08 de abril, 2020 

 

 

 

Manuel Bengolea
Economista


No es trivial, además de inusual, que el Banco Central en su último IPOM haga una mención explicita al mundo político para su cooperación en reformas legales que requieren de urgente aplicación.


El Banco Central de Chile publicó su Informe de Política Monetaria (IPOM) donde, entre otras cosas, hace sus pronósticos de crecimiento económico para el año 2020, incorporando el daño que el aislamiento social, como medida de contención al Coronavirus, generaría en la demanda agregada. Como se esperaba, el Central anunció importantes ajustes en los pronósticos de crecimiento para este año y además pasó más de algún aviso a los políticos para que entiendan que la situación no resiste populismos. Según el instituto emisor, la economía se contraería alrededor de 2% este año. Y lo que resulta aún peor es que la inversión se contraería 8% en dicho período.   

La inversión, que es el motor del crecimiento de largo plazo, el impulso crucial para más y mejores empleos, tendrá un retroceso considerable en el 2020. Tomando en cuenta lo que sería el periodo 2014–2021 -esto es, los segundos períodos de los presidentes Bachelet y Piñera-, la inversión caería en términos absolutos en esos años. ¿Cómo pretender mejorar el bienestar de los chilenos si es que no hacemos un esfuerzo importante por incentivar la inversión? Por supuesto que nada puede hacerse contra los efectos del virus, pero sí podemos arbitrar las medidas para que su impacto sea lo menos dañino posible. 

Lo primero es contener los efectos económicos adversos del virus, para lo cual el gobierno y el Banco Central han mostrado bastante diligencia y premura para tomar las medidas adecuadas. Sin embargo, en el mundo político algunos han mostrado una mezquindad en sus decisiones que francamente preocupaNo es trivial, además de inusual, que el Banco Central en su último IPOM haga una mención explicita al mundo político para su cooperación en reformas legales que requieren de urgente aplicación. Según este informe, la inversión se recuperaría en el 2021, de no prolongarse los efectos del Coronavirus más allá de lo estimado, sin embargo, tengo serias dudas de que esto se pueda materializar, pensando en que una vez superados los efectos del virus, nos veremos enfrentados nuevamente al vandalismo y al saqueo, que un sector de la izquierda chilena ha propiciado o se ha abstenido de denunciar y condenar.

El Central en su IPOM menciona que uno de los canales de transmisión que alteran negativamente el crecimiento económico son las expectativas empresariales y de consumidores. Pues bien, estas expectativas están por el suelo por el virus, pero antes de éste, ya evidenciaban un notable deterioro producto de la discusión de una nueva constitución y de la intención de sectores radicales de izquierda de hacerse con el poder a como dé lugar. Pasado el Coronavirus, que nadie duda que se acabará, surgirá nuevamente la discusión política, y con ella reaparecerán los planteamientos refundacionales para conducir a Chile a países como Venezuela o Cuba, o menos malos como Argentina o México. 

¿Quién en su sano juicio va a tomar decisiones de inversión o de consumo relevantes, cuando no sabemos a qué nos enfrentamos? El estallido social y el coronavirus han desnudado una faceta de los políticos chilenos que como país próximo a alcanzar el desarrollo creíamos extinta. En efecto, jamás pensamos que un sector político estaba por estatizar los ahorros previsionales, o rebajar los derechos de propiedad a ley simple, o propiciar la violencia para derrocar un gobierno legítimo y democrático… en fin, los ejemplos abundan y el daño al principio básico de que el fruto del esfuerzo era de quien lo hacía y resultaba inapropiable se ha deteriorado significativamente luego del 18 de octubre. 

Los empresarios y los consumidores, que nos rompemos el lomo a diario trabajando para poder surgir, le tenemos mucho más susto a los políticos que al coronavirus. En el caso del virus su efecto es acotado, y una vez superado, ya está, pero en el caso de los primeros el daño podría ser permanente. Con las expectativas empresariales y de los consumidores por el suelo, es de esperar que los políticos hagan un esfuerzo importante por abstenerse de opinar y dar a conocer sus propuestas populistas y redentoras, pues lo único que conseguirán será deteriorar más y más el motor de crecimiento económico. Para los incrédulos los invito a explicar cómo y por qué la inversión durante el período Bachelet II cayó durante sus cuatro años de gobierno sin mediar crisis externa alguna, a pesar de todas las bienaventuranzas que prometieron los predicadores de la igualdad. 

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/manuel-bengolea-crecimiento-economico-virus-y-otros-problemas/

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