Osvaldo Rivera Riffo
En entrevista realizada a la ministro de Cultura a pocos días de su nombramiento, leí con preocupación sus declaraciones indicando que en su juventud era admiradora del Che Guevara. Pensé: bueno, es “Chadwick”, y al igual que otros de sus parientes, que cometieron su mismo pecado político, hoy ya mayor, se habrá arrepentido de ese garrafal error. Incluso, quise pensar que el rumbo que ha seguido su ministerio de pomposo nombre, podía ser producto de una cierta ingenuidad…
Pero me equivoqué estimado lector, pues parece seguir siendo una admiradora de la violencia revolucionaria. En un reciente decreto ley, firmado por el propio Presidente Piñera, declara “lugar de culto patrimonial” los sitios donde desarrolló sus actividades subversivas y donde murió el otrora tristemente famoso “Comandante Pepe”, cuyo nombre de pila fue José Gregorio Liendo
¡Si, lo que lee!!!
El Comandante Pepe fue un guerrillero entrenado en los campos de Cuba, en Argel y en Libia, pertenecía al ala más extrema de la izquierda en el régimen de la UP, sembró el terror en el área de Panguipulli y sus alrededores. En 1972, entrevistado por Nena Ossa, indicaba que “debían morir más de un millón de chilenos para lograr el triunfo de la revolución socialista en marcha, propugnada por Allende”
Pues bien, en el decreto Nº32 del 6 de Junio recién pasado, dictado por orden del Presidente de la República y firmado por su Ministro Consuelo Valdés Chadwick, se ordena lo que en los párrafos anteriores comento y sigue y suma.
Algo aún más grave, en dicho decreto se consigna lo siguiente: “fue detenido utilizando un montaje comunicacional denominado Plan Z, ideado por los servicios de inteligencia de la Armada para legitimar el golpe de estado” Sabemos, que la izquierda desde el primer día de su estruendosa derrota ha intentado poner un manto de duda frente a la veracidad de ese documento, a fin de deslegitimar el Pronunciamiento Militar.
Para quienes vivimos esos oscuros mil días de gobierno marxista, sin embargo, ese plan no fue ninguna sorpresa: lo vivimos y conocimos en nutridas declaraciones y consignas de los dirigentes de la época, de esos “jóvenes idealistas” que no trepidaban en utilizar la “violencia revolucionaria” para consolidar sus objetivos totalitarios y podemos dar fe de su absoluta veracidad y correspondencia con la realidad de lo vivido.
Pero, ahondando un poco más en el currículo de la Ministro, me pregunto: ¿qué hacía Consuelo Valdés Chadwick trabajando bajo las ordenes de Mónica Madariaga en el ministerio de Educación? Si es lo que pienso, ¡vaya currículo para llegar a ministro de esta administración! Son los méritos, tal parece, requeridos y más que suficientes para ejercer un cargo de exclusiva confianza del actual Mandatario.
En fin, ya habíamos escuchado al Presidente hacer una apología de Volodia Teitelboim a quien calificó “como uno de los grandes de la historia de Chile” y a otra alta personera enaltecer la figura de Altamirano como “un actor relevante para poder abrazar nuevamente los principios de la democracia”
Debe haber pensado lo mismo de Chávez: un grande de la historia americana, cuando parado hombro con hombro junto a Castro le hizo guardia de honor ante su féretro.
Esto son los hechos. Ahí están las evidencias.
¿De qué gobierno socialista nos salvamos?
En el futuro, deberemos ser más estrictos al dar nuestro voto para no caer en estas dramáticas decepciones. Es nuestra responsabilidad cívica. Las consecuencias son demasiado graves como para volver a cometer el mismo error.
¡Por sus obras los conoceréis!!! (Mateo 7,16)
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