante lo que tenemos es una derecha vergonzante que ni siquiera es capaz de recordarle a la izquierda que tienen millones de muertos encima.

Todo les da miedo, no entienden nada. Es hora de que alcen la cabeza y empiecen a luchar de verdad, porque el socialismo es muerte y la lucha es por nuestras vidas.

Fuente: https://es.panampost.com/vanessa-araujo/2020/03/02/la-tonta-derecha-latinoamericana-un-mea-culpa-necesario/

.