Cristián Labbé Galilea


Veo las redes sociales, leo los correos, contesto el teléfono, me reúno con conspicuos personajes y nada me desmiente que lo que estamos viendo, que para muchos es solo otra chambonada del gobierno, para esta pluma representa el desmoronamiento de los pilares valóricos, históricos y republicanos de nuestro país. ¡Así de simple!

No faltará quien encuentre “algo pesimista” esta apreciación, pensando que… “el escenario es complejo pero no dramático, es delicado pero no terminal”. Habrá también quienes piensen que se trata… “simplemente, de una exageración de sectores radicales”. Otros -los que todavía creen en el Viejito Pascuero- dirán que el retiro del Monumento del General Baquedano “se trata de una medida táctica” … para evitar que sea derribada, que es necesaria su restauración…

Se diga lo que se diga… que fue una muestra de debilidad del Gobierno, que fue una maniobra del Consejo de Monumentos para complicar a la Moneda, que el Ejército también se mostró débil, lo cierto es que esta situación representa, ni más ni menos, que un agravio a nuestra historia y una herida al alma nacional.

Claramente lo sucedido en la Plaza Baquedano debiera marcar, para quienes miran la política de reojo -porque no les interesa- una advertencia de lo que puede venir en los próximos meses, y para los políticos, una señal clara de que se ha llegado a un punto de inflexión en la vida de nuestra sociedad, que da cuenta de la profundidad de la crisis que vivimos.

No nos perdamos ni un minuto en nuestras reflexiones: lo de Baquedano tiene efectos profundos; no se trata “sólo” de la remoción de un monumento, porque se sabe que toda ciudad, conceptualmente, es dinámica y permite rediseños urbanos de todo orden, tanto así que el General llegó en ahí en 1928, desplazando al popularmente conocido monumento “El Ángel y el León”, donado por la colonia italiana para el Centenario de nuestra independencia en 1910, ahora ubicado a metros del General…

Lo acontecido en estos días es una señal de advertencia que no debiera pasar desapercibida por las proyecciones que tiene.

Lo que estamos viendo y viviendo es la ausencia de un Estado capaz de garantizar, mínimamente, el orden, la seguridad y el estado de derecho, pilares básicos de cualquier democracia.

No se trata sólo del traslado de un monumento: es una evidencia más que da cuenta que nuestra institucionalidad no es que este amenazada, sino que vive una profunda crisis estructural. Verbigracia, en este país no es el gobierno… es la calle la que manda.

Para quienes creen que el retiro del General Baquedano no tiene mayores proyecciones, sería bueno que recordaran el refrán que dice: por la falta de un clavo se perdió una herradura, por la falta de una herradura se perdió un caballo, por la falta de un caballo se perdió un soldado y por la falta de un soldado se perdió la guerra… ¡Baquedano no es “un” simple hecho lamentable!

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