Cristián Labbé Galilea


Analizando lo que está sucediendo, recordé que el arte -en cualquiera de sus manifestaciones- ha sido donde mejor se registran los cambios y las convulsiones de la dinámica política, económica y social de la humanidad, y sin ser un cinéfilo me acordé del “spaghetti western”: El Bueno, el Malo y el Feo (1966).

Esta película fue una respuesta a las turbulencias de los 60, cuando estudiantes y trabajadores exigían sus derechos. Fue la época de Martin Luther King, de John F. Kennedy… fue cuando la Guerra Fría “empezaba a calentarse” y cuando las ideologías apoyaban el movimiento Hippie "peace & love"; fue entonces cuando el cine italiano, obsesionado con un género que había perdido popularidad, el Western, decide representar historias, no sólo de acción, sino de personajes que reflejaran las conductas humanas.

Nada distinto a la actual crisis que da cuenta de cómo, ante la catástrofe, el ser humano muestra tanto su lado bueno y su lado malo, como lo atroz de su lado feo.

Pensando en lo bueno, es decir aquello virtuoso, macanudo y serio que ha pasado en estos días, está la gestión del Gobierno: ha retomado las riendas y ha reaccionado con decisión, especialmente el Ministro Mañalich que ha sido “el mascarón de proa en esta tormenta”.

Revisando la malo, lo ruin y lo indigno, la lista es más larga y la encabezan aquellos parlamentarios, alcaldes, médicos, periodistas, cómicos… que no han perdido oportunidad para tratar de sacar pingües beneficios de la situación… ¡mejor ni nombrarlos!

Pero en lo feo esta lo ruin; me refiero a la discriminación del mundo político hacia aquellos “ancianos soldados” que han sido excluidos del proyecto de “indulto general conmutativo,” que  favorece a personas privadas de libertad vulnerables al covi-19. Una verdadera traición… “con una mano llaman a los soldados y con la otra los condenan a muerte”.

Siempre en las crisis los hombres muestran sus grandezas, sus bajezas y sus pequeñeces, las que no se contraponen con las naturales diferencias que a cada uno nos hacen “una” persona; por lo mismo, es difícil definir las fronteras entre lo bueno, lo malo y lo feo, y entre el genio, la estupidez y el descriterio… pero el sentido común y el bien superior a proteger, en este caso la vida humana, nos dan una pauta.

Por último, así como uno podría tener la peregrina fantasía de que la realidad no fuera más que una ficción cinematografía donde el talento, el mal y el daño siempre estarán presentes, también es posible pensar que, como toda buena película, estas difíciles circunstancias tendrán un final feliz.

Ya que estamos hablado de películas de “jovencitos y villanos”, imposible que el final “The End” no esté a cargo de un genio del celuloide, Charles Chaplin, cuya intuición y magia brilló en “Luces de la Ciudad” (City Lights, 1931) donde señaló que… “la vida mirada de cerca parece una tragedia, pero vista de lejos parece una buena comedia…”.

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