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21 DE OCTUBRE DE 2019

 

 

Lo que hemos vivido es conocido en Chile: cuando no hay autoridad, reinan la anarquía y el desgobierno. Cuando se puede saquear impunemente, casi todos saquean. Si Piñera hubiera ordenado a Carabineros reprimir a los primeros que se saltaron las barreras en el Metro, nada de lo que sucedió después habría pasado. Pero Piñera vive obsesionado con su imagen y no quería otro caso Catrillanca, de modo que no hizo nada y entonces pasó de todo. Y como en Chile el Partido Comunista y sus fuerzas afines siempre, desde tiempos inmemoriales, han estado y están conspirando para hacer la revolución, hicieron la revolución del 19 de octubre. Hasta que el Ejército salió a la calle, los vecinos se organizaron y todo vuelve a la normalidad, pero a un costo enorme. El costo representado por un gobernante débil y por su falta de autoridad.

En 1949, la Revolución de la Chaucha nació del aumento de un peso 60 a un peso 80 del pasaje en micro. La revolución comunista permanente se aprovechó y hubo caos en Santiago. Carabineros fue sobrepasado. Fuerzas perfectamente organizadas destruyeron y saquearon el centro. Entonces el gobierno llamó a los militares. Recuerdo haber visto a un soldado con fusil en cada micro, junto al chofer, durante mucho tiempo. Todo se normalizó, al costo de seis muertos y centenares de heridos.

En 1957 sucedió lo mismo. Como criticaban al gobierno de Ibáñez por el uso excesivo de fuerza, éste retiró a los carabineros del centro. La conspiración comunista permanente se tomó el centro, derribando todos los postes y saqueando los principales comercios. El gobierno llamó a los militares, que fueron aplaudidos por la gente. Vi personalmente un tanque en Ahumada con Moneda, aplaudido por los peatones. Después de 16 muertes y miles de heridos, todo se normalizó y el general Gamboa, a la cabeza del estado de sitio, fue bautizado como "el mariscal de la Alameda", parodiando a Montgomery, el "mariscal del Alamein".

En las violentas protestas de los años 80 eran  protagonistas los frentistas rojos entrenados en Cuba, que oscurecían al país con sus atentados, disparaban contra la fuerza pública y recibían la réplica de ésta. Prometían derrocar a Pinochet año a año, pero éste los derrotó a ellos y mantuvo al país más pacificado, desde luego, que lo que está hoy. Y entregó el modelo de sociedad libre en 1990 a sus sucesores civiles habiendo crecido más de 10 % en 1989.

La permanente subversión comunista ha vuelto a rebrotar en 2019. Carabineros con prohibición de disparar ni siquiera se presentaron a reprimir a los primeros que se saltaron las barreras del Metro. Entonces éstos se multiplicaron y destruyeron las estaciones. ¿Qué faltó? Un gobernante fuerte. La revolución comunista se extendió. El incentivo de robar se hace irresistible y masas de delincuentes habituales y no habituales roban de todo en todas partes. El costo es enorme y el envidiable "modelo chileno" se desprestigia. 

Algunos, como siempre, empiezan a hacer análisis para allegar agua a su molino y descubren que hay "una crisis social". Dictaminan que hay un descontento generalizado. El alza del pasaje en el Metro "fue la gota que colmó el vaso". Pero no hay tal crisis social. Toda la gente, ahora y siempre, quiere ganar más y pagar menos. Nadie quiere que le suban los precios. Esto no es crisis social. Esto es el estado normal de toda sociedad. La crisis del 19 de octubre nace de que en Chile no hay autoridad, pues no hay otro "malestar social" que el que ha habido siempre.

