Freddy Blanc Sperberg
Consejero Nacional PRCh


Fue Platón el primero que instauró la tríada en la que resume los mayores valores de la humanidad: la verdad, la bondad y la belleza, pero a quien primero escuché hablar de ello fue a mi genial amigo Ricardo Ramírez, miembro del grupo Artistas Libres.

Para Platón la belleza estaba lejos de ser sólo un fruto estético, como consideramos habitualmente en la actualidad, y que podría intercambiarse por el bien, ya que mantenían las mismas características. Pero el tema adquiere mayor relevancia al asegurar que también la verdad está relacionada íntimamente con ella.

Así, la belleza es buena y verdadera, por lo mismo que el bien es verdadero y bello y la verdad es buena y bella. Así, nos encontramos con que podrían ser entes inseparables, por lo que un objeto no será lo uno sin lo otro.

Consideraba Platón que la cosa más hermosa de todas era la sabiduría, porque en ella se encierran lo verdadero y lo bueno y, por tanto, lo bello.

Si concentramos el tema, podemos concluir que algo perverso no puede ser bello, por lo menos en el verdadero sentido de belleza. Y lo mismo ocurrirá con la música, la poesía y otras expresiones del arte, es decir, debe necesariamente existir armonía.

Sin embargo hace tiempo, entre otros gracias a Kant, filósofo prusiano fallecido el 12 de febrero de 1804, hemos separado los tres conceptos y hemos asumido que sí podría darse lo uno sin lo otro, sin embargo, todavía nos queda cierta reminiscencia, cierto regusto moral, cuando salen a la palestra premios importantes en literatura u otros ámbitos artísticos que recaen en personas que han sido criminales o han defendido algún régimen autoritario bajo el que se ha asesinado y/o se asesina a miles de personas.

No es necesario mencionar nombre propio, pero pareciera como si la falla moral de la persona invalidase que fuera reconocida su obra. Da la impresión de que si, cuanto menos, el bien y la belleza no estuvieran del todo disociados.

A pesar de todo, es cierto, y aunque asumamos la disolución de la tríada es difícil no sentir cierto escozor al ver que personas a las que consideramos perversas son reconocidas, y puedan tener algún mérito por el que son, incluso, admiradas. Pero esto sería otra cuestión, otro debate, en el que entraría en juego nuestra necesidad de tener referentes impolutos y lo mal que nuestro cerebro gestiona la ambigüedad, que cuando no puede hacerlo de otra forma trata de superar sus trancas con autoengaños.

Si entramos a desglosar los significados de cada uno de los conceptos, tenemos que la verdad es la coincidencia entre una afirmación y los hechos, o bien es la realidad a la que dicha afirmación se refiere. El término se usa en un sentido técnico en diversos campos como la filosofía, la lógica, las matemáticas y la ciencia. Como dice un gran amigo con quien compartimos temas filosóficos afines, la verdad es aquello que realmente ocurrió. No hay más.

En cuanto a la belleza, podemos decir que se describe comúnmente como una cualidad de los entes que hace que estas sean placenteras de percibir. Tales entes pueden incluir paisajes, atardeceres o amaneceres, cielos nocturnos, personas, gestos de personas, animales y gestos de animales, plantas, obras de arte, etc. En resumen, no es más que aquellas cosas que nos hacen sentir bien. Muy emocional en todo caso, porque actúa sobre las sensaciones que percibimos. Una bonita imagen nos genera emociones positivas.

En cuanto a la bondad, podemos decir que es la inclinación o tendencia natural a hacer el bien. Bondad se aplica al carácter de una persona. Se identifica también con la palabra 'dulzura', por ejemplo, 'Ayudó, con bondad, al anciano a levantarse….”.

Vamos con el análisis.

En nuestros aciagos tiempos muchas veces tendemos a confundir las cosas o, sencillamente, a quedarnos sólo con algunas de ellas. Pero como vimos anteriormente, si bien podremos llegar al punto de separar los conceptos, al hacer el global veremos que cuando uno de ellos no es cumplido, caen también las otras dos.

Si queremos hacer un auto análisis de nuestro actuar en sociedad sólo debemos centrarnos en 3 palabras. Si las cumplimos, entonces estamos bien.

¿Y cómo hago para juzgarme? se preguntarán ustedes, pues bien, es bastante fácil de hacer y las respuestas pueden ser demoledoras, pero serán la respuesta adecuada.

La belleza se expresa a través de sus actos. Si usted realiza sus actividades y en su contacto con otras personas, animales o cosas actúa correctamente, es porque estará haciéndolo de forma bella. Quienes lo vean apreciarán en usted un gesto bello y afectará su emocionalidad hacia usted.

La bondad es algo más íntimo y, al menos que usted exprese la verdad, muchos no notarán que en realidad no es tan bueno. Para ser bondadoso debe sentir en su corazón la intención sana de estar presente ante una situación externa, o sea, de otro. No se puede auto calificar como bondadoso si está cambiando su acto por una retribución, ni siquiera por un gracias. Muchos actos de bondad, de verdad están fundados en el interés de quien los realiza. Sepa diferenciarlos.

Y la verdad emerge a través de nuestra boca. Cuando hablamos con alguien o con muchos, nuestra conciencia debe tener la capacidad de enfrentar un reproche, una exposición a la crítica, pero de las consecuencias de una mentira sólo nos puede salvar la verdad. Un mentiroso paga doble, cuando lo sorprenden y queda descubierto el acto oculto y además en la pérdida de confianza de quienes se enteraron de su falta de honradez. Sólo le temen a la verdad aquellos que tienen algo que ocultar.

Difíciles tiempos se nos vienen, pero está en sus manos y en su conciencia enmendar el rumbo complejo que hemos tomado.

¿Quiere ser una buena persona dentro de su entorno y aportar a una sociedad sana?

Usted refleja la verdad a través de su boca, la bondad a través de su corazón y la belleza a través de sus actos. Lo invito a sumarse a una amplia campaña para ser buenas personas.

En sus próximas decisiones propóngase actuar bajo los parámetros de la tríada de Platón, la verdad, la bondad y la belleza.

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