21 de febrero, 2020

 

 

 

 

 

 

Enrique Subercaseaux
Director Fundación Voz Nacional


El showbusiness se ha adueñado, hace años ya, del proceso. Y ahora la tecnología: mapeo de big-data e inteligencia artificial. Sumemos a esto un puñado de enemigos que se van repitiendo con pequeñas variaciones (Rusia, China, Medio Oriente, Cuba/Venezuela, entre otros) y ya tenemos los ingredientes para un sabroso y bien sazonado guiso (…). Con todo, un año que estará lleno de incidencias, emociones, resoluciones, todas convergiendo hacia un resultado que parece seguro.


“No quieres caldo: toma dos tazas”. Proverbio español.

El mundo aun no acaba de acostumbrarse al peculiar estilo de Donald Trump (porque de personal lo tiene todo), cuando en el horizonte se perfila en forma nítida su reelección. Lo que resta del año nos brindará el típico espectáculo de primarias, convenciones y elecciones, que tanto apasionan al mundo entero.

El showbusiness se ha adueñado, hace años ya, del proceso. Y ahora la tecnología: mapeo de big-data e inteligencia artificial. Sumemos a esto un puñado de enemigos que se van repitiendo con pequeñas variaciones (Rusia, China, Medio Oriente, Cuba/Venezuela, entre otros) y ya tenemos los ingredientes para un sabroso y bien sazonado guiso.

El partido demócrata ha girado demasiado hacia la izquierda: con las tendencias de Bernie Sanders y la generación más joven (varios de ellos con estrechos vínculos con el Frente Amplio en Chile) y Hillary Clinton en la trastienda. Es decir: nuevos ropajes junto a un discurso añejo. Ello, en un país como Estados Unidos, no es receta para el triunfo: donde se valora la singularidad y el triunfo, mas una imagen a prueba de redes sociales y tecnología de punta, el discurso de izquierda, donde prima la retórica panfletaria, carece de la consistencia para ir superando los filtros que emanan de la sucesión de pruebas en un año electoral.

En el plano doméstico, la economía ha evidentemente mejorado, se ha retomado la senda de un crecimiento más consistente y se han reactivado algunas importantes industrias del interior del país. Ha bajado el desempleo a cifras no vistas desde hace décadas y hay un renovado sentimiento de éxito.

La crisis del Medio Oriente es una constante en la historia post segunda guerra mundial. Esta allí presente, dependiendo de múltiples y complejos factores. Así y todo, la crisis de Irán fue manejada con relativo éxito, y los complicados equilibrios del Golfo Pérsico parecen haber vuelto. Ojo, que hay mucho espejismo en el análisis regional. Cualquier cosa puede pasar. Lo importante para la estabilidad es que estas sociedades comienzan a habituarse de la vida “en sociedad” de un mundo estrechamente interconectado.

China es la nueva superpotencia, y su acomodo en el concierto global siempre será complejo. Las relaciones entre Washington y Beijing siempre serán trabajosas, como muy bien lo ha expresado Henry Kissinger en sus sucesivos escritos, donde el carril político se debe complementar hábilmente con un hábil tejido de sociedad civil. Academia y comercio tienen sus roles fundamentales.

La resolución de la crisis del coronavirus abre puertas para nuevas formas de cooperación. La científica que, por su formulación matemática, esta en último término, mas inmune a la controversia política. Trump, en este ámbito, tiene algunas buenas cartas que jugar.

La relación con Europa se ha complejizado. Básicamente porque emergen nuevas formulaciones políticas, tanto de derecha como de izquierda, que han sido espejo, y han captado los reflejos del “pragmatismo Trump”, que, aclaremos de una vez, no es privativo del líder, sino que refleja una nueva manera de presentar realidades, ordenar prioridades y diseñar estrategias. Es un trabajo de equipo, por muy personalizado que aparezca el mensaje o el twit. Europa tardará bastante en encontrar una nueva voz unitaria que responda a estas nuevas tendencias políticas por la muy sencilla razón que en Bruselas coexisten dos almas, bien enquistadas en el “gobierno europeo”. Y como bien sabemos, mutar el alma es algo de suyo complejo.

Restan Cuba y Venezuela, que me parece necesario tomar como una sola unidad. El “romanticismo revolucionario” que tanto encanta a la burocracia europea, nunca ha encontrado un anclaje, más allá de lo episódico, en los Estados Unidos. Ahora que el “binomio castro-chavista” pretende exportar su revolución a la región (la evidencia es abrumadora al respecto, por lo que mejor no seguimos hablando de estallidos sociales”), Washington se da cuenta que debe actuar. Su patio trasero no solo se está desordenando con serios vaivenes políticos en países como Colombia y Chile, sino que las redes del terrorismo y narcotráfico global amenazan con la inestabilidad de las Américas al completo.

Que la Administración Trump actúe al respecto es algo que se da por descontado. La cuestión es el como y el cuándo. La acción tiene tanto consecuencias para su política interna como externa.

Con todo, un año que estará lleno de incidencias, emociones, resoluciones, todas convergiendo hacia un resultado que parece seguro.

Fuente: https://ellibero.cl/opinion/enrique-subercaseaux-donald-trump-en-camino-recto-a-la-reeleccion/

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