En realidad, el único problema social real que hay en Chile es que el Estado dilapida la plata. En Chile, si el gasto social se repartiera entre los que figuran como pobres, no habría pobres. Eso es lo que hay que arreglar. Lo que pasa es que la burocracia se lleva la mayor parte del gasto social. Si el gasto en el ministerio de Educación se le repartiera a las familias pobres, podrían mandar a sus hijos a los mejores colegios particulares pagados y habría un salto cualitativo en la enseñanza de los pobres. Lo que pasa es que el grueso de la plata se lo lleva la burocracia. Lo mismo en salud. Si le dieran la plata que derrocha el ministerio a la gente, podrían todos tener los mejores seguros de salud, isapres y clínicas privadas con los mejores planes y sin listas de espera. Lo que pasa es que el grueso de la plata se lo lleva la burocracia.

"Retroexcavadora" Quintana dice que hay demasiada desigualdad, pero él está en la escala del diez por ciento de mayores ingresos en Chile. Que reduzca su dieta y asignaciones de cien veces el salario mínimo a la mitad y se la dé a los que ganan el salario mínimo. Cuando se les dice eso a los parlamentarios de izquierda paran inmediatamente de hablar de la desigualdad y de la redistribución del ingreso. 

Acá el Estado y los políticos se quedan con una parte exagerada de la torta y ésa es la única crisis social real que hay. Botan plata año a año en el plan socialista Transantiago y ya llevan acumulados 7 mil millones de dólares. Antes las micros amarillas funcionaban con utilidades y llevaban a la gente en menos tiempo y a donde quería ir. Todo eso empeoró cuando llegó el engendro socialista ruinoso Transantiago. Los políticos y jueces prevaricadores les han regalado 6.200 millones de dólares a los extremistas de izquierda, mientras condenan ilegalmente a presidio a los militares que los derrotaron. Y les dan indemnizaciones millonarias a cualquiera que se querella contra un ex uniformado. Y además hay cien mil falsos exonerados políticos cobrando pensiones. El país financia una "extrema izquierda dorada" con plata fiscal, mientras se destruye el estado de derecho ("rule of law"), porque no se aplican las layes. El único malestar social debería ser el que hay con los políticos de extrema izquierda y los jueces prevaricadores que dilapidan la plata de los impuestos para regalar dinero a la extrema izquierda.

El daño provocado por la Revolución del 19 de Octubre, generada por la falta de autoridad de Piñera y la revolución comunista de los saqueos e incendios, ha sido enorme, pero el país lo dejará atrás, con mayores pérdidas que otras veces, pero en lo demás igual como pasaron a la historia la Revolución de la Chaucha y la del 2 de abril de 1957 y como la asonada de enero de 1946 en la plaza Bulnes, cuando los comunistas quisieron tomarse La Moneda, los carabineros les dispararon y murió con una bala en la cabeza la joven militante Ramona Parra, bajo el gobierno del vicepresidente de centroizquierda Alfredo Duhalde, reemplazante del agónico de Juan Antonio Ríos.

El otro gran daño provocado ahora es el lavado de cerebros. El columnista opus dei de "El Mercurio", Joaquín García Huidobro, escribe hoy: "Los fantasmas de las torturas, muertes y desapariciones forzadas son tan fuertes y causan tal inhibición en los chilenos, incluidas sus autoridades, que el hecho de asentar en la plaza Baquedano a un grupo de militares sólo sirvió como motivo de irrisión a la izquierda, que los insultó, los escupió y se burló de ellos". Joaquín, como casi todos los chilenos, se ha comprado completo el balurdo histórico comunista. Esto sólo ha sido la historia de Chile: subversión comunista, represión, normalización, hasta la siguiente crisis, provocada por la misma subversión de siempre y por la falta de pantalones del gobernante débil que no es capaz de llamar oportunamente a la fuerza pública a restablecer el orden. 

Así es que terminen con el cuento del "malestar social" y de que hay que cambiar el modelo, porque el modelo es lo que ha hecho mejor a Chile que lo que están los demás, y si lo cambian vamos a terminar como los demás, es decir, peor.

Fuente: http://blogdehermogenes.blogspot.com/

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