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Osvaldo Rivera Riffo

A raíz de las últimas declaraciones del mandatario traigo a colación una historia que la mayoría ya olvidó. Y esto, gracias a los “monitos de cera” del Alcalde Lavín.


En marzo pasado, nos sorprendió el discurso del Presidente Piñera en el Foro de la Derecha Latinoamericana realizado en el ex Congreso Nacional de Santiago. En esa oportunidad fue duro en fustigar la dictadura de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Sin embargo, no podemos olvidar que cuando murió Chávez, él hizo guardia de honor en el féretro del dictador, junto a Ortega, Cristina Kirchner, Castro y otros próceres de la izquierda que ahora condena.

¿Me pueden explicar por qué lo hizo?

Hoy, en tanto, al líder indiscutido de la lucha contra el marxismo se permite calificarlo como un Presidente malo, al igual que a Allende. Pero no advierte el señor Presidente la crucial diferencia entre él y Pinochet y, por cierto, con Allende, que destruyó el país en todos los ámbitos y tuvo un objetivo totalitario declarado y que, gracias justamente a Pinochet, no pudo concretar. Y es que quien nos salvó de la dictadura del proletariado fue un verdadero Estadista, un hombre valiente que se atrevió a tomar una difícil pero correcta decisión en momentos extremadamente álgidos. Un líder con convicciones claras, con don de mando y con indudables principios republicanos -rectores de la convivencia cívica- que plasmó en la Constitución del 80, gracias a lo cual hoy tenemos un régimen democrático y una institucionalidad sana, que nos sitúa a la cabeza de nuestra región.

Pero aún más, un país empobrecido y agonizante, lo transformó en la primera potencia de Latinoamérica y ejemplo para el mundo, anticipándose en décadas en la aplicación de un modelo económico, revolucionario para la época y que hoy es reconocido globalmente. En otras palabras, un hombre con una aguda visión de Estadista y sin más ambición personal que la de hacer de Chile una gran nación.

¿Podría el actual mandatario acercarse al menos a la potencia y efectividad de las transformaciones radicales de Pinochet que nos han permitido prácticamente erradicar la pobreza que imperó en Chile desde su constitución como República independiente y dejarnos a pocos peldaños de convertirnos en un país desarrollado? Sin duda jamás Piñera podrá alcanzar dichos logros y por tanto, en su infinita necesidad de “ser el primero”, de ser “el cumpleañero”, no le queda otra opción que denostarlo e intentar opacarlo, tal como lo hace la izquierda, aunque con diferentes motivaciones.

Me pregunto: ¿En qué periodo amasó su fortuna el empresario Piñera?... Da igual, ya todo Chile sabe cuándo y cómo lo consiguió.

Pero volvamos a dicha reunión. Cuando él pronunciaba el discurso llamando a los partidos de derecha a presentar un frente común frente al socialismo del siglo XXI, en Ginebra se votaba una resolución sobre Venezuela y la representación chilena votó junto a Cuba a favor de la dictadura de Maduro. ¿Puede Ud. estimado lector comprender tal criterio y desprolijidad diplomática del gobierno del presidente Piñera? Por cierto que NO y lo asombra...

Pero no es todo, ¿cómo puede el señor Presidente pedir que seamos un muro de contención al socialismo si tiene una Ministro de la Mujer que ha hecho suya la ideología de género y el feminismo, caballos de batalla de la izquierda mundial, y otra, que por decreto eleva a los altares del patrimonio al terrorismo?

Parece que como dicen en el campo “no junta el pulso con la orina”

El desorden comunicacional en los mensajes es pavoroso, no responden a una coordinación estratégica, ni mucho menos a una clara convicción de valores y principios, ¿o será que estos últimos no están presentes en el mandatario y en su administración?

Si la izquierda tiene un caos, el gobierno y Chile Vamos tienen una majamama conceptual impresionante.

El problema parece radicar en la falta clara de liderazgo. Piñera no lo es y nunca lo ha sido. Él es un buen administrador, un gran gerente y así administra el gobierno. Carece de todo lo que un líder debe tener: empatía, gestualidad corporal, credibilidad, convicción ideológica, principios claros, visión de futuro, dotes de estadista. Sólo es mediático, busca el reconocimiento instantáneo y no mide consecuencias.

Lo anterior no es una apreciación subjetiva, es el brutal imperio de los hechos. Veamos por ejemplo: ¿a qué fue en marzo a exponerse al Estadio Nacional a ver a Paul McCartney? Exposición innecesaria e inútil que terminó en una dura rechifla, por la que tuvo que abandonar el estadio. ¿No tiene asesores que evalúen la situación de riesgo? Es el Presidente, no el gerente general de Chile-S.A.

En fin, es lo que tenemos, y podemos tolerar su manera de ser.

Pero todo tiene límites y hay algunos que no es conveniente que traspase. Con todo el respeto que me merece su alta investidura, investidura que obtuvo gracias a los sectores de derecha y a mi voto, sectores que no debiera olvidar, le aconsejo: señor Presidente: tenga cuidado con los juicios que vierte sobre el hombre que nos devolvió la Libertad, con el gran Estadista que reconstruyó este país desde las cenizas, con el que ya está reconocido por la historia y como héroe y especialmente por su pueblo que día a día lo recuerda con mayor nostalgia. Si, ese del cual usted no podría siquiera ser su sombra.

No se equivoque levantando vientos con declaraciones inoportunas e innecesarias. Esas, por lo general, avizoran tormentas y su conglomerado no resiste ni siquiera una brisita. ¡El juicio de la historia es siempre muy estricto!

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