Cristián Labbé Galilea


Somos testigos de la decadencia de nuestra sociedad. Las evidencias están a la vista hasta para el más cándido espectador. Pocos han quedado indiferentes al ver el mural pintado por la cantora Mon Laferte en Valparaíso, titulado “Día uno” (Nuestro ciclo menstrual), o después de saber sobre la carta del Ordinario de San Felipe, Obispo Gonzalo Bravo, comentando lo sucedido en Panguipulli, la que tituló “El arte está de luto”.

Es sabido que el arte es activo, vivo y dinámico, siempre concerniente a la contingencia de su época. Para probarlo bastaría recordar la Capilla Sixtina de Miguel Ángel o la Divina Comedia del Dante, obras que, además de su belleza artística, son expresiones con un alto componente político, económico y social de su tiempo.

Si la literatura, la pintura, la música, la escultura… son el espejo de la realidad de una época, no es errado entonces concluir que el mural y la carta a la que hacemos referencia dan cuenta, en forma vulgar e ideologizada, de la compleja contingencia que vivimos.

En el caso del pastor de San Felipe, éste con todo desparpajo advierte, en relación a la muerte del “artista callejero” en Panguipulli, que "el arte no puede morir" y culpa al Sargento de Carabineros “por haberse defendido” de la mortal agresión de un “simple” malabarista, haciéndolo responsable de haber sido el causante de “un desorden social sin precedentes en el pacífico Panguipulli".

¡Todo alterado…! Tal como señaló un campechano contertulio: “increíble… las tórtolas disparándole a las escopetas… el señor obispo ha preferido ´juntarse a aullar con los lobos políticos´, y no buscar la verdad para apaciguar los ánimos”

Igual de sorprendente resulta comprobar cómo se ofende a las artes y a la cultura cuando un artista se ideologiza y se subordina tan vergonzosamente a la política, como Mon Laferte y su vulgar mural de Valparaíso (Cerro Alegre), zona altamente visitada por turistas y protegida por ser patrimonio universal.

La artista chilena, radicada en México, además de ser un símbolo en favor del aborto y de ser recordada porque, en un evento, se descubrió el pecho donde se leía: “En Chile torturan, violan y matan”, ahora, además de su transgresor mural, ha dado un nuevo paso infractor al acusar que “…Chile tiene problemas reales que atender, … el arte en las calles… la muerte de Francisco…”, en referencia al malabarista de Panguipulli.

El mural y el Obispo son el reflejo de la pérdida del respeto por el orden social, político y moral en nuestra sociedad, y son un presagio de que, “así como van las misas”, nada bueno puede augurarse… a no ser que decidamos enfrentar, con la máxima convicción, el desafío que se nos viene este año de múltiples elecciones.

Al finalizar, nuestra tertulia fue resumida en una frase por el mismo campechano parroquiano: “en política como en el arte, hay que ser claros… por eso siempre digo: “entre tu arte y mi arte…  prefiero mi arte”.

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