17 de febrero de 2020

 

 

 

Tomas Bradanovic


Yo nunca he deplorado la violencia política. Como me gusta la historia, tengo muy claro que hay muchas circunstancias en que se usa violencia y -a diferencia de la mayoría de los buenistas- pienso que es una más de las formas de lucha política que siempre aparecen cuando de agotan las herramientas pacíficas.


La violencia política puede ser de muchas formas. Normalmente parte con violencia verbal y amenazas, pero luego pasa a violencia física como las grescas en el parlamento, después escala a las "manifestaciones" ¡como amamos los eufemismos los chilenos! los destrozos y finalmente los enfrentamientos directos entre grupos con alguna clase de armas.

Esto no es nada nuevo, siempre ha sido así y yo recuerdo de chico los pugilatos de los hermanos Duran -los paquetones- en el congreso, donde volaban tinteros y bofetadas. En Chile tuvimos varios ejércitos paralelos armados por políticos: la Guardia Republicana de Portales, la Guardia Nacional de Chile de Alessandri, las Tropas de Asalto del Partido Naci y las milicias del Partido Socialista. Para que hablar de las brigadas "muralistas" en la época de Allende, los "Saltamontes" nicaraguenses, los "cordones industriales" etc.

Históricamente la violencia ha sido siempre más importante para la izquierda, porque siempre han sido minoría y les cuesta una enormidad conseguir el poder en elecciones limpias. Por eso, en la historia de Chile siempre se ha dado esta misma escalada, normalmente iniciada por la izquierda.

El primer peldaño es tratar de entrar al poder por la ventanilla arreglando el sistema de elecciones. Si lo piensan bien, desde la Revolución Rusa en 1917 hasta hoy, solo un presidente marxista pudo llegar al poder ganando una elección. Una sola vez en la historia del mundo (Allende en Chile, 1970), "ganó" con algo más del 30% de los votos mientras su adversario le pisaba los talones, Allende terminó siendo electo por el Congreso. Ese dato duro, real nos debe indicar algo.

Y es que para la izquierda dura resulta prácticamente imposible ganar el poder en elecciones, la gente no vota por ellos y por eso tratan de entrar por la ventanilla, deformando el sistema electoral para que los beneficie o simplemente usando violencia callejera y golpe de estado, que es la manera estándar como han obtenido el poder. La izquierda siempre ha sido sinónimo de violencia.

A la Social Democracia le ha ido algo mejor en elecciones, estuvo de moda y tuvo su apogeo en los años cincuenta, pero todos los ciclos social demócratas han terminado con regímenes muy corruptos, arruinando el país donde se han establecido. Por eso el colapso y desprestigio que están  sufriendo ahora. Algo que seguramente explica el éxito que tuvo en el pasado la Social Democracia era que -al menos en la retórica- "deploraban" todas las fornas de violencia política, tal como lo hace la derecha.

Así, vemos que los partidos con menos posibilidades de ganar elecciones son normalmente los que proclaman, defienden y practican -cuando pueden- los métodos violentos en la lucha política. Por algo Karl Marx escribió "la violencia es la partera de la historia", mientras que los socialdemócratas y derechistas suelen condenarla.

En la realidad los social demócratas y derechistas -bajo ciertas circunstancias- también usan los métodos violentos y las circunstancias son las mismas de las de los marxistas: cuando las elecciones no funcionan. A los marxistas las elecciones no les funcionan porque nunca han tenido una cantidad apreciable de votos, mientras que a social demócratas y derechistas las elecciones no les funcionan cuando los políticos han desfigurado el sistema para torcer la voluntad popular.

En esos casos la salida de la derecha también es violenta, eso fue exactamente lo que ocurrió en 1973, cuando el gobierno de Allende mediante resquicios legales trató de "superar la legalidad burguesa", confiscó propiedades y avanzó hacia la "toma del poder total". Entonces fue cuando la social democracia y la derecha incapaces de detener a Allende en elecciones en un sistema legal viciado golpearon la mesa y el resto es historia.

Hoy, en una escala muy inferior, volvemos un poco a esos años. Bachelet "corrió los cercos" en muchas cosas, aprovechando su accidental mayoría parlamentaria y Piñera después no fue capaz de deshacer, mitigar el daño y poner los cercos donde les corresponde.

El mecanismo que permitió esto fue el "fin del binominal" aprobado con el miserable voto de una política de derecha de cuyo nombre no quiero acordarme (Lily Pérez ¡lo dije!) Esto hizo desaparecer la representatividad del congreso, llevando a payasos como Florcita Motuda, Pamela Jiles y otros orates de la "bancada del 1%"

Desde el mes de octubre, con los incendios, destrozos y saqueos, estamos volviendo a la violencia en las calles, y como era previsible, la derecha está saliendo con palos y escudos a machacarle los huesos a los orcos. Si la cosa sigue mal, probablemente empezarán a aparecer los francotiradores, esa es la lógica de un conflicto que escala y, como el trabajo que no está haciendo el cobarde a cargo del gobierno y sus peleles, lo tendrán que hacer otros. Yo lo veo inevitable, no deploro ni condeno la violencia, al contrario, es solo la partera de la historia que está sacando la criatura. Y entonces los simios y orcos se llevarán la sorpresa de su vida, porque la criatura puede ser cualquier cosa, menos la que están esperando.

Y no les va a servir de nada victimizarse, porque a partir de ahora empezará la escalada, donde las víctimas no le importan a nadie.

Fuente: https://bradanovic.blogspot.com/
 
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