Enrique Subercaseaux
Director Fundación Voz Nacional


“La ignorancia es madre de la maldad y todos los demás vicios”. Galileo Galilei.

“El camino verdadero pasa por una cuerda que no esta tendida en lo alto, sino muy cerca del suelo. Parece mas hecha para tropezar, que para andar por ella”.  Franz Kafka.

“Siempre es falso el futuro: tenemos demasiada influencia sobre el “. Elías Canetti.


 El episodio de la PSU atacada y funada por una izquierda ideologizada (no son solo los de la “primera línea” sino también de personeros del actual gobierno, como la Defensora de la Niñez) es solo una muestra mas del desdén, cada vez mas intenso y envolvente, que muestra el progresismo por la cultura y la inteligencia.

El progresivo deterioro de la educación en Chile, va en directo contrapelo con las necesidades educativas del ciudadano del siglo xxi.  Estamos en un mundo global, y las competencias intelectuales pasan a tener una vara de medición global y no nacional.  Presupuestos que se esfuman en los oscuros recovecos de la burocracia, fétida de corrupción e ineficiencia, uso ideologizado de las potestades educativas, en cuanto a contenido y su desarrollo y arbitrariedades técnicas que no tienen, justamente, ningún sustento que sea ideológicamente neutral.  Así las cosas, no es raro que cunda el descontento y la desesperanza en la sociedad chilena.  Sin educación no se puede ni entender el pasado, dilucidar el presente y proyectar el futuro.

Y, sin embargo, las actuales autoridades renuncian a introducir los correctivos y paliativos que son de suyo vitales para la longevidad de un sistema educativo que languidece bajo la enorme presión de la incompetencia y la desidia.

La cultura, en general, es el marco intelectual y evocativo en el cual se desarrolla una sociedad.  Sirve no solo para delinear los contornos de una sociedad, sino también, y lo que es mas importante, para calzar una brida controladora ante los lances histéricos que pueda tener una imaginación demasiado desbocada y no sujeta a las realidades comúnmente aceptadas.

El relativismo imperante, que permea todo el quehacer social, pretende deconstruir certezas y minar los cimientos mismos de un ordenamiento intelectual, y sensorial, de una sociedad.  En muchos puntos, ya no solo de Chile sino del mundo, se esta logrando este objetivo.  De esta manera comienza así, nuevamente, la búsqueda de anclajes válidos, que es algo inherente a la “angustia vital” que imprime la esencia de todo ser humano.

Mas, un detalle no menor. ¿Cómo se encuentra algo si no poseemos las herramientas para formular las preguntas exactas? ¿Si han existido grupos que han derribado, o maltratado al menos, procesos educativos, raíces culturales y raíces espirituales?

Solo el temor a que surja una respuesta que contradiga, o un contra discurso que edifique una visión alternativa mas valida y socialmente aceptable, llevan al progresismo ideologizado a extremar su lucha contra la inteligencia y la cultura.

Anular capacidades y destruir visiones alternativas son la misión primordial de estos grupos. Quieren postrar a la sociedad a una situación de servidumbre, como existía durante la Edad Media, borrando así siglos de progreso en el área de la cultura y la educación.

Uno de los ejemplos mas lacerantes de esta fenomenología, que no es algo nuevo, entendámoslo bien, es la del periodo de los Khmeres Rojos en Cambodia, hace algunas décadas atrás.  La elite de este grupo se formo en Francia, en los años 20, coincidiendo con los años de estudios allí de Zhou En Lai y Deng Xiao Ping, líderes de la revolución China. Posiblemente el desarraigo y endogamia intelectual de estas personas los llevaron a cultivar una ideología extrema, que la llevaron a cabo durante solo 4 años en el poder, desde 1975 a 1979.  Fueron 4 años desastrosos. De genocidio. De profunda desgracia. Murió un 25% de la población del país, a manos de una población exaltada por el odio. Odio al saber, odio a la cultura y odio a las tradiciones.  Decían que rescataban su historia, pero todo ellos fueron falsos.  Mas bien buscaron perpetuarse en el poder fomentando la división, la envidia y el rencor.  Esta aventura ideológica termino muy mal, y el país tardo décadas en recuperarse, cicatrizando heridas y emprendiendo una senda de desarrollo social, intelectual y económico que tuviese un anclaje común en una porción mayoritaria de la población.

Este ejemplo es útil ya que nos demuestra muy a las claras que pasa cuando se da rienda suelta a los bajos instintos que existen en cada una de las personas. Instintos que solo se dominan mediante la educación, la cultura y una correcta inserción y desenvolvimiento social.

Tratar de frenar esto, que es una realidad incontestable (lo demuestra la historia, los estudios y las grandes obras clásicas de la filosofía y la literatura), solo provoca dar un desvío, gravoso en tiempo, vidas, expectativas y desarrollo (personal y social).

Y, sin embargo, aun campean voces a favor de “este movimiento social”, a la “asamblea constituyente” a las “ansias de cambio” y demás slogans que pueblan el éter comunicacional estos meses.  Todo esto son instrumentos para un fin último.  Pisotear y quemar todo (la política de la tierra quemada) para lograr el poder total.  Este se construye a partir de la ignorancia, el clientelismo, que es la nueva forma de esclavitud que nos propone el socialismo del siglo xxi.

Buscan, por ejemplo, eliminar las políticas “neoliberales”.  Un absurdo, un discurso que no se oye ni en China ni en vietnam, países que, aunque aún comunistas, tienen amplias dosis de libertad en sus mercados.  En el mercado las personas interactúan libremente, se desenvuelven en sociedad: trabajan, contratan, compran y venden. Actividades básicas del quehacer humano y social.  La obligación del estado es regularlo, de manera eficiente y económica (es decir, mediante una burocracia discreta y breve), y eso es todo.  Sera, al final, la inteligencia, la educación y la cultura lo que estimulara la búsqueda de equilibrios aceptables a todos (o la gran mayoría) y dotara al mismo de un impulso que se sustente en el tiempo.

Buscan, pero no encuentran, ya que viven, ellos mismos, estos ideólogos de nuevo cuño, en una eterna contradicción: desean, ansían y poseen con una intensidad avara y envidiosa digna de los empresarios que tanto desprecian.  Buscan el dinero de otros, y no saben como generar el propio.  Buscan servirse de la sociedad y no servirla a ella.  Las pruebas, sus estilos de vida, sus ISAPRES, colegios privados para sus hijos, su tren de vida refrenda este cinismo exclusivo.

Y, paradoja brutal, quieren negar a sus compatriotas, a quienes dicen desear servir, este elevado nivel de vida, esta despreocupación por lo material, al saberlo permanente, por emanar el de un sistema político controlado por ellos.  Egoísmo puro, falta de empatía, ausencia de compasión.

Piensan sentar catedra, dentro de una biblioteca vacía, diseñada obedeciendo sus caprichos, y sin embargo la realidad es que no tienen a su haber ni una sola idea exitosa, ni una sola política que haya elevado a una sociedad a un estado superior.  Solo frustración, envidia y desprecio.

Atizar las emociones y los sentidos nunca ha sido un fin en sí, es solo un paso para avanzar en el desarrollo integral de la persona.  Con un anclaje firme en su intelecto y en su espiritualidad.

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