Cristián Labbé Galilea
Pocas festividades generan tanta “buena onda” como las fiestas dieciocheras: de cualquier forma hay que celebrar, y nada mejor que “pegarse una escapadita” de la rutina organizando “un asadito para espantar la sequía”; mal que mal, es el cumpleaños nacional.
No fuimos la excepción. Sin mucho rodeo la fiesta se armó en un santiamén, llegaron amigos de lo más variopintos: de todas las condiciones y edades; consolidados y aspiracionales; citadinos y campechanos; jóvenes y viejos.
Como era de suponer, con los primeros brindis surgieron los recuerdos y las “etiquetas políticas” adecuadas a la ocasión. No se escapó nadie que en el último tiempo haya sido “trending topic”: apareció “la piñata, la torta, el rayuela, la sorpresa” y otros tantos motes.
Todos estuvieron por nominar a la Cubillos como “la piñata”, ya que, por más que la oposición quiera botarla con sus palos de ciegos, la ministro está cada vez más firme, quedando claro que a los políticos el tema de fondo -la educación y su calidad- parece importarles poco.
Nadie tuvo dudas en que “la torta” se la había engullido Francisco, el hermano menor del expresidente, pero lo que todos quisieron saber era de dónde salieron los “ingredientes económicos”, y de dónde salió la fortuna familiar.
Como en ningún cumpleaños pueden faltar “las sorpresas”, en estas celebraciones quien se ganó la nominación fue la expresidenta Bachelet por su relación con el financiamiento ilegal de la política: los “truchos” dineros del Lava Jato. ¡Vaya sorpresa! Era sospechoso que nadie supiera de los sobornos pagados por un empresario brasilero para asegurarse, entre otras, las obras del puente Chacao…
A la hora de hablar de “la Rayuela”, fue el alcalde de Valparaíso quien saltó a la palestra: se le había pasado el tejo al bailar cueca con un travesti. Se aclaró que el punto no era homofobia sino la facha que lucía este personaje, que más parecía propia de una casa de remolienda que de una fonda oficial… Una ofensa al baile nacional… nadie puede bailar cueca en “negligé”.
A medida que pasaba el tiempo y los mostos corrían, la lista de los nominados fue creciendo dando fe a lo que recoge el folclor nacional: “el vino saca del alma, lo que el agua no puede” (Un curita diría: in vino veritas)… No faltó: el que estiraba la cuerda; el del palo encebado y otros juegos criollos…
Cuando parecía que ya no se había escapado nadie, un parroquiano recordó la anécdota que le sucedió al Presidente saliendo de la Moneda en la carroza presidencial… “Casi se cae… si no se apoya en la espada del militar que lo acompañaba”. Un tranquilo y muy respetuoso asistente no se retuvo y comentó: “Que les quede claro… cuando un presidente se desestabiliza, a lo primero que echa mano es a la espada del soldado…”.
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