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Alejandro Alarcón
Economista


 La gran lección de todo esto es el elevado costo que paga la ciudadanía por la violencia desenfrenada de unos pocos que no fueron detenidos a tiempo, y la irresponsabilidad cómplice de muchos políticos que frente a estos actos mantuvieron silencio, con el fin de presionar torpemente al gobierno de turno.


 Paul Simon, miembro del  popular dúo Simon & Garfunkel, escribió a principios de 1964 The Sounds of Silence (Los sonidos del silencio) como una triste canción por el asesinato de John Kennedy en noviembre de 1963. Es un tema  que pretende expresar el sentimiento de dolor del pueblo norteamericano ante este penoso hecho.

He pensado mucho en este tema, suena fuerte en mi mente frente a la pandemia que remece a Chile, y que ha tenido efectos notorios desde marzo, no sólo por el número de contagiados, sino porque también tendrá negativos efectos sobre la trayectoria de la economía, el empleo y el bienestar de las familias.

Llega en el peor momento, la brutal ola de violencia, saqueos y fuego, que han remecido las calles de varias ciudades del país desde octubre del año pasado están causando dolor en cientos de miles de compatriotas que no solo han perdido su esfuerzo, ahorros y patrimonio formado en años, sino que también tal vez millones reciben con angustia la pérdida de su fuente laboral a causa del vandalismo.

Las cifras son elocuentes, el PIB del cuarto trimestre de 2019 cayó más de 2%, el desempleo se incrementa y considerando rezagos y empleo informal -llamado desempleo escondido en otras latitudes- traspasó los dos dígitos con lo que lo anunciado aquí, en este mismo espacio, más de un millón de chilenos sin pega se ha hecho tristemente realidad.

La pandemia profundizará estos problemas, y es bueno recordar lo que me decía mi abuelita en referencia a un conocido ritmo tropical: “toma chocolate, paga lo que debes”. La gran lección de todo esto es el elevado costo que paga la ciudadanía por la violencia desenfrenada de unos pocos que no fueron detenidos a tiempo, y la irresponsabilidad cómplice de muchos políticos, que frente a estos actos mantuvieron silencio, con el fin de presionar torpemente al gobierno de turno.

El Ministro de Hacienda diseñó un plan de emergencia económica basado en la protección del empleo sobre la base de un subsidio de cesantía, un plan de excepción transitoria de impuestos para inyectar liquidez a las pequeñas y medianas empresas y un bono para las familias más pobres para mitigar sobre todo el impacto sobre su ingreso disponible a causa de la pérdida del empleo. Todo financiado por unos 12 mil millones de dólares, gracias a los ahorros pasados del fisco en fondos soberanos y el 2% constitucional diseñado para estos efectos. También habrá que endeudarse, pero el plan, en mi opinión, está bien pensado bajo la premisa que impactos transitorios hay que enfrentarlos para que no se conviertan en problemas permanentes. Serán los mas pobres y débiles de nuestra sociedad los más beneficiados con este articulado conjunto de políticas públicas.

Mientras tanto, conocidos y mediáticos diputados de la extrema izquierda, auspiciadores de la violencia y de la calle, discurren que lo que necesitamos es una ley que prohíba los despidos, como si eso garantizara que los trabajadores van a recibir sus ingresos, y otros proponen subir los impuestos con una recesión adportas. Claramente la calidad de las políticas públicas ofrecidas por aquellos dista mucho de lo que necesitan millones de compatriotas en esta difícil hora.

Resuena en mis oídos el mambo que me enseño miabuelita: “Toma chocolate , paga lo que debes” ( al país).

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/alejandro-alarcon-el-sonido-del-silencio/

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