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10 DE AGOSTO DE 2019

 

 
Camila Vallejo propuso disminuir las horas semanales de trabajo a 40, conservando los mismos sueldos. Un disparate socialmente regresivo, pues significa empobrecer a los que ya son los más pobres. En efecto, encarece el salario en el mercado formal, lo que disminuye el empleo ahí y así lanza a los que menos ganan al mercado informal, donde ya están los más pobres de todos. Los mismos, debido a la nueva competencia de más gente buscando trabajo, verán disminuidos sus ya exiguos salarios informales menores que el mínimo legal obligatorio.
 
Una tontería digna de Tontilandia, donde el 74 %, según las encuestas, apoya la medida. Esto desencadenó que su Presidente encuestocrático se apresurara a hacer suya la idea, pero proponiendo rebajar las horas a 41. Siempre Piñera ha querido hacer suyo todo, pero en particular le han encantado las ideas de los comunistas, como la de meter presos a los militares que impidieron acá el "golpe de Praga" a que se refería Aylwin en 1973. Ahora está reeditando las "chaquetas vino tinto" discurridas hace años por otro marxista, Hugo Chávez, y ha hecho confeccionar casacas coloradas gruesas que hacen sudar a sus ministros, ministras y ministres obligados a usarlas con los 26 grados de agosto.
 
En Tontilandia hay siempre una mayoría sólida para apoyar los disparates. Pero rigen diferentes quórum en favor de los mismos. Cuando son simplemente malas ideas, la aprobación ronda los 2/3 (los famosos "dos tercios" chilenos que eligieron a Allende en el Congreso). Cuando son pésimas, como la de Vallejo, Piñera Ilimitada, suscitan la aprobación, según las encuestas, de casi 3/4 (74%). Y cuando, además de malas o pésimas, son inmorales o delictuales, como la iniciativa de 1971 de robarles la Gran Minería a los norteamericanos, suscitan la unanimidad de los votos en el Congreso. 
 
Piñera estaba ayer viernes tan ufano de haber adherido a la idea de su socia Camila que, cuando supo de la novena presea dorada récord obtenida por los deportistas chilenos en los Panamericanos del Perú, ordenó disponer al avión presidencial para viajar allá inmediatamente y a tiempo de aparecer él en los noticieros nocturnos al centro de la escena y mordiendo el oro de la medalla. No le importó nada el déficit presupuestario de más de 2 % del PIB ni menos se acordó de su crítica de falta de austeridad a la FACH por haber hecho una demostración aérea en su aniversario.
 
Es que no resiste la tentación de apropiarse de un éxito ajeno y aparecer en el centro de la foto. Sin duda, Tontilandia tiene el Presidente que se merece.
 
 
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